quarta-feira, 9 de setembro de 2009

22 DIAS

22 DIAS

Prologo

Huelgas en cascada afectaban a todo el sistema bancario y también a las mayores y más importantes Institución Publicas y Privadas, envolviendo con ellas a todo el País.
Sierre de grandes fabricas, despidos de trabajadores en masa, ocupación de Centros Educacionales de nivel medio, paralización de Universidades y Facultades.
Surgían además diferentes movimientos religiosos en defensa de los Derechos Fundamentales del Hombre; los partidos políticos se entremezclaban y parecian retorserse, como queriendo anticiparse al desenlace y tratando de encontrar el lugar ideológico más adecuado o confortable, tal vez, el que menos los comprometiera para el futuro de sus intereses.
Día a día eran descubiertos y denunciados nuevos hechos de corrupción administrativa y o económica, vinculando a políticos y empresarios ligados a los sectores de la Banca Nacional o Extranjera, con el vaciamiento de capitales que eran transferidos, sin declarar, a otros países.
Contabilidades paralelas, “cajas negras”, créditos fraudulentos que no se aplicaban en los fines solicitados y garantías fantasmas.
El oro del Tesoro Nacional era transferido para otros países a cambio de papeles de deuda externa quedando la nación sin respaldo financiero.
En los domicilios de poderosas familias dueñas de grandes monopolios fueron descubiertos, escondidos, sin denunciar al Estado, verdaderos tesoros en oro, Libras Esterlinas, joyas y otras monedas no menos importantes
La confusión y el descrédito tomaban cuenta del Pueblo, que no sabia cual era el mejor camino a seguir o en quien creer, 1959 finalizo con una de las mayores y mas extensas huelgas del gremio bancario conosidas asta ese momento.
Esta sería una rápida reseña del Uruguay de los primeros años de la decada del 60 que se inicia convulcionada.
El Gobierno, único y verdadero responsable de detectar, controlar, e investigar estas irregularidades, comprometido, se omitía. Los movimientos populares se dividen polarizandose por un lado como movimientos “Por la coesistencia Pacifica” que englobavan a todos los que acreditavan na salida por la via electoral y por el otro como movimientos “Por las Armas” encabezados por el MLN (movimiento de liberacion nacional) por la lucha armada. Colocando a la oligarquia entre la espada y la pared demostrando y denunciando los hechos de corrupcion dentro y fuera del Pais.
El Gobierno, incluido en el “Plan Cóndor”, con el temor a una reaccion popular en cadena, se dejó llevar y prioritariamente arremetió contra los integrantes del MLN. Los encasillo ante la opinion pública denominándolos, como: “Guerrilleros”, ”Subversivos”, ”Anti-Sociales“ que significava, segun ellos, “Anti- Nacionales, Ati-Patriotas, Resentidos Sociales. Acusándolos de ser los unicos culpables de la desestabilización imperante y que, con sus acciones, comprometía la Soberanía Nacional. Junto con ellos “empaquetó” al resto de las organizaciones populares. Dividió su pueblo en “patriotas” (delatores, serviles) e “anti-patriotas” (opositores al régimen) iniciando, contra estos últimos, una persecución implacable.
Justificávase así la salida al escenario de combate, de un elemento determinante, las Fuerzas Armadas.
A partir de 1968, las denominadas “Fuerzas Conjuntas” se vuelcan a la calle como mastines rabiosos, reprimiendo con violencia inucitada, al mando de las oligarquias nacionales.
Las organizaciones populares respondían auto denominándose de: “Movimientos para la Liberación”; engrosando sus filas hombres y mujeres que pasaban de la vida en la legalidad a la llamada “clandestinidad”.
Para integrarse a esos movimientos no era tenido en cuenta el poder económico, la condición social, política, religiosa o profesional del militante y si, tener muy claro que el único camino para la liberación del país era por vía de las armas.
Quatro años después (1972), como no podia ser de otra manera, de manos dadas con la traicion, los militares derrotan a los Tupamaros.
Coroneles y Generales, aunque con serias diviciones internas criadas especialmente por el contacto permenente con los jefes del MLN detenidos, se lanzan en pos de apoderarse de todas las instituciones y organizaciones del pueblo. A mediados de 1973 disuelve el Parlamento y salen “a la caza del hombre”descontroladamente, dentro y fuera de fronteras, amparados por los acuerdos del Plan Condor.

Fue asi que se creo el ambiente propicio para implantar los planes imperiales, que llevarían al deterioro y desmantelamiento del País.

***Cuarenta y dos años pasaron y la Argentina, despues de haber soportado la dictadura del Plan Condor, sufrio el embate del Imperio que la desestructuro economicamente como medio de precion para intentar imponer al ALCA. Los EEUU disponen para ello de un equipo de diplomaticos especializados en estos asuntos, entre ellos uno de origen colombiano, que actua en AL. Participó especialmente en Argentina, desiquilibrándola y apoyando la candidatura de Carlos Menem. Depues fue para las elecciones presidenciales de Bolivia apoyando al Boli-norteamericano “Goñi” G. Losada, hombre llave para concretizar la venta billonaria del gas natural a los EEUU pasando por Chile (a la mitad del precio que ya se vendia a Brasil), en cuya frontera seria instalado um polo petroquimico con el gerenciamiento justamente deste diplomatico.

A espaldas del pueblo, los dictadores del continente, en su gran mayoría militares, se reunían con una periodicidad cada vez más precisa y próxima. También lo hacían las más altas jerarquías castrenses citándose en diferentes países del Cono Sur: Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, Grupos Estratégicos y de Inteligencia, Ministros de Defensa de los Países Andinos y otros.
Los motivos divulgados a la prensa distaban mucho de la realidad, era lógico que no expusieran sus verdaderas intenciones, había que evitar sospechas que pudiesen provocar levantamientos internos y llamaran la atención en el exterior.

Secretamente se discutía la estrategia, los caminos mas adecuados y seguros a seguir en la elaboración del “Plan Condor”, evitando errores que lo hicieran abortar. El primer paso había sido dado erradicando del escenario latinoamericano a los gobiernos elegidos por la vía democrática.
Estados Unidos se encargaba de incentivar esas acciones brindando apoyo incondicional a los gobernantes títeres a través de créditos que eran utilizados para la compra de armas; infiltrando asesores y mercenarios principalmente en los sectores gubernamentales, políticos y militares.
Para ello usaban los más variados disfraces tales como ser inocentes trabajadores sociales integrantes de Organismos Internacionales; o de misiones religiosas de iglesias en expansión; asesores en diferentes áreas de producción; investigadores, científicos, técnicos principalmente en los sectores de la educación, donde aplicaban prioritariamente el criterio de que: “cuanto más pobres intelectualmente, menos peligrosas serán las colonias”.
Este “Plan” tenia como objetivos fundamentales:
- unificar, las acciones a ejecutar a nivel regional,.
- comprometer y obligar a sus integrantes a mantener un mismo nivel de represión, acabando en poco tiempo y si fuera posible, al mismo tiempo, con los dirigentes políticos, sindicales, sociales, estudiantiles y religiosos, de América Latina que practicaran ideas contrarias al regimen. Habia que hacerlos desaparecer. Consolidando asi el poder en sus manos, ya que por la vía democrática esto sería muy difícil o casi imposible de lograrlo.
- asegurar la impunidad para sus integrantes. Aún después de que supuestamente el “Plan”implantado llegara a abortar o finalizara su “vida útil”.
- colaboración e complicidad incondicional de Jefes y governantes para su aplicación.
Supuestamente estas podrían ser algunas de las condiciones discutidas, pues fueron evidenciadas después, en la aplicación práctica, sufrida por los pueblos latinoamericanos.
Desde la época de la colonización se repiten las dictaduras promovidas por los intereses expansionistas, imperialistas, de los mismos poderosos y truculentos países que mantienen su nivel de vida gracias al sufrimiento y la miseria de otros.
Los tipos de dictaduras aplicadas y que muchas veces los pueblos ni siquiera peciben su existencia son:

- Dictaduras civiles: impuestas por la compra y adoctrinamiento de políticos nativos corruptos;
- Militares: cuando utilizan la fuerza de las armas de la nacion contra su propio pueblo;
- Económicas: a través del endeudamiento acumulativo y permermanente, con intereses imposibles de pagar sin sufrir la paralización del pais;
- Culturales: por la destrucción de las raíces y orígenes nacionales;
- Educativas: por el cercenamiento de los sistemas educacionales;
-“Democráticas”: cuando se imponen por el fraude electoral planeado y ejecutado por sus cómplices nativos.


Año tras año, décadas tras décadas desde el descubrimiento de nuestro continente, se suceden en el poder, sin permitir que nos desarrollemos, que crezcamos como naciones; pues apenas conseguimos ser “países del tercer mundo”. Porque es así que somos catalogados numéricamente y es asi que nos conocen y nos nombran.
En este momento histórico lo que quedó evidente para ellos fue que las dictaduras ya no eran suficientes, “El Plan”, que estaba siendo elaborado por los militares del continente y asesores externos, sería el instrumento fundamental para acabar definitivamente con los movimientos oposicionistas de resistencia o movimientos nacionalistas de liberación. ¡Fuera en la forma que fuese, sin medir las acciones o consecuencias!
No era problema ni impecilio la violencia a ser practicada por los jerarcas castrenses y sus tropas, pues era de total control, conocimiento e complicidad de los gobernantes elaboradores del “Plan”.
Los Jefes utilizavan la ociosidad profesional y los traumas sociales que arrastran los militares del Continente, especialmente el Ejercito, que se nutre de los sectores mas empobrecidos y campesinos de la sociedad, siendo estos los factores preponderantes para practicarla.
Sabedores de que los militares, en la época, no solo eran trabajadores mal pagados mas tambien que bien alimentados, preparados física y mentalmente para la lucha armada nunca tuvieron, prácticamente, la oportunidad de ejercerla. A modo de comparacion diremos que lo mismo sucede con el hombre común, sin condiciones de liberar sus energías y sin fuentes de trabajo, camina hacia la violencia, las drogas, la prostitucion.
Los egresados de las Escuelas especializadas de Panamá (base militar de los EE.UU en la epoca) y de otros Países, integrantes de organismos que mantienen acuerdos Internacionales para preparar hombres especializados en tácticas antiguerrilleras, infiltración, combate y tortura trenadolos durante mucho tiempo. Esos hombres, esos grupos especiales, tendrían ahora la oportunidad de demostrar lo aprendido.
Gran cantidad de armas, material bélico y de represión fue vendida “compulsivamente” en la región. Especialmente a los Paises más pequeños y subdesarrollados, a aquellos donde predominan el desempleo, la prostitucion, el analfabetismo, el hambre, la corrupción administrativa, la ausencia de salud en sus poblaciones y una serie más de problemas que los caracterizan, incluyendo el alto índice de mortalidad materno-infantil. Y que, justamente, no son armas lo que precisan y si soluciones para estos problemas.
A todas estas tristes características se suma el tipo de comercialización impuesta: comprar “Si o Si”, sin respetar sus prioridades, debilitando aún más las magras economías nativas, para poder así llevarse en el “trueque” la materia prima esencial para su crecimiento, a cambio de viejos y obsoletos materiales bélicos. Que, con la aplicación del “Plan Cóndor,“ se podría justificar plenamente su adquisición.
Como ejemplo indiscutido de colonización, expansión y comercialización (especialmente de armas) impuesta por las grandes naciones, esta la pequeña pero estratégica isla del Pacifico, Las Malvinas, que por derecho territorial internacional pertenecería a Argentina, y que Inglaterra en antiguas campañas expansionista se adjudico como de su propiedad, dejándola durante años en el olvido.
En circunstancias en que el gobierno dictatorial de Argentina, empozado por “el Plan Condor”, enfrentaba serios problemas sociales, políticos, económicos con miles de jóvenes sin alternativas ocupacionales y ante la inminente posibilidad de un levantamiento civil, ese “gobierno” se propuso, la invasión y defensa de la isla para retornarla definitivamente al territorio nacional.
Era esta una antigua aspiración del pueblo, que con alto espíritu nacionalista se volcó a las calles dando apoyo incondicional para la defensa de la isla. El éxito (aunque transitorio) distrajo la atención popular que olvido sus reales problemas.
Esto alentó al dictador para materializar la ocupación militar del territorio y enviar refuerzos de armas y tropas, esperanzado de recuperar la popularidad é ilusionado conque Inglaterra dejaría pasar el hecho en beneficio de su recuperación política.
¡Craso error! Apenas pocas horas después poderosos barcos de combate ya estaban en camino as Malvinas transportando verdaderos profesionales de la guerra. Con armas de última generación dotadas de instrumentos y dispositivos láser para superar las dificultades nocturnas, ropas térmicas especiales para protegerse de fríos glaciares, aeropuertos metálicos desmontables y muchos otros adelantos bélicos que, indudablemente, no son vendidos a las colonias.
Seguro del exito el Iperio invadió por tierra, aire y mar trabándose en una lucha desigual que duro pocos días.
Una nueva y vil masacre infringida a un pais del tercero mundo. ¡Una más! Sólo que esta vez fueron segadas las vidas de miles de jóvenes reclutas despreparados y militares -victimas del desgobierno- en manos de mercenarios guerreros profesionales, preparados y pertrechados para sustentar la riqueza de su país aun a costa de la pobreza de otros.
El conflicto sirvió sin embargo para analizar el comportamiento de los países “Hermanos” de la región:
Chile ofició de informante de la “Gran Potencia” enviando datos esenciales desde su territorio que sirvió también de base.

* EE.UU. que se dice protectora y aliada de nuestros intereses, se alineó con Inglaterra - y así será cada vez que se deba dirimir conflictos con los del “Primero Mundo”- mostrando que para ellos no somos más que meros esclavos.
* El resto de los países “hermanos continentales” controlados por “gobiernos títeres”, apenas tuvieron el coraje para quedar como simples espectadores, o realizando pequeñas y cuidadosas acciones, casi a escondidas. ¡No fuera que el gigante se ofendiera y la emprendiera contra todos!

Lo más elocuente fue que si los mísiles utilizados por Argentina y vendidos por Francia (ejemplo en el mundo como moderna democracia cultural) colega del agresor, siendo ambos socios integrantes de poderosos grupos económicos, no hubiera vendido armas obsoletas, posiblemente la potencia invasora habría tenido, no digo la mayor derrota de su historia, sino una de las mayores pérdidas de barcos, armas y hombres (incluyendo el Principe Real) ocacionada por la aviación de un país del tercer mundo a una poderosa nación de la era moderna.

Existe una máxima árabe que dice: “Si un día te encuentras en la puerta de tu casa y ves a alguien arrancar el pétalo de una rosa de tu jardín sin pedir permiso y nada dices, otro día pasará y arrancará una rosa, otra un ramo de rosas, después entrará a tu casa y violará a tu mujer, tus hijas y: ¡Nada dirás!” Esta maxima es un zapato que se ajusta perfectamente al futuro de AL.

Como si fuese poco a los pueblos Latinoamericanos tambien les está reservado un “Ring Side”, una posición de privilegio, para mirar desde allí, como mudos testigos, las enormes destrucciones de sus selvas, territorios, contaminacion de sus rios, robo de sus riquezas naturales por los grandes y ambiciosos proyectos agroindustriales de “empresas multi nacionales”, y los inmensos cráteres abiertos por las grandes y poderosas empresas mineradoras. Pues cada tren que sale del Brasil con más de 200 vagones de hierro, en una secuencia de dos horas, a su retorno, si lo hiciera inmediatamente, traería como pago, el equivalente de un (1) vagón de zapatos o de pantalones jeans, Es este un ínfimo ejemplo de cómo las riquezas son sustraídas al continente.
La narración de 22 dias tambien es, apenas, un infimo ejemplo, aunque real, del comportaniento del braso armado del gobierno (el Ejercito e sus asesores) dentro de un plan regional preconcebido para acabar con movimientos, instituciones y personas discrepantes de su politica de enagenación, de entrega de su Patria.
No era suficiente, entonces, que el “Plan” fuera elaborado con precisión y dedicación, además, para lograr el éxito debía contar con la complicidad y la colaboración de “hombres”, autoridades e instituciones nativas.
Sin oposición, en este sentido, se aplicó desparramándose como “reguero de pólvora” en el resto del Continente.
Esta, no era la primera vez que las grandes potencias, imperios que se mantienen hasta nuestros días, elaboran planes y financian conflictos destinados a saquear y dominar a los pequeños países del Continente, en especial a los poseedores de enormes riquezas naturales.

Cien años atrás Paraguay país mediterráneo, era la mayor potencia social, política, económica y militar de la región. Utilizaba los ríos interiores del continente como vía de salida al exterior.
Siendo en la época uno de los mas importantes productores de tejidos del mundo, fue objeto del más vil genocidio realizado, dejándola endeudada y hundida en la miseria.
Inglaterra crea un violento conflicto bélico de las tres naciones vecinas, Uruguay, Argentina y Brasil contra Paraguay. El propósito no era únicamente aniquilarlo, mas también endeudar a los otros tres oponentes. Para ello deposita dinero (como préstamo) en sus bancos, para financiar la guerra, por este dinero pagarían despues intereses indefinidamente.
Esto no era suficiente. “El imperio” estaba desestabilizado económicamente, presionado por la mayor deuda externa de su historia. También creó una poderosa marina “mercante”, simples piratas que se escondían en la Bahía de todos los Santos (Bahía) y países de América Central para salir a robar en el Atlántico oro, plata y riquezas a los barcos de Países o de continentes vecinos, que por allí transitaban.
Las arcas imperiales fueron recuperadas, el déficit existente superado, matando con la acción “varios pájaros de un solo tiro”. El más importante era retirar de su camino al Paraguay, el más fuerte competidor industrial y comercial en el nuevo continente, peligroso escollo para sus intereses capitalistas expansionistas.

Al relatar estos 22 dias, queda esplicita mi intencion de desenterrar de mi memoria estos echos para que al irme definitivamente no me los lleve conmigo. No es posible la intencion de compararlos con otros 22 dias, 22 meses o 22 años de otros compañeros rehenes de la cruel dictadura y del periodo vergonzoso auspiciado pelos tristes señores Pacheco Areco, Bordaberry y los “uniformados” (solo eso) que los sucedieron en el poder. Dejar este y otros relatos para los jovenes das futuras generaciones será, tal vez, un camino para que no se vuelvan a repetir.




22 DIAS



# La República Oriental del Uruguay, es un pequeño y estratégico país, donde la lucha por la Ley Orgánica Universitaria llevó a toda la comunidad estudiantil a la calle, a la que se unieron todas las organizaciones sindicales de la capital y algunos Partidos Políticos. Sirviendo este echo como parámetro para narrar apartir de él, el desmantelamiento especial y sistemático de las organizaciones sindicales, políticas, sociales y estudiantiles. Digamos que fue la puerta que se habrio para permitir la entrada del “Plan Condor”.

El “Plan Cóndor” en Uruguay, a través de las “Fuerzas Conjuntas”, nombre que se le dio a la unión de todos los sectores militares responsables de la represión y a la que se unió la Policía Civil (militarizada para tal fin), poco tiempo despues de instalado comenzó a dar sus frutos. Consiguió infiltrar hombres en los movimientos populares. Logró las informaciones necesarias para la liberación de Pereira Reverbel, en la época presidente del principal Órgano Energético del Estado. Pereira estuvo meses en manos del M.L.N (Movimiento de Liberación Nacional), viabilizando ese hecho, la captura y prisión de cõmpañeras e compañeros del movimiento.


*** Pereira Reverbel, abogado y estanciero del Departamento de Artigas, ampliamente conocido por su homosexualismo, violencia y vínculo con los círculos políticos más corruptos, coordenava en el norte del país las acciones políticas y estratégicas, para el gobierno de su amigo y compadre presidente de la republica, Pacheco Areco.
La jefatura de Policía Departamental era controlada a través de Ariel Riani, oscuro estanciero y comerciante al que se creía vinculado al contrabando de ganado y al tráfico de drogas, perteneciente a una de las familias más poderosas de la región.
Juntos determinaron la prisión de más de 100 ciudadanos que participaban en un acto conmemorativo de homenaje al poeta y escritor español Antonio Machado Entre ellos se encontraban: representantes politicos de la comunidad, profesionales de la educación, sacerdotes, párrocos, jueces y otras autoridades, además del presidente del Comité Cívico. Una acción de venganza orquestada por ambos, por el rechazo que sufrían de la comunidad y los traumas acarreados desde su infancia. Nunca logro superar Riani (hijo) el echo de ser hijo de una madre soltera embarazada, abandonada y finalmente protegida por el estanciero Ángel Riani, en un acto de amor y nobleza, que se casó con ella reconociendo al niño en gestación, como suyo.
El caso de Reverbel y su compadre y amigo presidente de la Republica era muy otro, ambos formaban parte de un grupo con desvió de comportamiento, tremendamente discriminado en esa época, especialmente en el interior de un país como Uruguay, muy conservador. Eran ideológicamente de derecha, originarios de poderosas familias, clasista. Ambos solo necesitaban del poder político para concretar su venganza. Esta búsqueda desesperada, los unía.
En el cementerio de la ciudad de Artigas fue colocada, en una tumba, un letrero que decía: “Aquí yacen Pereyra Reverbel y Ángel E. Riani (h), bastardos de la ciudad de Artigas, enterrados en vida por sus arbitrariedades y desmanes contra la comunidad”.

# La prisión de los que eran y no eran vinculados a los movimientos, su tortura sistematica e permanente, permitió a las Fuerzas Represivas atar cabos, unir extremos, encontrar al elemento debil o propenso para la traición y asi deshilvanar la madeja del M.L.N., organización creada por la escisión del partido Socialista de izquierda que eligió la vía armada para acabar con la corrupción, la opresión, el hambre, la falta de trabajo y el deterioro social.
Entre otras medidas tomadas por el gobierno de Jorge Pacheco Areco, estaban:
- la militarización de los Funcionarios Públicos;
- desaparición de los Sindicatos;
- disolución de los Partidos de la Izquierda Nacional;
prisión de sus representantes populares, finalizando en la disolución del Parlamento Nacional.
Ordenada la prisión de Senadores y Diputados, así como de políticos que aun perteneciendo a partidos de centro o de derecha insistían en defender la democracia, la libertad, autonomía y dignidad. Los que no aceptaban un régimen impuesto por la fuerza, haciendo peligrar el “Plan” elaborado por ellos y sus aliados continentales.
Escapar solo era posible para los poseedores de una gran suerte o para los que contaban con poderosos aliados políticos externos capaces de brindarles urgente y eficiente vía de escape.


***Al intentar huir a la feroz persecución, saliendo para países vecinos, podían ser apresados o muertos por las “Fuerzas Conjuntas” con sus “grupos especiales” y de “inteligencia” que invadían los territorios vecinos, contando con la complicidad de sus gobiernos, como sucedió con Zelmar Michelini muerto en Buenos Aires. Y hasta países europeos, para matar o en el mejor de los casos detener a sus perseguidos para ser “interrogados”.
Con el tiempo muchos perdieron hasta la condición de detenidos o muertos, para ser conocidos en América Latina y el mundo como “los Desaparecidos”, existiendo movimientos, como “Las Madres de la Plaza de Mayo” en Argentina, que hasta estos días piden la aclaración de esas desapariciones, en las que se incluyen hijos de mujeres embarazadas en el momento de sus prisiones y la condena de los culpables.

# Wislon Faval, funcionario del Banco Republica a mas de 20 años, socialista, integrante de la lista 1955 de AEBU, fundador del Frente Amplio de Minas de corrales y integrante del Partido Socialista de Artigas. Después de haber sufrido una serie de prisiones en este departamento, fue enviado por el Banco, a Lascano, a 700 Km de su ciudad natal.


***El traslado afecto a nueve gremialistas enviados a diferentes sucursales del país, acto arbitrario como todos los que vinieron después y solicitado por Pereyra Reverbel, al Presidente de la Republica. Poco tiempo duro en ese destino, inmediatamente fue transferido, esta vez a Minas de corrales, en el Departamento de Rivera, despues vendrian La Paloma de Durazno y Tambores de Tacuarembó. Siempre con la intención de mantenerlo lejos de la familia y del centro de influencia política, y con la intención de que la fatiga causada por la persecución, desencadenara su renuncia al cargo que ocupaba en el Banco Republica.
En Minas de Corrales fue el único trabajador bancario que acató la Huelga General ordenada por la CNT. (Confederación Nacional de Trabajadores) como medio de informar a la población, alertarla y hasta oficiar de posible freno, a la dictadura que estaba queriendo implantarse.
Sus compañeros, dirigentes del Sindicato Bancario, también tenia la seguridad de que les quedaba poco tiempo para estar junto a sus familiares, pasando muy pronto a engrosar las futuras poblaciones carcelarias de Uruguay. Hecho difícil de ser creído por la mayor parte de la población que aunque politizada, estaba formada por una gran clase media, que se resistía a dejar de serlo.
Un país con un bajísimo índice de analfabetismo, consecuentemente muy escaso crecimiento demográfico. Esto que causaba un proceso acelerado de envejecimiento de la sociedad que, quedaba “acomodada”, compartiendo intereses que no conducían al camino del crecimiento económico y de la transformación de situaciones como:
- cinco trabajando para mantener un jubilado, para dos trabajando para mantener cuatro jubilados. Esto originava un gran déficit previdenciario.
Leyes sociales, propias para paises de gran desarrollo y con trabajadores sin una adecuada conciencia para utilizarlas motivando el sierre y disparada para el exterior, de fabricas, empresas e inversionistas.
El sistema bancario privado enmarañado dentro de grupos dueños de la corrupción internacional que vaciaban las arcas de la Republica drenándolas hacia el exterior.
El interior del país era formado de trabajadores rurales obedientes, sumisos a los poderosos propietarios de grandes extensiones de tierra. Desde la colonización, generación traz generación nacieron dentro de los campos y creían tener el deber de obedecer a sus propietarios.
Cifras abrumadoras hablarían posteriormente del alcance de la acción represiva. Un país pequeño y de una población de poco más de 2.800.000 habitantes, el 65% vivía en la capital, mas del 80% de los pobladores del país tuvieron a alguien en condición de perseguido o prisionero durante este período. Sin excluir políticos, empresarios, religiosos, profesionales, estudiantes o militares.
El pueblo perdió la aparente unidad nacional existente, se quito la mascara dividiéndose, presionado por los diferentes intereses personales e ideológicos; a nadie mas le era permitido el lujo de mantenerse imparcial. Nunca como en ese momento se le exigió a un pueblo hacer uso de sus verdaderos valores morales para no sucumbir ante la posibilidad de mejores sueldos, altos cargos, impunidad y otros tantos beneficios a cambio de una “vendetta.”
La familia, célula que sustenta la sociedad, se resquebrajó; pasarán muchas generaciones para que consiga recobrar su unidad, curar sus heridas, olvidar los rencores y odios causados por el impacto de ignorar los caminos y posiciones ideológicas adoptadas y sustentadas por sus seres queridos, integrantes del MLN, sustentadas tan secretamente, que ni el amor más profundo consiguió revelar.



# Al llegar a su casa, en la periferia de Minas de Corrales, le dijo a su mujer que no demorarían mucho en venir por él. Ella era Maestra, pero por su posición política no le permitían trabajar; millares de profesionales de la educación habían sido destituidos de sus cargos para pasar a ser ocupados por familiares de militares o por militares en retiro.


***La única oportunidad que ella tuvo de ocupar una suplencia por un mes, descubrió una serie de problemas raciales, sociales y de corrupción que sufría la Educación en Minas de Corrales. Los negros y pobres eran sentados al fondo, mientras que los hijos de comerciantes, estancieros y blancos ocupaban los asientos del frente. La merienda traída por los niños desde su casa iba a manos de la maestra; de ese modo se obtenían buenas notas y la simpatía de ella. Los más pudientes económicamente traían las mejores y más ricas meriendas obteniendo notas de privilegio.
Daniella, su hija, que no pertenecía al grupo de los ricos y no llevaba merienda para maestros, aun así tenia excelentes calificaciones y era muy bien conceptuada por su maestro, único profesional varón de la escuela. Fue propuesta por él como abanderada, premio al que son acreedores los mejores alumnos de los centros educativos en todo el país. La Directora se opuso, lo que era de esperar, pues ocupaba un cargo de confianza y con seguridad, tenia vínculos con el gobierno o con los militares. A ella se unieron otros maestros, alegando que los padres de Daniella eran de izquierda y no merecía portar el Símbolo Patrio. Fue tan fuerte la resistencia de su maestro en defensa del derecho, que resolvieron permitirle llevar la bandera del Departamento.


# Eran las 13:00 horas del domingo 12 de junio, había almorzado junto a su mujer y sus tres hijos, les explico lo que debían hacer en caso de que el lunes o en los próximos días fuera detenido, de suceder, debían estar concientes que podía ser por mucho tiempo. A quiénes recurrir si fuera suspendido del cargo, su posible y definitiva prisión, lo que significaría la vuelta de ella y los niños a la casa paterna.
Le recordó que tenía que actuar con calma y buen sentido, la situación sólo podría agravarse llegando a límites insospechables de violencia y descontrol, en especial por parte de los grupos encaramados en el poder. Sus consecuencias o lesiones psíquicas y morales causadas al pueblo y las familias podrían ser definitivas. El suponía que su mujer poderia contar con el apoyo necesario, existía en el ámbito familiar compromisos ideológicos y afectivos, ellos sabrían comprender, habían sido educados muy unidos y solidarios entre si.
Dante, uno de los hermanos mayores integraba el Partido Socialista, existiendo el riesgo de que al igual que él, llegasen a ser perseguidos y hasta detenidos.


***Alberto López (“El Gallego Tito”), integraba el Partido Blanco, el sector de ferreira Aldunate, de centro-derecha, al que pertenecía toda su familia, con excepción de su hermano menor, que formaba parte del Frente Amplio, la coalición de izquierda.
Alberto era compañero de trabajo, los unía una gran amistad que lo llevo a darle a Gabriella, una de sus hijas menores, como ahijada. Esto fortalecía la amistad que existía entre ambas familias.


# Resolvió hablar con Alberto lopez acerca de la situación comprometida que sin duda vendría, le pidió que en su ausencia les diera la asistencia que le fuera posible en caso de que su detención se extendiera por mucho tiempo.
- ¡Compadre, le respondio el gallego, con seguridad correremos la misma suerte, estamos en la mira de ellos y sin duda no tendrán ningún reparo en detenerme a mi también...!
- ¡Sí, concuerdo contigo!. Lo que me preocupa en realidad es cómo va a actuar la gente, si fuéramos detenidos. Tu no tienes mayor peoblema, eres de aqui, pero Yo no, mi mujer y mis hijos tendrían que irse inmediatamente del pueblo, pues correrán el riesgo de quedarse sin apoyo y perseguidos!
¡No, no creo! ¡Este es un pueblo muy solidario y no serían capaces de perjudicar a las familias, en represalia por nuestras posiciones políticas!
¡Ojalá que así sea, “Gallego” , ojalá que así sea! No debemos olvidar que esta implantándose una dictadura y la gente tiene mucha facilidad para aliarse a los medios del poder, en especial si es dictatorial.
¡Esta bien, en caso de que no me lleven puedes contar conmigo, además le diré a Socorro que se mantenga unida a la comadre!.
La duda era inevitable, por otras experiencias sufridas, muchos, sin ningun cargo de conciencia, sacaban provecho de esas situaciones. Se separaron después de un fuerte abrazo y una inevitable carga emocional causada por las circunstancias adversas.


*** Minas de Corrales quedaba a 100 Km. de la frontera con Brasil; 70 u 80 años atrás fue un centro minero explotado por ingleses, españoles, franceses y alemanes. Su gente tenia un serio radicalismo hacia la derecha, fruto tal vez del tipo de colonización causada por la fiebre del oro, en especial por la influencia alemana que, aunque transitoria, dejó las secuelas del radicalismo nazi.
Era una sociedad formada por una economía rural de pocos pero grades, poderosos estancieros y la mayor parte de pequeños y medianos productores, la mayoría con la psicosis creada por el capitalismo que los atemorizaba con la posible perdida de los pocos bienes que poseían a manos del comunismo. Al final, esto, terminaba siendo cierto, solo que quienes quedaban con sus tierras no eran los comunistas y si los grandes estancieros y latifundiarios que los rodeaban. Siempre al acecho, con la seguridad de que no podrían resistir la sofocante situación económica y terminarían vendiendoles sus propiedades “a precio de banana”, al decir popular.
Ricos y conservadores se erizaban al solo escuchar hablar de la “REFORMA AGRARIA”. Mantenían el control de los hombres que trabajaban en sus tierras que en su mayoría habían nacido en ellas manteniéndose obedientes a las ideas practicadas e impuestas por ellos, los consideraban su propiedad por herencia, hecho fundamental en la definición del voto en los pleitos electorales.
El interior de Uruguay contenía el 35% de la población del país y se mantenía asi, política y estructuralmente, sin cambios, por mas de cien años. Cuarenta familias eran las dueñas de la tierra, por lo tanto dueñas también del destino de sus hombres y de sus descendientes, a los que mantenía lejos de la educación y ligados a la tradición, que exigía lógicamente “fidelidad y lealtad” a sus patrones.
A estos grupos también se sumaban gente pobre, muy pobre, que al no vislumbrar salida a su situación se vendía al mejor postor en busca del sustento diario, lo que era aprovechado por los “grandes señores”.
No podemos descartar, claro, los grupos formados por aquellos que tenían una lúcida posición política ideológica de derecha, “nazi-fascistas” integrados o simpatizantes de TFP(Tradición Familia Propiedad), estos eran los más violentos y planeaban minuciosamente sus acciones.
En una oportunidad incendiaron en Minas de Corrales la casa de una familia comunista. La reacción inmediata de toda la población, ayudando en un acto solidario espontáneo a retirar muebles y ropas amenazadas por el fuego, los dejó mal parados. Tiraban bombas de alquitrán, pintaban los muros y paredes de las casas de quienes no compartían sus ideas, organizaban marchas y actos contra sus opositores.
En realidad todas estas acciones eran negativas y en nada mejoraban las necesidades primarias de la población que no veía sus actuaciones con buenos ojos. Contaban sin duda con el apoyo incondicional de las “autoridades” como el señor comisario, el presidente de la Junta local, la Cooperativa Rural (aunque no de todos sus integrantes), de políticos de la misma tendencia a nivel Nacional y hasta de grupos internacionales que los orientaban y daban sustento económico.
El peligro de su existencia radicaba en el forma con que alienaban, preparando a los jóvenes y adolescentes, transformándolos en instrumentos de organizaciones internacionales de derecha, encargadas de practicar y fomentar la violencia. Dentro de la propia policía y el ejercito existían grupos preparados y destinados a darles apoyo, cobertura y armamentos si fuera necesario.
Ser de izquierda en esos pequeños poblados, significaba no solo peligro físico, tambien suicidio social.


# Wilson, siempre participó de todas las actividades de la comunidad; individualmente algunos intentaron perjudicarlo, comprometerlo; colectivamente en muy pocas oportunidades, en todos los casos muy tímidamente. En el pueblo, la gran mayoria, intimamente, desconfiavan de su posición MLN sin decirlo publicamente, aún asi había conseguido el respeto de los grupos más retrógrados y el cariño de las comunidades más pobres, defendiendo sus ideales de frente, por encima de todos los intereses, costara lo que costara y sin discriminar color, raza, religión o posición política. Siempre consideró que el hombre debe tener la oportunidad de cambio, nunca le saco el cuerpo a la lucha franca, frontal, era leal y sin rencores.
Era incapaz de vencer y humillar o denigrar a sus adversarios, evitando con este comportamiento las secuelas que se originan y que no tienen fin desahogandosé unicamente con la venganza.
Era algo así como dejar correr la vida con naturalidad, sin ahislarse, o encasillarse publicamente en sectores que lo separasen de los diferentes grupos sociales existentes y sin violencia, si esta no fuese necesaria.
Esa noche se puso dos pares de medias, dos pantalones y una camiseta gruesa por debajo de la camisa; tenía que prever lo que podría venir. El invierno había comenzado con todo su vigor, por axperiencias anteriores sabía que sería detenido pero no sabía a que hora, adónde iría a parar ni en que lugar tendría que soportar el frío imperante. Aunque se acostó vestido nada ocurrió, a no ser la enorme inquietud, un sueño sobresaltado, lleno de imágenes, figuras y lugares indescifrables.
Al despertar, reconoció sentirse un poco decepcionado con su sentido intuitivo, aunque no lo manifestó a su esposa, ella también no mencionó el tema, era como si hubieran errado en el tiempo y no en los hechos, por ese motivo no sentía alegría por el contrario sabían que lo imaginado iría a suceder.
Debía realizar algunas tareas en el centro del pueblo, para ello tenia que pasar frente al local Policial donde percibió movimientos ajenos a lo acostumbrado. En la puerta estaban varios policías, eso no era usual, salvo que estuvieran acuartelados requiriendo más efectivos de los necesarios, en ese caso el motivo seria con seguridad “El Golpe de Estado”.
Uno de los agentes lo vio y corrió al interior del predio, como tratando de avisar a alguien. En el fondo, del patio pudo observar un camión militar, eran inconfundibles el color verde oscuro, gran tamaño y su toldo. Al regresar, como medida precautoria lo izo por otras calles, si bien no pensaba huir no debía precipitar los acontecimientos.
Era habitual que al ir a su trabajo dejara a su hija mayor, Daniella, en la escuela, que casualmente quedaba próximo a la comisaría policial, lo que inevitablemente exigía pasar por su frente. Al pensar en todo eso resolvió dejar a la niña dos cuadras mas abajo, no sin antes darle un beso fuerte, acariciar sus rubios cabellos y decirle:
- Hijita, suceda lo que suceda, manténgase tranquila y cuide a su madre...”
Como era su costumbre ella miraba a la distancia para concentrarse en lo que se le decía; tenia apenas seis años y ya conocía el dolor causado por la injusta y cobarde persecución de los intolerantes, los incapaces de convencer por la razón, los pobres de espíritu y los dueños de la fuerza mal empleada, en varias oportunidades lo habia visitado en la carcel de Artigas. Después lo enfrento con sus enormes ojos azules, sacudió su cabecita confirmando haber entendido, lo beso y se fue.
Quedo mirándola sin saber si la volvería a ver, con un nudo en la garganta y unas ganas enormes de correr y abrazarla para no dejarla ir, para protegerla y tal vez protegerse. Daniella giro su cabecita y lo miro nuevamente, seguramente extrañada por no oír el motor del vehículo. El la saludo con la mano y la niña le respondió de la misma forma.
Giro el vehículo en la esquina próxima, en dirección al centro rumbo al Banco. Su mente práctica y entrenada por las tareas gremiales y políticas, acostumbrada a las permanentes persecuciones, dejo atrás las instancias vividas con su familia para ubicarse, objetivamente, en las nuevas instancias a resolver y vivir.
No pasar por la comisaría fue una decisión intuitiva y acertada, si lo detenían no debía ser fuera de la institución a la que había servido durante mas de veinte años. Además debía quedar registrada su detención como medida de precaución. Aunque sabia muy bien que su salud física y mental, su propia vida, una vez detenido solo dependían de los torturadores del régimen.
Un poco más de media hora había transcurrido desde su ingreso a la sucursal bancaria que permanecía cerrada, aun no era la hora de apertura cuando fueron rodeados por hombres del ejército en pie de guerra.
El pueblo entero se había volcado frente al edificio, entre curioso y asustado observaba los hechos a los que evidentemente no estaban habituados.
Un militar de rango, sin identificación, se apersonó a la ventana de la Gerencia peguntando:
- ¿Quién es el Gerente? ¿Es Ud.? Venimos a buscar al señor Wilson Faval. ¡Abra la puerta!... ¡Es una orden! ¡O la abriremos por la fuerza!
- ¡Es por mí que vienen Gerente, no se comprometa!
Minutos, antes el y el “Gallego” quemaban en la caldera de la calefacción, todo lo que había de comprometedor: panfletos, cartillas, instrucciones sindicales. Su aguda intuición, herencia de su abuela materna y su madre no había fallado, en su inconsciente, esa era una de las razones de su urgencia por llegar al Banco. Debían ser precavidos, no podían comprometer a sus compañeros ni a Piriz Bargueño, el Gerente.
- “¡Oficial, haga lo crea conveniente y considere que deba hacer, dentro de sus limites! ¡Yo no puedo abrir, no es la hora y no tengo orden superior!
Piriz era un gran profesional bancario, profesor de matemáticas con ideas progresistas y con un profundo sentido de responsabilidad, justicia y dignidad. Conseguía mantener el equilibrio entre las cosas más heterogéneas: su deber y lealtad para con el Banco, honestidad para con el cliente y justicia para con sus compañeros.
Con la respuesta aumentó la tensión ante la posibilidad de que los militares usaran de la fuerza, felizmente el buen censo superó al descontrol y abuso de autoridad, que en esos tiempos era común, esperando los 15´ que faltaban.
El oficial ya había percibido la intención de Wilson de entregarse, sin resistencia. Aun así, desde el exterior, controlaban todos los movimientos de los funcionarios, rodeaban el edificio con gran nerviosismo y aparente temor de que pudieran evadirse o tal vez hasta de ser atacados.
Las confrontaciones entre la policía y él ejercito, con los guerrilleros, aunque el pueblo no sabia, ja habian comensado en la sierra de la Bajada de la Pena pocos quilometros de alli. Finalmente eran hombres como todos y por mas preparación física y psicológica que tuvieran, al iniciar una confrontación, era inevitable el miedo como efecto de su responsabilidad.


*** El Ejercito en otras oportunidades, ya después de implantada la dictadura, cumpliendo órdenes superiores y sin dar explicación alguna, habrían de llegar para llevarse todo el dinero existente, guardado en el Tesoro de las Sucursales. Lo repitieron así en todo el País “desvalijándolo” arbitrariamente sin que nunca mas se supiera el destino dado a esos recursos. Solo comprendido mucho tiempo después al comprobarse el enriquecimiento de las más altas esferas militares y gubernamentales de la dictadura.
Jugosos depósitos bancarios en el extranjero, posesión de lujosos vehículos y mansiones, viajes de placer de los jerarcas y sus familias, fiestas y más fiestas de las “Mil y una Noche”, estancias con grandes extensiones de tierra repletas “hasta los dientes” de ganado y muchos otros beneficios más simples como:
La multiplicación de sus sueldos, la elevación de jubilaciones y pensiones a niveles exorbitantes, dignos de verdaderos Príncipes Árabes; el establecimiento de gigantescos hospitales y Clubes Militares, la creación de Instituciones Sociales de atención a las nuevas clases emergentes, surgídas como por encanto, sin saberse de donde salían los fondos para fundarlas y sustentarlas.
La construcción de Mausoleos para sus héroes que, si bien formaban parte de la historia del País, no eran, como el de Artigas reconocido por el pueblo como tal.
Las obras militares surgían por todas partes: obeliscos, monumentos y otras obras así como el reconocimiento de obscuros militares en la historia, que ellos hacían resurgir ahora como si fueran grandes hombres.
Era como decir: “Todo lo que los civiles nos negaron ahora lo hacemos nosotros.”
Durante la existencia de la dictadura muchas veces intentaron justificar su pésimo comportamiento como retorno del mal ejemplo dado anteriormente por los “Politiqueros” de turno. La diferencia estava en que su misión constitucional, delegada por el pueblo, era la de cuidar, velar y salvaguardar la soberanía Nacional, mas... eligieron la de: “ ¡ Ahora nos toca a nosotros!” Si la conmoción interna estaba haciendo peligrar la seguridad de la nación, su obligación era recuperar la estabilidad y devolver el poder a quien correspondía: al pueblo.
En contrapartida, a los trabajadores del país los aniquilaban económicamente, retirándoles beneficios conquistados durante una vida de existencia y saqueando las arcas de instituciones creadas y financiadas por los propios trabajadores, que nunca mas tendrían la oportunidad de recuperar.
Los militares asumirían los más altos cargos de gobierno sucediéndose en ellos por indicación directa, como un derecho hereditario, realmente una violación colectiva de la corporación: “!Ahora me toca a mi! E no sera, porque no queremos que sea, por la vía de las elecciones democráticas.” Curaban así sus traumas considerándose tratados, según ellos, como ciudadanos de segunda categoría, postergados por los civiles.
En una ocasión organizaron un evento ecuestre en la ciudad de Rivera. Trajeron caballos de todo el país, montaron una estructura gigantesca: panadería, fábrica de fideos, cajas y más cajas de whisky, camiones de manzanas y zanahorias para sus equinos, llegando al colmo de acabar con el suero fisiológico de las dos ciudades Santana do Libramento y Rivera.
Tomaron por su cuenta “boites” y prostíbulos, con gastos sin restricciones, una espectacular orgía del “ verde caqui “ que la población de la época no olvidará.


# Era el medio día del martes 05 de junio de 1972.

Al abrirse la puerta del Banco entraron enloquecidos, con los ojos desorbitados, Wilson salió a su encuentro, tratando así de evitar posibles desmanes contra sus compañeros.
Fue colocado de brazos abiertos apoyados contra la pared y con las piernas también abiertas, paloandolo de arriba a bajo; luego lo sacaron del edificio e fue introducido casi a empujones en un enorme camión militar.
Un pueblo entero observaba desde la calle, algunos callados y hasta sufriendo por las consecuencias de la acción, otros especulando y los terceros, cuando no, alegres y como diciendo “al fin estamos libres de ese comunista”.

*** En aquellos tiempos utilizaban la denominación de “comunistas” para catalogar a todos los que de alguna manera no tenían las mismas ideas que “ellos”. A las minorías pensantes, puesto que las mayorías la formaba la propaganda tendenciosa difundida a través de los Cines, la Televisión, los Diarios, o el miedo. Sembrando el terror enseñavan de que los comunistas les quitarían a sus hijos (lo decia el gobierno) aunque nunca se supo para que, pues, los llamados “comunistas”, siendo o no siendolo, bastantes dificultades tenian para criar a los suyos. Atemorizaban impidiendo definirse políticamente. En realidad todo eso era consecuencia de la famosa “Guerra Fría”, llamada así por la confrontación entre las dos mayores “Potencias Imperialistas” que dominaban el mundo.

# Recorrió aquellos rostros con la mirada, conocía a todos y sabía lo que pensaban, estaba tranquilo y consciente del momento que le tocaba vivir. No era, por cierto, una circunstancia fortuita fruto del capricho del destino, sino una elección política individual que evitaba hacerlo negligente, conformista. Desde los doce años, cuando resolvió trabajar en busca de su independencia económica, había dejado también de ser omiso y asumió su responsabilidad como ciudadano.

*** A espaldas de la multitud que observaba, como una enorme pared, se veian los cerros. En la pequeña placita el monumento al Prócer, orgullo nacional. Testigo mudo de la acción de los soldados que cumplían las determinaciones del “Plan Cóndor” creado especialmente para el continente. Tal vez similar al complot que, en las luchas libertadoras, lo llevo a exilarse en el Paraguay.


# Lo subieron al enorme camino obligándolo a sentarse en unos bancos colocados a lo largo de las laterales. Pocos minutos después subieron al Dr. Juan José Di Génova, ambos eran companheros politicos e amigos, como lo eran las familias. Se miraron y él recien llegado levantó ambas cejas como interrogándolo, una forma simple de decirle: ¡Aquí estoy, la cosa comenzó! ¿Te han hecho algo?
¡Hola Dr.! – le dijo para tranquilizarlo.
“¡No pueden hablar entre sí, están detenidos e incomunicados en el marco de las Medidas Prontas de Seguridad!“
Minutos después se escucharon los ruidos que hacían las herraduras de las botas militares al correr sobre el concreto de la calle, despues subieron junto a ellos, quedando unos frente a otros.
El camión se puso en marcha, descendió una gran ladera y dio vuelta en una esquina; percibió que se dirigían en dirección a su casa, al otro lado del pueblo.
El Doctor había sido detenido cuando llevaba, en su auto, a sus tres hijitas, una pequeñita de dos años que lo acompañaba y las de cinco y seis años que iban a la escuela. Una violencia innecesaria que nunca olvidarán. Quedaron llorando, solas, sin saber que hacer dentro del vehículo, ante la mirada atónita de gran cantidad de escolares, maestros y padres. El Dr. Di Génova discutió durante varios minutos en la calle, pidiendo a los soldados que le permitieran llevarlas hasta su casa; accedieron después de muchas discusiones, acompañándolo.
Todo esto Wilson lo supo después, una vez liberado, por Daniella su hija que, en ese momento, llegava para entrar a a la escuela. Ella no sabia que en ese mismo instante, otro grupo de militares, hacían lo mismo con él en el Banco.
Di Génova era un gran profesional de medicina general. Años después, una vez liberado, se especializaría en ginecología. Quatro años de médico rural en Minas de Corrales, le habían dado una vasta experiencia. No se sujetaba a día ni horario para atender, estudiaba diariamente para mantenerse actualizado y a los pobres los atendía sin poner condiciones ni costos.
El enorme camión se detuvo en la puerta de la casa de Wilson, que quedo aprensivo cuando vio que dentro de su domicilio estaban ya interrogando a su familia y revisándolo todo. Minutos después pidió para hablar con su esposa, el oficial le preguntó:
- ¿Para qué?
- “Quiero despedirme, le dijo, nunca salgo sin darles un beso”
No sabia que ella también había pedido para hacerlo. Entro casi sin ver nada a su frente, cuando se ponía nervioso se le nublan los ojos.
- ¿Sucede alguna cosa? - le pregunto asu mujer.
- “¡No, no sucede nada, puedes quedarte tranquilo¡”
Su hijo mayor, Ernesto, miraba todo lo que sucedía.
- ¿Esta todo bien, m’ijo?
- ¡Sí esta todo bien!
Los militares revisaban la biblioteca, los canteros de verduras de la quinta, el pozo de agua, los sofás, los colchones; les llamaba la atención todo, hasta el mural de su hijo Ernesto con un viejo sombrero y una ametralladora de juguete.
Mientras permaneció dentro de la casa sus ojos y todos sus sentidos, estaban pendientes de lo que allí estaba ocurriendo. En un instante recorrió todo con la mirada para asegurarse que nada había sucedido. Miro la cuna donde descansaba Gonzalito el menor de los hijos los beso, agradeció al soldado y le dijo a ella:
¡Hasta luego mama! - esa era la forma como llamaba a su mujer desde que nacieron los chicos. Siempre le decía hasta luego, aunque esta vez sabia que no volvería tan pronto.
Lo condujeron de regreso al camión, percibió que los soldados se disponían a comer unos embutidos, según hablaron entre ellos, era lo único que tenían, habían salido a primeras horas de la mañana y en la urgencia olvidaron del pan. Sin preguntar si podía hablar o no, les dijo:
- ¡Pídanle a mi esposa!
Los soldados se miraron entre si, dudando.
- ¡Hagan lo que les he dicho, en mi casa hay pan para todos y no tiene veneno!
Percibió un leve movimiento de aprobación realizado con la cabeza por quien parecía ser un cabo o sargento, pues no tenían identificaciones visibles. Algunos segundos después un soldado volvió con los panes, agradeciéndole. Ya en el camión, antes de salir, le entregaron una gruesa y abrigada campera que su mujer le enviaba.


*** Blanca, su esposa, tenía 31 años; joven y bonita, de 1.60 m. de altura, con pelo castaño casi rubio, ojos de un verde-azulado, boca carnosa, nariz pequeña. Había oportunidades en las que se sorprendía con valor que no condecía con su apariencia física, tenia entereza y gran cariño por él y sus hijos.
Eran primos hermanos, ya a los 7 años jugaban a ser novios, mas tarde él fue a vivir a la Capital. Blanca sufrió mucho cuando Wilson se caso con Nene su primera esposa. Blanca e el tenían 20 años, ella viajó desde Artigas para verlo y lo encontró ya novio y a punto de contraer nupcias. Aun así realizó algunos intentos para que cambiara su decisión, pero nada lo haría volver atrás, salvo Dios o tal vez el propio destino.
Once meses después falleció Nené, estaba finalizando el último mes de un embarazo, una meningitis bacilar hizo crisis debido a la pérdida de sus defensas orgánicas. Quedo solo y con una niña recién nacida, a la que puso bajo la responsabilidad de sus padres. Volvió desde la capital en busca de Blanca, de su mente no se había borrado la imagen y supuso que tal vez fuera el mejor camino para retomar el sentido de su vida y la de su pequeña hija.
Fue un corto noviazgo, el tiempo poco debía aportar a ese relacionamiento ligado desde siempre por invisibles pero fuertes lazos. Diez meses después se casaron. Dos años mas tarde ella finaliso su carrera de pedagoga. Forma parte de una familia de educadores, excelente dibujante, disfruta de un oído privilegiado para el piano y el acordeón. Cuando se trata de defender a su marido e hijos desaparece su aparente fragilidad; su familia está ligada a los partidos políticos de centro de izquierda y socialistas, siendo extremadamente unidos.
Su padre, muy joven había pasado la frontera por discordar de su progenitor e ingresado en la policía de Uruguay como escribiente, de donde salió perseguido políticamente por negarse a compartir las violencias practicadas por los jefes políticos de la época, pasando momentos economicos muy duros junto a su numerosa familia.
Blanca es una de las menores de nueve hermanos, de los cuales siete eran maestros, un militar y un bancario. Sufrió dos veces, las prisiones y persecuciones a que los sometía “El Régimen”: con él y con sus familiares.
Él la amaba mucho y tenía miedo acerca de su seguridad, estaba relativamente informada de sus actividades políticas y sindicales. En la época, como dice el lenguaje popular: “lo mejor es saber menos, que más saber”. Aunque esa posición no parece muy convincente, fue la única que salvo a mucha gente de las garras de la dictadura, hubo momentos en que la intensidad de la tortura hacia que hasta los inocentes se auto culparan.
Wilson en muchas oportunidades llego a pensar que lo mejor seria separarse de ella para no comprometerla. Al pasar el tiempo, para muchos de los detenidos, eso se hizo realidad. Algunos, presos por muchos años, pensaron que la separación matrimonial sería una solución para sus parejas, pues así podían rehacer sus vidas. Eso no sucedería nunca con ellos, su esposa, hijos y su ideología eran el motivo constante de su vida y de su lucha por un futuro mejor, para todos. Había llegado a Minas de Corrales después de una larga peregrinación por diferentes sucursales del Banco. Después, diez años mas tarde, al decretarse una amnistía para los millares de “Perseguidos Políticos“ de la dictadura, fue el único que el Gobierno de turno se dio el lujo de no reconocer como tal y más grave aun, los de su misma clase no lucharon para que lo hicieran.


# El camión fue saliendo del pueblo sin mucha velocidad. Luego de recorridos aproximadamente 2 Km, justo en la entrada del pueblo, el vehículo paró. Uno de los militares que parecía ser un cabo vino hacia él, mientras otro soldado se dirigía a su compañero. Sostenía en sus manos: Algodón, venda y una capucha de color verde hecho para los capotes militares.
¡Discúlpeme!... - le dijo casi imperceptiblemente-, al parecer para que los otros no lo escucharan o, tal vez, pensando que era lo único que podía hacer para justificarse.
Percibió a lo que el soldado se referia, sería vendado y encapuchado
¡Cumpla con su deber!
Le puso primero el algodón, después la venda y por último, la capucha. Todo había desaparecido, era la oscuridad total y cruel. Aun le quedaban los sentidos del oído, el olfato, el gusto y el tacto, este último bastante limitado por las esposas que mantenían sus manos a las espaldas. Automaticamente, sin pensarlo, tal vez por los constantes execicios realizados, su mente se preparó para nuevas experiencias.
Comenzaron a pasarle por la memoria (se esforzaba para ello) las imágenes del camino que, durante más de dos años, recorría con los ojos abiertos, surgiendo ante el con total claridad. Conocía cada curva, cada cerro, cada árbol y la belleza del paisaje habia permanecido intacta grabada en su mente hasta ese instante.
Al tomar conciencia de la situación que comenzaba a vivir, comprendía que, de cualquier manera, debía suplir el sentido que se le había quitado por los otros cuatro que le quedaban, no sabia por cuanto tiempo y si algún día, puderia volver a utilizarlos. Todo era muy sencillo, muy claro en este confronto, sabiendo el tipo de enemigo que tenia ante si entre las posibilidades estaban: la de desaparecer definitivamente o que simplemente viniesen a devolver(con mucha suerte) a su familia el cadáver.

*** Al navegar un barco deportivo por el Océano Pacifico, sus tripulantes avistaron un puerto de concreto abandonado hacia el que se dirigieron para reponer energías, se sorprendieron grandemente al percibir que su piso era delgado y por la erosión del tiempo el concreto se había roto, apareciendo a flor de tierra el relleno de cadáveres, allí ocultos, por las dictaduras represivas y carniceras del “Plan Cóndor”.
En las bellas playas del Este de Uruguay, por algún tiempo, diariamente, aparecieron grupos de cinco o seis cuerpos de personas mutiladas, no ciertamente por los peces, pues seria mucha casualidad que estos se dedicaran a comer solo ojos, dedos, orejas y dientes. Eran cuerpos de muertos de la represión arrojados por aviones de otros países vecinos, queriendo tal vez culpar a sus propios “aliados” uruguayos (si es que se les pueda llamar asi).
Un sub-oficial de la dictadura Argentina, cansado de soportar el pesado fardo de su conciencia, desde Europa donde se exiló, denunció, entre otras cosas, que se transportaban prisioneros en aviones militares y aun con vida, eran arrojados al Océano Pacifico congelado y que, en una de esas muchas veces de vuelos de la muerte, un preso se aferró a su “verdugo” arrojándose junto con el.


# Cuando iban a entrar en la curva de los Iraola, sorpresivamente paro el convoy..., pensó:
“¡Creo que la cosa va empezar antes de lo imaginado!”.
No había motivos para detenerse allí, era un descampado sin ningún tipo de vivienda. Recordo, apareciendo en su mente un árbol solitario e penso que debia ser alli que habían parado, a la derecha del camino y en el comienzo de la curva, era la parte más alta de la carretera.
Para él y para sus hijos, el lugar les era muy familiar pues anualmente, en las etapas del rally automovilístico “19 capitales” que por allí pasaba era el lugar preferido, para apreciar desde esa posición privilegiada el descenso de los vehículos en las cuatro curvas simultáneas existentes.
Al bajar del camión con la ayuda de los soldados, comenzaron a descender rumbo a una gran hondonada próxima, Di Génova y Wilson no podían ver. La conversación de los militares era entrecortada:
- ¡Tráelo! ¡Con cuidado! ¡Ahora bajen al otro! ¡Tráiganlos!
Comenzaron a descender la pendiente, alguien lo tomaba del brazo ejerciendo fuerte presión sobre él. Las piedras se interponían entre los pies, en cada momento estaba a punto de perder el equilibrio por los desniveles del terreno, eso hacía que el soldado apretara aún más. El ruido forzado del motor de un vehículo subiendo el cerro y el grito cortante de un oficial, fácil de identificar por lo imperioso de su voz:
- ¡Siga, siga!.- gritó.
- ¿Pasa alguna cosa? – preguntó el recien llegado.
- ¡No, nada, siga, siga!.
Wilson inmediatamente reconoció la voz del “Loco Sosa“, un camionero del pueblo, al que lo unía una buena amistad. Wilson era juez de fútbol y Sosa jugador de Nacional (un equipo de fútbol de la liga de Minas de Corrales).
Sosa con seguridad los había reconocido. Al llegar al pueblo, al comentar lo visto, la gente le contaría los pormenores de la detención realizada por los militares.
El vehículo del salvador fortuito continuó su marcha, forzada al principio por la acentuada subida y más rápido después, hasta perderse su sonido, poco a poco, en la distancia.
Sintio, inevitablemente, grandes deseos de irse con él y salir de aquella situación, pero esos pensamientos consiguieron permanecer por poco tiempo en su mente. Nuevamente retumbo la voz del oficial:
- ¡Vuelvan, vuelvan rápido, no es bueno continuar aquí!
Al parecer sus intenciones no eran las mejores, solo cabia agradecer la aparición fortuita del amigo Sosa, no seria posible imaginar lo que podría haberles sucedido, en medio del campo y en manos de gente descontrolada, con anciedad por praticar lo aprendido nas escuelas de tortura o con Dan Antony Mitrione.
Otra vez el drama de subir al camión, desde arriba los soldados los levantaron en vilo, sintió después un par de manos en sus hombros presionarlo hacia abajo para que se sentara.
Continuaron el camino sintiendo en el cuerpo las consecuencias de la carretera de tierra y la dureza característica de ese tipo de vehículo militar. Diez minutos después llegaron a un cruce de caminos llamado Manuel Díaz, donde existe un control policial, un puesto de gasolina, un restaurante y el encuentro de la ruta vecinal de Minas de corrales con la ruta Nacional que conduce, hacia el norte a 90Kms., la frontera con el Brasil y para el sur, con la capital Uruguaya, Montevideo, a través de 500 Km de asfalto. Aun con los ojos vendados fácilmente pudo identificar el paraje. En la memoria localizo la curva hacia la derecha, el sonido que comenzarían a emitir las cubiertas del camión contra el asfalto, confirmarían su hipótesis y la seguridad de que estaban dirigiéndose a Rivera, la capital del Departamento. Salvo que mediara alguna orden de desvió.
El convoy no paró a partir de ahí, la velocidad aumento, mentalmente calculó que recorrerían los 90 Kms. que los separaban de la ciudad, en aproximadamente una hora y media, el silencio era total, solo se escuchaba el barullo del potente motor.
Parecía que nadie tenia nada para hablar y todos permanecían absortos, preocupados. A no ser que los soldados, cansados durmieran; Como decía el viejo Horacio Guaraní: “....Estamos prisioneros carcelero, yo detrás de estos gruesos barrotes y tú de miedo... “


***El recorrido, en auto propio, normalmente los fines de semana con su familia, cuando iban de compras al Brasil en busca de mejores precios, era costumbre hacerlo en menos de una hora. Admirando el paisaje de altas mesetas y verdes llanuras. Si viajava en ómnibus, aprovecharía para dormir, descansando de las interminables horas de trabajo en el Banco, en la Radio y en la Asociación General de Autores de Uruguay. Ahora, en estas circunstancias, la mente y sus sentidos estaban exclusivamente dedicados a pensar y analizar lo que podría suceder en manos de los militares.


# Percibió la llegada al control policial de acceso al área urbana aunque no pararon solo fue realizada una leve disminucion de velocidad. Su memoria se intensifico, comenzando a recorrer las calles de la ciudad, silenciosamente, por sus nombres. Era un ejercicio mental que desde hacía algunas horas estaba imponiéndose a fin de entrar en su inconsciente, apartándose de la realidad, para cuando fuera necesario. Memorizo cada esquina, busco referencias en su memoria, agudizo el oído y el olfato, “tenía que saber a dónde los llevaban”.
Se había colocado en la situación de presidiario y no dejaría de lado la posibilidad de fuga, para ello debia percibir oportunamente lo qué estaba sucediendo y donde. Dentro de la situación si, pero atento, informado, en lo posible,
Por las características del recorrido iban rumbo al cuartel, lo que fue confirmado cuando comenzaron a subir una larga y transitada ladera de una de las principales avenidas de la capital departamental que unía el centro con la periferia. Doblaron a la izquierda e se detuvieron frente a lo que creyó, sería el portal principal del Cuartel Militar, se escucharon el ruido inconfundible, en aquellos tiempos, de botas contra el pizo.
La sensación de frío aumentó ostensiblemente, debian estar a la sombra del portal, a esta, ademas, se unia la incertidumbre y el miedo que comenzaban a acompañarlo.
El ruido de gente corriendo y voces de mando, evidenció el acceso a la plaza principal del Cuartel del Cerro. El camión recorrió lentamente caminos internos, el escape multiplicó su ruido en las paredes, descendió por el empedrado y paró. Los hicieron bajar, una operación repetida en las últimas horas. Tuvo la sensación de que gesticulaban a su alrededor, evitaban hablar, alguien lo tomó del brazo conduciéndolo. Pasó por su mente algo similar a la sensación que deben tener los ciegos.
Fue introducido en un recinto donde alguien, un soldado talvez, le pregunto el nombre. Sentia el movimiento de hojas, una y otra vez, de un cuaderno o libreta que pasava, primero lentamente despues nerviosamente. Le retiraron el cinturón, la corbata, cordones de zapatos y los documentos
Nuevamente salieron bajando un camino empedrado, lo sentia bajo sus pies, a los lados percibió que pasaban entre dos paredes, puesto que cambiaba la temperatura ambiente al pasar. A su izquierda el ruido y el frescor del agua, como si fuera una gran pileta. En su pensamiento apareció una de las más características y crueles torturas utilizadas en la época: “ el submarino.”
Un escalofrío corrió por su cuerpo. Los traumas dejados por dos accidentes donde casi muere ahogado, afloraron a su mente: Uno a los 4 años, cuando cayo en un pozo y otro a los 16, en la playa Positos de la ciudad de Montevideo.
Se detuvieron al parecer frente a una puerta donde había una persona, debía ser un soldado haciendo guardia, por el olor que salía de la abertura no había dudas que era una caballeriza o algo parecido.
- ¡Te encargo este, es el primero.
- ¡No te preocupes a la noche estara lleno!
Lo hicieron entrar, era una puerta estrecha y el olor a estiercol y horina de animales aumento notoriamente hiriendo sus sentidos. Después de pasarlo en la puerta, su nuevo guía, lo giro hacia la izquierda:
- ¡Entrá ahí! - le dijo empujándolo levemente.
Sintió que pisaba pasto seco, en la cara le llego una una leve brisa fría que entrava por lo que supuso podía ser una pequeña ventana, que daba justo a la altura de su rostro. Lo mandaron abrir las piernas y extender los brazos en cruz, con las palmas de las manos hacia arriba. El pantalón, sin el cinto, se deslizo y quedo trancado en la cadera, esto lo tranquilizo. Ahora buscaba ubicarse en el tiempo y espacio memorizando el día, la hora posible, elaborando una imagen del cuarto y el local, la posición del guardia que por lo recorrido estaba muy próximo.
Llegó a la conclusión que debía actuar provocando una reacción del soldado a fin de saber y avaluar su estado de animo y atención hacia él. Llevó la mano derecha hacia abajo como para arreglar el pantalón...
- ¡Mantenga las manos en alto, no puede moverse!
La orden había sido tajante, firme, escueta, pero no tan agresiva como esperaba, por unos instantes quedo quieto, paralizado, debía buscar otro motivo, comenzó a realizar ejercicios con los ojos para distraerse. Estaban cansados, estáticos, por lo que resolvió moverlos girándolos, llevándolos hacia la izquierda, derecha, arriba, abajo y...
- ¡Hey... la... punta de mi nariz!
Había conseguido ver. Comenzó a realizar esfuerzos hacia arriba con las cejas y la frente intentando levantar con ellas el algodón y la venda. ¡Ahora estaba viendo el piso! Estaba lleno de alfalfa o pasto, no podía ver claramente. Fue levantando paulatinamente la cabeza, llevándola hacia hatras muy lentamente para no llamar la atención del guardia. Era el único preso, después que llego no trajeron otro, por lo menos no escuchó movimientos, con seguridad era el único vigilado.
Cuando llegó al punto máximo y su cuello estaba totalmente estirado consiguió ver la ventanita por donde entraba el aire, partes de un árbol grande, un espacio de campo abierto. Se quedo extasiado como si mirara el mejor y más bello paisaje del mundo, los minutos pasaron la imagen de un soldado paso por décimas de segundos frente a la ventana. Sintió que el cuello le estaba doliendo e intento volver la cabeza a la posición normal... alguien respiraba muy próximo a sus espaldas, era el soldado.
- ¡Si era él que estaba en su vuelta! ¡Por Dios, será que se dio cuenta! - se pregunto.
Permanecio quieto, los segundos pasaron y nada ocurrio, tendria mas cuidado con lo que hacia, podía costarle caro.
Ahora sí, definitivamente no era un hombre libre, en los últimos tiempos había estado varias veces detenido, en las cárceles de los Sres. Riani y Reverbel, o mismo en Rivera quando lo llevaron para que levantara la huelga general en el Departamento, pero ahora era diferente.


***En oportunidad de realizarse una huelga general en el Pais, había salido, tras ocho días de “encierro forzado”. El único motivo fue por haber ido a visitar a los compañeros de AEBU Fuertes, Gallo, Alvez y otros, que dias antes fueron sorprendidos pintando paredes con propaganda politica y detenidos por los militares. Al finalizar el horario de visita e intentar salir a la calle quedo preso junto a ellos. Fueron ocho dias sin que nadie justificase la detencion.
Apenas seis o siete horas después de recobrar nuevamente la libertad, por la noche, se encontraba cenando con Blanca su esposa e sus hijos, cuando una vecina llegó para comunicar la detención de todos los presentes al acto de la Inspección de Escuelas(al que él resolvió no ir), realizado en homenaje a Antonio Machado poeta y escritor español.
Inmediatamente se dispuso a salir para la Plaza con la lógica oposición de su esposa:
“Quédate con nosotros, hace apenas unas horas que has salido y parece que quisieras volver. ¡Tienes que cuidarte!.... ¿Acaso si tu no lo haces los otros tampoco lo harán?. Los niños te necesitan, son muy pequeños aún para quedarse sin su padre.”
Siempre le reprochaba el poco tiempo que estaba con ellos, debía tener razón, en cierto grado, pero nada se conquista sin sacrificio y el futuro de los niños no estaba en ganar dinero para tener comodidades y buena vida, sino en conquistar una sociedad justa y bien distribuida para todos.
Ante la imposibilidad de detenerlo, ella decidió acompañarlo a la jefatura de la Policía. Quando llegaron mucha gente estaba reunida en la plaza frente al edificio, preocupados, indignados por la situación creada por Riani y Reverbel. Decidieron que debian transformar la situación en un acto de protesta. Trajeron una Bandera Nacional, comenzaron a gritar consignas y a cantar el Himno Nacional, reclamando la liberación inmediata e incondicional de los detenidos.
Las puertas de la Jefatura fueron cerradas por orden de Riani que caminava por la vereda nerviosamente, recorría el lugar y analizaba la situación junto a oficiales de la policía y el Ejercito.
Tuvo la impresión de que sucedería alguna cosa y así le hizo ver a su esposa recomendándole retirarse a su casa, en caso de ser detenidos los niños quedarían solos. Arrepentido resolvió retirarse junto con ella que se negava a hacerlo sola.
Cuando apenas habían recorrido los primeros pasos, dando la espalda a la Jefatura, escucharon abrirse sus puertas violentamente y un pelotón de soldados en formación “punta de lanza” a paso de combate vino hacia ellos, iniciando la golpiza general a diestra y siniestra.
Empujo a su esposa diciéndole:
¡Andáte...! ¡Corré... ! ¡Corré... !
Evitando que fuera detenida o lastimada. En ese momento, Riani que encabezaba el grupo, gritó:
¡Préndanlo! ¡Préndanlo a ese!
Señalándolo y colocando su mano sobre los hombros de Blanca con la clara intención de detenerla.
Wilson giro violentamente con el brazo extendido y con el revés del puño golpeó a Riani en el pecho. No tuvo tiempo de mirar lo que había sucedido, un soldado lo tomó del cuello y girándolo lo empujó hacia la Jefatura. Tampoco pudo localizar más a su esposa, no obstante tratar desesperadamente de ubicarla.
Fue en esas circunstancias que observó el resultado del puñetazo que había dado al Jefe Policial, pues se encontraba debajo de uno de los bancos de la plaza. Desde ahí gritaba al soldado que lo retenía:
¡Dale...!. ¡Dale...!. ¡Dale, golpéalo!. ¡Es una orden! ¡Reventálo a ese hijo de puta!
El soldado, era jugador de Bella Vista el equipo de fútbol del que Wilson era presidente. Justamente la noche anterior lo había atendido con remedios para su hijo enfermo, era indudable que el joven tuvo en esos instantes la mayor duda de su vida.
Sin otra salida que cumplir las ordenes, lo empujo por la espalda, levantó el sable y lo lanzó contra él, tal vez con la intención de evitarle el golpe y devolverle el favor. Wilson se agachó hacia adelante intentando salvar su cabeza, el arma alcanzo a rasgar su sacón verde. Nuevamente lo tomó y le dijo al oído:
¡Por favor, tranquilízate!
Por el tono, entendió que no era esta una orden, sino el pedido desesperado de un amigo. Lo condujo al interior de la Jefatura adonde estaban los mas de cien presos del acto a Antonio Machado, a los que se sumaban ahora los presos de la plaza.
Posteriormente su mujer le contaría que Riani se desplazaba de un lado a otro de la Plaza, pareciendo un loco gritando:
¡Agarren a este! ¡Péguenle a aquel!
Con el cabello todo desordenado y sus ojos desorbitados. Vio también a un joven de unos 17 años, hijo del dueño de fotos Darelli (su padre mantenía una clara posición política de ultra derecha) gritar:
¡Mátenlos... mátenlos a esos comunistas!
En medio de tantas cosas tristes aparecieron hechos dignificantes como la presencia de la compañera maestra Zuely Xavier, enferma de cáncer y sin cabellos por el efecto de la quimioterapia. Vino en su silla de ruedas a dejar explicita su protesta contra las arbitrariedades cometidas por estos dos tristes personajes.
El vengativo, cobarde, mercenario y obediente jefe subordinado de Reverbel, al llegar la madrugada ordenó su trasladado a una pequeña comisaría de campaña. Junto a él llevaron a otras tres personas. Los dejaron en la puerta de entrada o lo que podría ser una sala de recibo, con un banco rustico y el piso de tierra batida, común en las comisarias el interior, después conocerían las instalaciones donde permaneció tres días y tres noches.
De no haber sido porque el comisario Pintos, responsable de la misma, era el suegro de su cuñada, la situación habría sido extremadamente grave, la orden impartida por Riani era de torturarlo. Mucho tiempo después, en una reunión familiar, por boca del propio Comisario tomó conocimiento de ese hecho.
Al caer la noche del tercer día, el propio Comisario le dijo:
“Tengo orden de transferirte y no sé a donde.”
En una operación novelesca, casi a media noche, fue sacado de la comisaría sin decirle el destino y en medio de una oscuridad total. El vehículo en el que lo llevaban se detenía cada cierto tiempo y con linternas realizaban señales, al parecer a otros vehículos, pues a lo lejos se veían pequeñas luces.
Trataba de ver, identificar cosas, pero era imposible la oscuridad del campo, sin luz de luna, era total.
Media hora después llegaron a la carretera que unía a Artigas con Salto, allí los esperaba un ómnibus y otros vehículos, a los que se supone harían las señales; ahora se alumbraban con la luz de un micro omnibus y varios autos.
Al entrar al ómnibus se sorprendió con la presencia de más de treinta compañeros, entre los que se encontraban dos de sus cuñados, Ángel “iguana” y Dante “el Bebe” Costa.
Junto al chofer un soldado, con una ametralladora permanecia de espaldas al parabrisas y de frente a los detenidos. Otro soldado con carabina, estaba al fondo y de espaldas a la carretera. Militares fuertemente armados, acompañaban al ómnibus en dos jeeps, uno al frente y otro atraz.
El viaje fue el más tenso que se pueda imaginar, era evidente que en los 100 Km. que recorrieron, en todo instante pensaron en la forma de desarmarlos y fugar, la presencia de soldados en los vehículos que tenían al frente y detrás del ómnibus los desanimaba.
Dentro los mantenían incomunicados, con total prohibición de hablar entre si, aunque de todos modos lo hacían. La luz interna del vehículo permaneció encendida durante todo el viaje, inmediatamente percibió que era mucho el estado nervioso de los compañeros, lo que lo dejo preocupado. A su lado viajaba Alves, un profesor universitario.
¿Cuál es la situación? - le preguntó. ¿Para donde nos llevan?
¡Tampoco nosotros lo sabemos¡, creemos que sea para Salto; Ahora estamos un poco más tranquilos, cuando te trajeron estábamos a punto de descontrolarnos, hacia una hora que nos tenían parados allí sin saber el motivo, pensábamos que querían hacernos desaparecer y pasó por nuestra mente la posibilidad de desarmarlos. Creo que podía transformarse en una carnicería... ¡Pero!... Vienen custodiándonos dos Jeepes llenos de soldados.
Amanecía cuando llegaron a Salto, cansados, extenuados por el viaje y la tensión nerviosa, se sorprendieron al haber llegado ilesos, en parte porque no era eso lo que esperaban y sí una acción mucho más violenta que al final no ocurrió. Durante los tres meses que permanecieron detenidos ocurrieron situaciones dignas de recordar como: Los jefes máximos de la unidad militar como el Coronel Damini, Capitan Sambuzeti, iban una y otra vez a los lugares de detención a saludarlos. Buscavan conversar de cualquier manera con el grupo integrado por profesionales de la educación, funcionarios públicos, comerciantes y estudiantes universitarios.
El tema permanente de las conversaciones era el saber por que estaban ocurriendo aquellas cosas en una ciudad tranquila como siempre había sido Artigas y con gente que conocían de toda una vida. A lo que respondían que los mayores culpables eran los Señores Riani y Rebervel, que se habían dedicado a perseguir, trasladar y detener a gente del pueblo, ya por antiguas rencillas personales o porque no compartía sus ideas políticas, siendo su accionar respaldado por el Presidente de la Republica.
Discutían también problemas netamente ideológicos, a lo que ellos cuestionaban mas que nada buscando saber como, qué y por que pensaban así. Fueron tres largos meses de detención donde los dos grupos aprendieron aconoserse mas y respetarse.


# En el cuartel de Rivera, Wilson, estaba pasando momentos de zozobra en el primeo dia de detención, de pie, con las piernas y los brazos abiertos, con las palmas de las manos hacia arriba y los ojos vendados. Comenzaba a planear, a pensar cómo reaccionar ante los interrogatorios que vendrían inevitablemente.
Ahora serían las 16:00 horas:
- “ No debo dejar que escape de mi mente la visión del tiempo, debo evitar bloquearme, por eso debo utilizar mi imaginación. ¿Dónde estará el Dr. Di Génova? Nos separaron, a él no lo han puesto aquí en la caballeriza, de lo contrario debía haber escuchado algún movimiento. Al parecer nuestros destinos no serán los mismos ¿Cuál será el mío?” – se preguntava apreencivo.
Ahora debían ser aproximadamente las 18:00 horas, la tarde era gris, los rayos solares ya no se veían por el espacio abierto de la ventanita a su frente. El frío comenzaba a mostrar sus garras, la noche se acercaba tomando cuenta de todo, en aquella época podía llegar a helar, si eso ocurría quedaría todo blanco de hielo y en la madrugada al levantarse el sol, un viento frío, intensamente frío, de calar los huesos, recorrería las calles y los campos. Las horas que se avecinan serán realmente: ¡ Crueles! - pensó.
Algunos soldados pasaban de un lado a otro de la ventana, era una visión fugaz, rápida, atravez del pequeño orificio habierto entre su nariz e los ojos. Más lejos se veía el árbol y ahora habían estacionado uno de aquellos enormes camiónes, su caja esta bien próximo de la pared de la caballeriza, no se veia la cabina, fue colocado marcha atrás. Trataba de ver moviendo la cabeza a los lados y de arriba para abajo. Comenzó a dolerle el cuello y los ojos por esa posición forzada en que estaba hacia ya varias horas.
Algo rozó sus piernas, era un cuerpo caliente y peludo, al parecer un perro; lo olió una y otra vez, la cola chicoteo en sus piernas y de repente se acostó sobre los pies. Fue una grata sensación mezcla de tibieza, solidaridad, cariño, había quebrado la soledad y el frío. Ese lugar debía ser su “cucha” y el animalito, después de reconocerlo, decidió compartirla con su nuevo amigo.
La noche había caído trayendo un estado de inseguridad y temores, su compañero o compañera de cuarto decidió salir, escuchó sus ladridos lejos, quedando con su calor en los pies y en el piso, además de algunas pulgas que ahora corrían y se alimentaban en sus piernas.
Repentinamente unos pasos confusos de botas y zapatos que pisaban y se arrastraban como si fuesen...viníesen y gritos:
- ¡Soltala, carajo!... ¡Soltá la puerta! - hacían fuerza. ¡Haaa... mmm!. ¡Cerráaa... las pieeernas! ¡Soltá las manos! ¡Hijo de puta! ¡Te voy a reventar todo! ¡Entra! !Entra desgraciado¡
Era sin duda un soldado que traía a otro prisionero. Imaginó que abría los brazos y piernas quedando trancado en el estrecho marco de la puerta de la caballeriza. Dentro del drama que personalmente comenzaba a vivir, ya transcurridas mas de siete horas, aun consiguió imaginar la escena y sonreír. En cuanto el soldado conseguía retirar una mano, él prisionero ponía la otra, cuando retiraba ambas él trancaba con los pies...
La actividad comenzó a crecer, corrían soldados de un lado a otro, eran introducidos prisioneros no solo por donde el estaba, sino también por otra puerta que debía estar del lado opuesto. Colocaron a alguien a su lado, giró lentamente la cabeza con miedo de ser descubierto, intentaba ver pero dió con el ángulo de dos paredes:
¡Vamos, vamos,... abra los brazos y las piernas!...
Algunos golpes y gritos de dolor, eran los primeros síntomas de la violencia. La noche pasaba muy rápido, serian las 23:00 horas. En el pequeño orificio de la ventana la oscuridad habia tomado cuenta.
El camión estacionado frente a la ventanita del calabozo, colocado en marcha atrás; fue encendido, su caño de escape soltaba abundantes gases que comenzaron a entrar por todos los lados, el aire se torno insoportable, ardían los ojos y las narices, tenia la impresión de que se ahogaría, muchos tosían comenzando a tener estertores como si fueran a vomitar.
Sintio la tos del soldado en la puerta, luego tosió un poco mas lejos, se había retirado hacia el patio; llegue a pensar que querían matarnos allí mismo.
Por el otro lado de la caballeriza entraron caballos y perros la noche se lleno de gritos, patadas, mordidas, lamentos y el ruido ensordecedor del motor. Se divertían, los irresponsables encargados de cuidar de la Soberanía Nacional. Giró su cabeza buscando oír, registrar todo lo que sucedía; había momentos en que pensaba lo que sería peor: si ser directamente torturado o sufrir la tortura psicológica de imaginarla.
Por ser la primera fue una noche plena, pudo suponer lo qué serian las otras noches que vendrían.

# La claridad del 2º. día rompió frente a su ventana. Había permanecido en pie, de brazos abiertos, supuso, que tal vez haya dormido en esa posición, no lo sabia. Su cabeza ya no actuaba con normalidad, sentía como si la envolviera una nebulosa.
Los torturadores descansaban su cuerpo y su conciencia, si es que la tenían; los torturados sólo su cuerpo porque de esto si estaba seguro: todos tenían conciencia de lo que les esperaba.
El segundo día comenzó con más hostilidad que el primero, los presos aumentaron en cantidad y los torturadores afinaban su especialidad. Todo parecía más normal, los ruidos eran más repetidos, menos atemorizantes, lo peor de todo es que el hombre es un animal de costumbres.
¿Será que así como ellos se acostumbran a torturar, nosotros nos acostumbraríamos a ser torturados? ¡No lo creo! Eso seria un acto de masoquismo – pensava, casi como exigiéndose pensar para no sucumbir.
No había percibido aun que le afectara la semi ceguera, creo que eso lo ayudaba; imagino lo que sería si no pudiera ver, el algodón había entrado un poco en sus ojos, irritándolos y secando los lagrimales que le ardían bastante, causándole una molestia que no sabia como sacársela.
Seguramente había pasado despierto toda la noche, no recordaba mas de sus brazos y piernas, resolvió hacer ejercicios mentales para no afectar el cerebro. Lo mejor seria repetir la rutina diaria, de cuando estaba en su casa, lo que su mente realizaría sin mucho esfuerzo:
“Despertó, se levantó, tomó baño. Ahora se estaba vistiendo, conversó con su mujer y sus hijos cosas rutinarias, del dia a dia. Salío al pequeño patiesito del frente, crusó la pasarela de semento hasta la calle. Como era habitual saludava a los vecinos mientras recorría el camino al banco. Entró a trabajar como era de costumbre; al salir del banco, fue al Club y después volvió a su casa. Estaba realizando mentalmente lo que era la rutina diaria tal como si fuera real, lograba así aislarse de la situación que en realidad vivia, por algún tiempo. Repitió varias veces el día, la hora, el año, el mes, a fin de mantener actualizado su calendario mental.”
Por momentos la actividad del cuartel era rutinaria: soldados que corrían de un lado a otro realizando diferentes tareas, camiones y vehículos que entraban y salían, en la cabalheriza guardias que cambiaban su turno, poca conversación o casi ninguna. Imaginó que serían las nueve de la mañana cuando llegaron con nuevos presos, debían ser dos o tres, los soldados hablaron en voz muy baja pero alcansó a oírlos, puesto que se encontraba a la entrada de la caballeriza:
- ¡Cuidado con ese que llegó!..., es uno de los grandes! ¡Llévate al de al lado para interrogar! ¡Llego el personal de la Bajada de Pena!
- Este personal va a tomar café?
- Ni hables deso, cuanto mas comen mas vitan y nosotros limpiamos.
- Ja..ja..ja, tenes razón!
Al caer la tarde comensó a quedar más aprensivo, el movimiento se intensifico. A medida que avanzaba la noche el recuerdo de la anterior lo aterrorizaba, sabía que en cualquier momento le tocaría y eso lo ponía nervioso, pensaba en lo qué debía hacer y cómo. Llegó a la conclusión de que lo mejor sería actuar, representar, debía gritar aunque no le doliera, escandalizar, eso le permitiría dar una respuesta al dolor, expresar una reacción y por lo tanto, disminuir la posibilidad de “aflojar”. Se preguntava: ¿Qué respondería ante los interrogatorios? ¿Cómo haría para que le creyeran? ¿Y si sabían todo de el y percibieran su actuación? ¿Sería peor?
Todas las interrogantes cruzaron por su mente atormentándolo. Con sólo pensar en que sería sumergido en una pileta con agua..., y que podria fallarle el corazón, ¡morir! Se quedó distante por varios minutos, asustado de lo que sucediera y preguntándose de cómo sería la muerte, qué pensarían sus familiares, su mujer, sus hijos, los padres, la gente. Su mente era un torbellino, trató de volver a la situación y calmarse.
La noche no fue igual a la anterior, ¡fue peor!. Más intensa, más gente gritando, más golpes y ruidos, parecía haberse transformado en testigo mudo y ciego que sólo tenía dos de los sentidos: el oído y el olfato, ya que a dos días de no comer ni beber y no tocar el gusto y el tacto ya no existían.
Su cabeza giraba de un lado a otro en busca de los ruidos, los sonidos y los olores, penso en que su morbosidad había aumentado, asi como su sensibilidad se habia vuelto aguda, tal vez por el hambre, por la falta de alimentos y agua.
Paulatinamente, a partir de lo que pensó serían las cuatro o cinco de la mañana, el silencio fue tomando cuenta de la situación...

# 3º. día, 8 de junio, fue terrible, para comenzar lo sacaron de su ejercicio mental con un fuerte culatazo en los riñones:
- ¿Y este hombre no va a hablar? ¡Levantá los brazos! ¡Vamos, levantá los brazos!
En ese momento percibió que sus brazos habían caído y no obedecían a su mente, los músculos estaban cansados.
- ¡Levantá los brazos hijo de puta!
- ¡No puedo!, no responden, creo que estan levantandos y no estan! - respondió atemorizado.
Una patada en su pierna, un culataso en su espalda otro y otro y... Ya no sentía mas nada. El soldado estava mas que con rabia desesperado, tal vez lo culparian por él no estar como ordenaron.
Pocos minutos después llegó alguien que decía ser médico:
- ¿Cuántos días está acá? - preguntó.
- Creo que tres - respondió un soldado.
- ¿No ha comido ni bebido nada?
- Creo que no.
- Traigan un banco y siéntenlo.
Cuando intentaron sentarlo sus rodillas no soportaron y cayó.
- ¿Usted a orinado?
- No, no lo he hecho - su voz salió como si perteneciera a otra persona.
- ¡Llévenselo rápido al baño hasta que orine! ¡Puede morirse si la orina pasa a la sangre!, pueden darle agua,.... ¡bastante!
Caminó lentamente entre dos soldados que lo tomavam por los brasos e las axilas para mantenerlo em pié.
En varias oportunidades se le aflojaron las rodillas y los soldados tenían que sostenerlo; al llegar al orinal percibió que no podía hacerlo si no le retiraban la venda. Había oído hablar en que hubo oportunidades, cuando los presos orinaban, les pegaban en los testículos con la culata de la carabina. Le pusieron en la mano un vaso con agua:
- Tomá despacio. Queres más?
- ¡Dale ché, oriná! - el grito vino de sus espaldas.
- ¡No puedo, si no me sacás la venda!
- ¡Está bien, está bien, sacásela, pero que no mire para atrás!
Pasaron unos instantes antes de que pudiera hacerlo y sentir un gran alivio, parecía que estaba flutuando, leve, mejor. Nuevamente le dieron agua y bebió lentamente, luego volvió a la caballeriza.
Los castigos, las torturas ya no se limitaban a la
noche y la madrugada, a esas horas solo aumentaban se intensificaban, parecía ser más propias de la oscuridad, adecuadas, “ocultas”. Será que los torturadores acaso se sentirían más cómodos, lúgubres, tenebrosos?
El terror de día era mas compartido, como un bumerang que vuelve a su lanzador que, de alguna forma, se siente culpable. Por la noche en cambio se sentía a salvo, escondido de toda acusación. ¡ Así parecían creerlo los torturadores..., pobres despojos humanos¡
Como a las siete de la tarde percibio que era introducido uno más en la caballeriza, sintio a sus espaldas el confuso movimiento de pasos, empujones, respiraciones agitadas. Alguien que estava apoyado en el marco da la puerta, sentía su presencia. Pocos minutos después los “hombres” se retiraban casi en silencio o tal vez usaban de señas, gesticulaciones o conversaciones “al pie del oído” como se dice.
Podian ser entre las 22:00 y 23:00 horas dese 3º.dia. Repentinamente todo se llenó de barullo, gritos, voces, insultos.
Comenzaron a golpear a su vecino sin mediar palabra alguna, al parecer eran golpes fuertes con las culatas de los fusiles, por la diversidad de los sonidos podían suponerse que eran en la espalda y el estómago, tal vez en los testículos del preso. Eso ultimo era lo más corriente, el interés era causar lecciones profundas que dejaran secuelas, consecuencias graves para el futuro, si fuese posible.

***Todo era realmente planeado, calculado. ¡Cuan felices se sentirían sus instructores como Dan Anthony Mitrione, los macabros y eficientes asesores de las orgullosas y poderosas Naciones del Primer Mundo y que, para no manchar sus tierras con algo tan sucio como la sangre de los hombres del tercer mundo, van a sus bases militares, instaladas en nuestro propio continente, mordazmente en nuestras casas, a dictar sus violentas y miserables “clases de tortura“. Con toda seguridad dirán a sus esposas e hijos:
¡Estoy viajando a cumplir una “Misión muy especial en los países pobres y sub. desarrollados de América del Sur!
Y los familiares irán orgullosos a despedirlos a los gigantescos aeropuertos militares llenos de coloridas banderitas y cucardas, al son de impecables y marciales bandas. Al volver a sus confortables casas las esposas contarán a sus amigos y parientes acerca de las obras para las que fueron destinados sus “hombres” y los hijos comentaran con sus compañeros universitarios orgullosos del ejemplo recibido. ¡No dirán la verdad¡ ¡Claro! Como van a decirla si la verdad es: “Secreto de Estado”. Sera asi?
O debe ser como si en una familia uno de sus integrantes esta en una actividad ilícita, y el resto dice ignorarlo.
¿Cómo puede ser que no sepa el pueblo de esas “Naciones” de donde viene su bienestar, su situación, su riqueza? ¿Es que no se preguntan qué hacen sus ejércitos interviniendo en otros países? ¿Por qué esa permanente actividad policíaca internacional? Por eso y por muchos otros argumentos es que creo que colonialista e imperialistas son no-solo los gobernantes sino también los pueblos que los eligen y son felices explotando la miseria de los otros. ¿Cómo puede ser que un pueblo del primero mundo culto, educado para ejercer la practica democrática, con una vida económica de buen nivel reelija a un gobernante violento, intervensionista, inmoral, etc.
Eso solo puede ocurrir cuando ese pueblo se convierte en cómplice, siente defendidos sus intereses, sin importarle de donde vienen sus beneficios. Lo importante es pagar bajos impuestos, ser turista de profesión, tener buenas universidades para sus hijos que consumen drogas, usan armas y son criados por empleadas bien pagadas, que un día tal vez serán altos oficiales militares interviniendo algún pequeño país, o acaso un encumbrado político que decretara el bloqueo económico a un pueblo pobre denominado por ellos mismos del tercer mundo.


# Su vecino de calabozo, había sido apresado cuando su única hija estaba enferma, al parecer era pequeña. El escuchaba todo con total claridad, el tabique separador de la caballeriza, además de delgado debía ser de mediana altura. Lo escuchaba cantar siempre la misma estrofa de una misma canción, la repetía permanentemente como una manera de aislarse de la realidad, evitar el dolor.
Fue castigado hasta caer casi sin sentido, después vino otro que hablaba con voz de mujer:
- ¡Marcelo..., la nena murió, estaba muy enfermita querido!
La reacción fue inmediata, comenzó a gritar como enloquecido, mientras lo golpeaban sin parar:
- ¡Hijos de puta!...¡a ella no!...¡a ella no!... .
Se escucho el ruido de su cuerpo contra el suelo y nuevamente el silencio...
“Los hombres” se retiraron, minutos después el médico o el que decía serlo lo examinó, se oía el ruido al tomarle la preción y dijo:
- ¡Creo que han sido exagerados, esta vez se les fue la mano...
¡En la madrugada cuando con seguridad los termómetros marcarían aproximadamente entre 2 y 5 grados, lo sacaron sin ropas directamente a una pileta con agua fría, que creo seria la que había visto al entrar. La orden que escuchó fue:
- ¡Sáquenle la ropa y a la pileta, carajo!
Luego el ruido de las botas de un lado a otro...
- ¡Muévanse... vamos, muévanse¡
Las imágenes que su mente elaboraba al oir los ruidos y imaginar los echos eran dantescas.
Ahora entraron con los caballos que comenzaron a morder y patear; uno de los detenidos sufrió un impacto directo, gritos de dolor, soldados corriendo de un lado a otro, posiblemente atemorizados por el resultado inesperado. Todo se había vuelto una locura, desde su semi-ceguera tuvo la sensación que de continuar esa situación no la soportaría y volvería su cabeza para ver alguna cosa.
Al llegar el médico solicitó el inmediato traslado del preso:
- ¡Lo ha pateado al hígado, es urgente!

***Tiempo después, ya fuera del cuartel, supo que aquel preso había muerto: era el único hijo varón de padres arquitectos, estudiante de medicina que cumplía su ultimo año de práctica. La madre no se encontraba en el país, perfeccionaba su profesión con una beca en Francia, donde recibió la noticia.

# Muchos eran llevados a los interrogatorios casi siempre con dos guardias los que actuaban premeditadamente con diferente comportamiento, así los habían preparado. En tanto uno lo agredía y torturaba, el otro, una vez solo con el preso hablaba mal del compañero violento, intentando ganarse su confianza.
- ¡Ese es mala persona, nadie lo quiere en el cuartel ¡Vamos, vamos, portáte bien! ¡Deciles lo que quieren si no vas a pasarla mal!
El otro en cambio martillaba:
-
¡Dale hijo de puta, sino hablás nunca más verás a tu familia!
Después de los interrogatorios la gran mayoría pasaba por la pileta donde se realizaba la tortura del “submarino”, sólo escuchában el ruido causado por la inmersión y la desesperante situación de asfixia.
Esa noche fue tal vez la más larga que pasaron, nunca deseo tanto ver la luz del día, ver la cara de aquellos soldados, sus ojos; esos hombres no podían ser normales.

Amaneció, 4º. día. El silencio parecía irreal, como si hubieran participado de una grande y violenta orgía, después de la cual todos los participantes se dedicaran a descansar sus dolores y lágrimas que se secan en los profundos ojos cansados, creando una costra dura que llega hasta el alma.

*** Los torturadores deben tener sobresaltos o tal vez pesadillas, en sus lechos de aparente descanso: monstruos de rojo escarlata con enormes hoces y martillos los persiguen y roban a sus hijos; sangre y agua mucha agua interminable océano donde flotan furiosos caballos salvajes; gente mucha gente, hombres y niños, mujeres y viejos, que los rodean furiosos y los señalan... solo los señalan. ¡O... no!. Tal vez no. Porque con seguridad sus aliados y profesores de “Técnica y Practica de Tortura” deben haberles enseñado cómo se hace para no tener conciencia.

# A las 9:00 de la mañana dese día sucedió algo diferente: llegaron soldados, al parecer oficiales con un médico examinando a los detenidos. Oí sus voces desde lo que supongo sería la entrada de la caballeriza, cuando el médico llegó junto a mi, apoiando su mano en mi hombro me preguntó:
- ¿Cómo te llamas?
- Wilson Faval.
- ¿Quién es este, que Yo no lo tengo en mi lista? – le preguntó al soldado.
- ¿Qué día llegaste? - preguntó el que podia ser un Oficial.
- El 5 de junio.
- ¡Pero... qué raro, no está registrado en la entrada!
- ¿Es ese con seguridad tu nombre?
- ¡Sí, claro, con seguridad!
- ¡Llamen al sargento de entrada! - grito visiblemente preocupado.

*** Después supo el por que de no estar registrado en la nómina de los detenidos por los militares:
El Comisario de Minas de Corrales, sugirió que se lo detuviera por ser amigo del Dr. Di Génova. Wilson había tenido serios problemas personales con Escobar, era un hombre de escasos recursos intelectuales con una clara y radical posición de ultra derecha.
Nombrado en el cargo por indicación política, violento y abusando de la fuerza que le daba la función que ocupaba, devolvía el favor con la impunidad. Encubriendo los desmanes reslizados por sus poderosos padrinos.
Minas de Corrales era un pequeño pueblo, sin opciones de esparcimiento, la plaza se reducía a unos canteros a lo largo de la principal avenida Dr. Davison, un monumento al Prócer y una pequeña fuente como único lugar para que se reuniera la comunidad en busca de distracción y centro de “intercambio de informaciones” para las señoras, punto de encuentro para las jovencitas y sus enamorados. Un lugar de cita obligada especialmente para los jóvenes después de las fiestas, cumpleaños, casamientos y por las noches, cuando nada había en especial, sino reunirse a conversar, cantar y tocar la guitarra.
El comisario Escobar, cuando tenía algún problema personal o hasta profesional, se tomaba venganza con la gente en especial con los jóvenes, a los que provocaba hasta encontrar un motivo para prender, golpear o encarcelarlos. Aunque conocido el método, era tan grande la provocación que igual se enfurecían y terminaban siendo llevados por “Desacato a la Autoridad”.
Integraba una conocida entidad internacional de asistencia, donde fue invitado cuando todavía no se lo conocían bien. Cierta vez, siendo presidente de uno de los Clubes Sociales se le ocurrió que los jóvenes debían cortarse los cabellos, para tener acceso a la Institución. Propuse y junté firmas de socios para obligarlo, estatutariamente, que fuera en asamblea que se examinara la situación.
La critica fue durísima, principalmente contra él policial, se mantuvo callado durante la mayor parte del tiempo, evitando que justificara la situación baseándola en motivos políticos. Cuando percibió que el tema se estaba agotando pidió la palabra para decirles:
“Creo que deberíamos mirar nuestro pasado histórico, los hombres que lo forjaron usaban todos grandes cabelleras. Aunque personalmente no usaria, no veo porque deberia acerlo con nuestros jóvenes. A no ser que se quiera sersearles ese derecho individual, sensurarlos.
Almeida, un antiguo socio e diretor de Vialidad agregó:
“Puedo decirles que si cortara con la mano derecha los cabellos de estos jóvenes, después cortaría mi propia mano con la izquierda.”
El voto fue unánime contra la prohibición que intentaba imponer el irascible comisario descontrolado por su fanático radicalismo.
En otra oportunidad Escobar pasaba en un vehículo policial y al ver un grupo de jóvenes reunidos tocando guitarra y cantando, procedió a detenerlos por estar causando barullo en prejuicio de la población. En realidad al pueblo no le molestaba aquellas reuniones, estaba acostumbrado a esas serenatas y además de gustarle a todos. Llevó un abogado la misma noche y exigío la liberación del grupo.
Ocacionalmente conversaba, a través de la ventana del banco, con una persona que estaba del lado de afuera de la Sucursal Bancaria donde trabajaba, ofreciéndole información. Escobar pasó, vio y vino hasta la ventana ordenándole cerrarla. Wilson le respondió:
“Usted no pertenece al Banco y yo no soy policía, por lo tanto no tengo porqué obedecer sus órdenes, preocúpese de sus actividades y no moleste.”
Se retiró furioso por el ridículo en que se vio envuelto, siendo una autoridad, ante un ciudadano del pueblo. Una vez que el cliente se marchó informó del hecho al Gerente de la Sucursal, que respaldo su actitud.
Estos y otros hechos similares iniciaron una terrible enemistad entre ambos, que desembocó en la denuncia para que las Fuerzas Conjuntas lo detuvieran, no obstante estarse cometiendo una injusticia, un abuso. A Escobar no le importaba eso, había hecho cosas peores como:
en medio del campo un detenido que se resistió a la prisión fue colocado por el Comisario durante horas desnudo y sentado en un hormiguero. Cuando actuaba en el interior, era corriente verlo traer a sus presos atados de los puños a la montura de su caballo a lo largo de todo el trayecto, lo que significaba ser arrastrado durante 6, 8 o 12 kilómetros, golpeándose en las piedras. Las muñecas del preso quedaban en carne viva por la presión y dureza del tiento, siendo además azotado, cada tanto, con el rebenque, por el violento responsable de “salvaguardar la paz y la seguridad ciudadana”.
El “bárbaro” terminaba infringiendo a los detenidos un castigo que ni los propios Tribunales de Justicia se arrogaban. El denunciaba a Escobar a través de los programas de radio cada vez que sucedía un abuso, pero tenia un cargo provisto por los politiqueros, que lo encubrían a través de sus “Caudillos” y cómplices.

# En la caballeriza, con visible preocupación el oficial decidió conducirlo al escritorio del cuartel, donde después de ser oficialmente registrado pasó a ser uno mas de los detenidos en el marco de las “Medidas de Seguridad. ”
Lo peor seria que después de haber cumplido con ese tramite burocrático, con seguridad, se realizaría una investigación para verificar su verdadera situación, volvió a su lugar con más preocupación que antes, pues al saber oficialmente que estaba allí comenzarían ahora a interesarse por el.

Aproximadamente a las 18:00 horas comenzaron a retirarlos, para ser conducidos a otro lugar, no sabían cuál sería ni el motivo. A través de su pequeño agujero entre el ojo y la nariz, pudo ver que atravesavan el patio, el sol era suave y daba ganas de sacarse todas las vendas y ver, ver y ver. ¡Mucho! ¡Todo!
En el centro de lo que podía imaginar como una plaza les ordenaron detenerse, permanecieron sentados en el suelo, en la orilla de lo que seria un cantero, aproximadamente durante dos horas. Sin las manos presas conseguió tocar la tierra y el cesped, palparlos, el sol que parecía primaveral acariciaba su rostro y le calentaba el cuerpo.

*** Mucho tiempo despues supo por otro detenido que en lacabelleriza ese seria el peor dia. La mayor violencia, la gran desesperación, y cuando corrieron realmente un gran peligro, si hubieran quedado alli, fue este en que los presos sufrieron la tortura física y psicológica en toda su dimensión.
Algunos detenidos fueron violentados por torturadores, me dijo “Pepe”, sentimos la acción y ellos hacían cuestión de que la escucháramos, llegamos a pensar que todo era una farsa, un teatro para amedrentarnos, atemorizarlos. Pero no..., no era así desgraciadamente... no era así.
- ¡Sácale la ropa¡ ¡Vamos, vamos, sácale todo ¡¡El pantalón también¡ ¡Todo, todo dije carajo¡ ¿Tienes mujer, hijo de puta?
- Si, si... tengo.
- Dentro de unos años cuando salgas de aquí quiero ver si te quiere... marica. ¡Agáchate, Agáchate¡ ¡Agárrenlo que lo voy a coger¡
- ¡No... no... por favor no lo haga¡ ¡Ay... ay, no, nooo¡ ¡Milico de mierda, hijo de puta ¡ ¡Miserable....asesino ....degenerado...
El infeliz gritaba desesperado herido física y moralmente.
Vamos, vamos ¡Llévenselo... ya!. Llévenselo a ese maricon.
En realidad fuimos llevados a tomar sol a la plaza, sacados de la cavalleriza para evitar que escucharamos lo que hiba a suceder.

# Ya habian vuelto de la plaza a la cavalleriza cuando nuevamente llegó un soldado y le comunicó al guardia que tenia orden de removerlo de alli. Fue llevado a un gran salón o lo que sería un Club, puesto que consiguió ver un mostrador y arrinconadas unas sillas y mesas de billar.
Hicieron que se echásen al suelo, acostándolos, pudo ver a su lado, en la misma posición, a dos o tres compañeros. De repente alguien le gritó cerca muy cerca:
- ¡Parece ché, que estás queriendo ver!
Sintió una patada en el costado de las costillas, luego lo tomó del cabello y tiró su cabeza hacia atrás, miró su rostro, sentia la respiración agitada del soldado en su rostro, quedó inseguro y lo soltó.
A partir de ese momento supo que debería tener más cuidado, podría costarle muy caro. Desde su posición era inevitable dejar de ver. Pasaron unos treinta minutos y varios soldados comenzaron a circular entre ellos con ollas de comida, distribuyendo un plato a cada uno. Deberiamos comer acostados, los pusieron una cuchara en la mano y la otra mano en el plato, para que tuviéran noción de donde estava.
Se acostó sobre el lado izquierdo apoyando el codo en el pizo y la cabeza en la mano, corrió el plato hacia la altura del pecho, proximo a la mano izquierda y con mas posibilidades de verlo. Al ver el plato supo que eran fideos con porotos, comió una cucharada, otra cucharada y de repente... se sorprendió al ver lo que parecía ser una enorme cucaracha en la comida. ¡La miró...¡ la volvió a mirar bien, lo mejor que pudo, como para confirmar su primera visión. La comida casi salió disparada de la boca, vomitada al plato. Su estomago se contrajo con una convulsión. Después..como para salir de dudas, lentamente fue levantando la cabeza y recorriendo con la mirada el cuerpo del bicho atravez del pequeño orificio del vendaje y pensó rápidamente:
- ¡Es para saber mi reacción y asegurarse de que no estoi viendo! ¿ Que debo hacer? Deberé comerla para que no me descubran que puedo ver.
Resolvió que si así debía ser, tendría que ser ya. Colocó una cuchara llena de comida en la boca, llenó luego otra cucharada con la cucaracha dentro y la introdujo en su boca. Masticó todo junto y masticó... y masticó y masticó... daba vueltas y más vueltas el bolo en la boca... estaba difícil. El insecto crujía entre sus dientes, tuvo miedo de que sus alas y patas lo ahogaran, causando la risa de los soldados que suponía estarían muy cerca.
Masticó bien y traguó. La risa no se hizo esperar, ellos estaban junto a el, callados, siempre al acecho. Sabía íntimamente que había triunfado, pues no les dió el gusto de que descubrieran que veía ni que lo torturasen. Durante varios días pensó en lo que estaría ocurriendo dentro de el, si es que no le causaría algún trastorno. Después olvidó el hecho.
Estaba siendo, para él, la mejor noche de todas, por lo menos pasaron acostados. Todo hubiera sido mucho mejor si no fuera que el que estaba a su lado fuera torturado, golpeado y ahogado.
La monotonía de su canto lleno el salón en que se encontrában, los gritos de dolor retumbaban y todo se llenaba de tristeza. Cantaba interminablemente la misma estrofa:... ”con libertad no ofendo ni temo, que don José oriental en la vida y en la muerte también...” ”con libertad no ofendo ni temo, que don José oriental en la vida y en la muerte también...”El canto se intercalava con quejas de dolor, causadas por lo que parecian ser golpes de puño, o con algun objeto. Lo que hacia pensar era que solo lo golpeavan, sin preguntarle nada, sin interrogarlo.
La sesión de tortura duró más de una ahora, aun después de que se retiraron continuó cantando, cada vez más lento y más bajo hasta que se durmió o, tal vez..., se desmayó.
Llegaron y los retiraron a todos, supuso que debía ser un problema de espacio, retiraban a unos para que ingresaran otros. Durante esos tres días las sesiones de tortura se realizaban allí mismo, el problema era que se mostraban más violentos, tal vez por la presencia de todos.
Al pasar entre ellos aprovechaban para patearlos y pisarlos. Los limites del derecho a ejercer la tortura, si es que existe, se habían roto, al principio torturaban solo los que tenían cursos, que tenían en realidad la triste “profesión.” Después, no se si por el cansancio o porque éran muchos y no tenían personal para “atender” a todos, también los soldados rasos torturaban. Esos eran muchas veces los peores, porque se ensañaban y se descontrolaban y como permanecían mas tiempo con ellos, en no pocas ocasiones lo hacían igual sin orden alguna.
Circulaban con baldes de agua que, después, supo eran para hacer “torniquetes”, con una toalla mojada y envuelta longitudinalmente, como un rollo, que colocada alrededor del pene y los testículos y girada como si fueran a escurrirla, apretaba los testículos de tal manera que era capaz de arrancarlos, por suerte no lo conseguían, pero llevaba al desmayo al infeliz torturado.
Las sesiones de “choques eléctricos” merecen un capítulo aparte; al parecer tenían un equipo transportable pues en una oportunidad escucho ruidos de alguna cosa arrastrada, algo pesado que colocaron en una pieza cercana a la derecha de donde estaba detenido.
Sintió el abrir y cerrar de una puerta, tomar luego a alguien, a un preso, e introducirlo en aquella habitación. Los sonidos se hacían más claros y precisos para el al estar acostado en el suelo. Pocos minutos después se oyeron sones parecidos con voces, imposibles de entender, luego gritos y mas gritos que trascendian atravez das paredes en medio de un barullo generado por algo que parecía una manivela.
Al finalizar la serie de ruidos, un largo silencio, una puerta que se abrió y después, como si se arrastrara a algo o a alguien, respiración agitada, quejidos y en algunas oportunidades, congoja y llanto de dolor, inmediatamente voces, muy tenues, fáciles de escuchar para ellos que habían aguzado el oído.
¡Es aquel... el del rincón! ¡No... no! Es el de la sexta... haber... segunda, tercera, cuarta, quinta fila, ese ¡Tráemelo!
Y todo comensó nuevamente, oia el crujir de unos papeles, como si manejaran listas. Eso se repetía en varias sesiones por día y con diferentes presos, como si los verdugos jugaran o sintieran gran placer al realizarlo. En una oportunidad y por la única vez escucho claramente que alguien hablaba cuando arrastraban a lo que supuso seria una persona:
¡Llévenlo al dentista! - sss... ¡cuidado!
Sus voces salían como forzadas, pues no querían que escucháran o supiéran lo que estaba haciendo.
Se sentia tenso la incertidumbre de esperar su turno, en esa posición de echado en el suelo, el único movimiento posible era mover su cabeza de un lado al otro, incansablemente, un movimiento similar al de los ciegos en busca de captar sonidos. Muchas veces paso por su mente el deseo de ser torturado igual a los otros; no quería ser diferente pues lo consideraba peligroso.
- ¿Por qué yo no? Sólo era testigo de aquel infierno - se reprochava. Pueden pensar que soy un traidor, un infiltrado. ¿Porque me tienen acá y no me retiran? Lo que puede estar pasando es que los represores manejen también la posibilidad de tener algunos presos no torturados, para presentarlos a atestiguar ante la sociedad, ante el mundo. ¿Será que eso les importa?- imaginava.

Alrededor de las 17:00 horas, dos soldados lo condujeron por el patio del cuartel, continuando por una galería doblaron a la derecha, encontrándose frente al portal de la salida donde estaba la guardia. Entraron por otra puerta a la derecha y penetraron en un corredor hacia un sector, que después supo, eran dormitorios de los guardias y calabozos para soldados.
Le fueron retiradas las vendas con orden de no mirar hacia atrás, así ellos evitaban ser identificados. Al fondo del corredor vio un grupo de soldados que venían a su encuentro, cuando llegaron a unos dos metros de distancia le pareció reconocer al que venía al frente. Alguien gritó histérico:
- ¡Baje la vista, baje la cabeza!
Lo golpearon con la culata de un fusil en la espalda, a la altura del riñón, y bajó la cabeza. Aun asi consiguió grabar el rostro del uniformado que venía al frente, no parecía un soldado caminando en una situación normal, sino alguien que aunque podía formar parte del ejército estaba siendo llevado en custodia.
- ¿Sería un militar preso? ¿Por qué tenia su cabeza sin cubrir?- se pregunto.
Cabello levemente ondulado, espaldas anchas, no portaba ningún tipo de arma ni identificación. Lo miró y en su mirada vio algo que le pareció ser una sonrisa, una mueca imposible de definir, si de preocupación o de alegría.
La situación que se estava viviendo era de gran conmoción, sin dudas muchos militares integraban el MLN, y no serian parte de la tropa sino militares de alto rango, de las tres armas. Los represores debían estar dando el golpe de gracia.
- ¡Van a arrasar con todo!
Como le gustaría ver la cara de sorpresa que pondrían al encontrar gente de todos los niveles sociales y de ambos sexos: políticos, economistas, abogados, religiosos y militares – ese pensamiento le alegró el espiritu.
Le ordenaron entrar en un cuartito que había en el corredor, debía tener 2 mts por 1,50 mts, con un camastro de madera pegado en la pared cubierto de una colchoneta fina, de estopa, de las que se usan para gimnasia. El camastro tenia en sus extremos unas cadenas, que servirían para mantenerlo bajo de noche al acostarse.
- ¡No puede salir de los límites del cuarto! Cuándo quiera ir al baño avise al guardia - le dijo el soldado tal vez responsable de los detenidos.
Quedó mirando, por unos instantes, a la pared del fondo, de color verde oscuro, tenia solo el marco, la puerta la habían retirado. En la parte de arriba tenia una pequeña ventana con rejas, lo que quería decir que era calabozo tal vez para los propios solados. Bajó el camastro y se sentó. Media hora más tarde llegaron con un plato de comida, era la cena.
Tal vez por temor o por el desconcierto causado por esa nueva situación, se quedó inmóvil, pensativo e incapaz de realizar o tomar actitud alguna. Casi agotado, no tanto por cansancio físico sino, por la tensión originada en los últimos días, dejó caer su cuerpo sobre el camastro y se dormió profundamente.

# Eran las primeras horas del 5º. día; cuando despertó sorprendido de haber pasado una noche sin sobresaltos y haber conseguido dormir casi normalmente. Tenía que reordenar sus pensamientos, miro hacia el suelo y vio el plato aun con comida, se levantó y cuidadosamente pasó por encima. Caminó hacia la puerta con mucho cuidado y el lógico temor de estar cometiendo alguna falta. Únicamente con un ojo miró hacia la izquierda, como espiando a través del corredor; sacó la cabeza y más confiado se paró en la puerta.

*** El corredor se prolongaba aproximadamente por unos diez metros, repitiéndose unas dos salas iguales a la que el estaba, con altas puertas que daban acceso, a dos cuartos similares al que se encontraba, repitiéndose así la secuencia hasta llegar a una salida que conducía al patio. A la derecha, esa secuencia se repetía una sola vez, finalizando en una gran pared de color verde oscuro hasta unos dos metros por encima del suelo, luego era blanca hasta el techo, a una altura de unos cuatro metros, al igual que todo el recinto.
Los pisos, que otrora pudieron ser hasta bellos, estaban muy roídos por el tiempo. A su frente había una ancha puerta, con orinales, dos baños a la izquierda y dos lavatorios a la derecha. Frente a la puerta una ventana de 1,50mts de ancho por aproximadamente 2. mts. de alto, con gruesas rejas.
El edificio de estilo colonial podría tener más de 80 años estaba en la periferia de la ciudad, en la época en que fue construido debía ser área rural, ubicado estratégicamente en un cerro desde donde se domina toda la ciudad.
Con el crecimiento de la población, con la construcción de nuevos barrios, las casas lo rodearon pudiendo ser su ubicacion considareda como centrican en la ciudad, nada estrategica para una frontera.


# La enorme ventana con gruesas rejas daba hacia el exterior, se paró en las puntas de los pies para ver lo que se podía observar desde allí de la puerta de su celda. A la izquierda una calle que subía rumbo al cuartel, por la que fueron conducidos en el camión militar junto al Dr. Di Génova, el dia que los trajeron. Justo en la esquina de enfrente, el patio de una casa, un portón gris de rejas, ventanas y una puerta, al levantar la vista los tejados de la ciudad; todo ello podía observarse debido a la altura del edificio con relación a la calle.
Volvio y se quedó mirando atentamente el corredor a su izquierda, para ver si alguien mas estava con él para que se acercara, para poder conversar, para saber alguna informacion.
Miro para el banho y vio la ducha inmediatamente surgió la idea de bañarse. Esto lo entusiasmo de tal manera que sin pensarlo mas se plantó en la puerta a esperar de alguien que le autorizara hacerlo. Permaneció así aproximadamente una hora, sorpresivamente surgió de la puerta de la sala contigua la figura de un soldado con un arma larga a la espalda. Supuso que sería el responsable de su custodia, que escondido detrás de la pared debió aprovechar la oportunidad para dormir y descansar.
El guarda lo miró casi como sorprendido, o como si no esperara verlo allí.
- ¡Disculpe! – se aventuró ¿Será posible que me permita pasar al baño?...
- ¡Sí, puede pasar! No hay problema. Lo que no puede hacer es pasar por esta puerta en la que me encuentro, y esa otra que da para el fondo.
- ¿Cómo podría conseguir una toalla pues preciso bañarme?
- Bueno, no dispongo en este momento de toalla, pero es posible que cuando venga el cambio de guardia pueda conseguirle una.
Crusó al baño y mientras orinaba miraba hacia la calle, evitando que lo vieran hacerlo, porque era posible que terminaran prohibiéndole permanecer allí o, tal vez, ordenar el cierre de la ventana. Con el tiempo percibio que no sucedería tal cosa, disfrutando de ese beneficio sin restricciones.
El asunto era romper las barreras, quebrar los esquemas pre- dispuestos, adquirir confianza, salir de una rutina que no le pertenecía por no ser militar, por lo tanto: resistir a someterse, era el principio de la libertad.
Debía de ser viernes, busco algo punzante para marcar en la pared: su idea era hacer un almanaque para saber en qué día vivía. Intuitivamente estaba posesionándose de la situación, es posible que se mantuvieran allí durante un largo y tedioso tiempo.
En la ventanita del cuarto había un pequeño alambre, subió en el camastro y se dispuso a romperlo para con él marcar los días sobre la pared y así controlar el tiempo que permaneciese detenido.
La curiosidad hizo que mirara por la ventana, daba a un gran patio o plaza con un pedestal de hormigón que sostenía tres mástiles de banderas.
En el sector que conseguía ver estaban algunos compañeros bastante incómodos, con los ojos aun vendados, tres estaban caídos de lado en el suelo de concreto, tenían unos palos atravesados entre las piernas y las manos atadas al frente junto a los pies, otro estaba siendo torturado: introducían su cabeza en un barril de agua y pocos segundos después lo retiraban, al erguirse tirado de los cabellos se notaba claramente la mueca que tenia en su rostro, luchando desesperadamente por respirar, era la famosa tortura del “submarino”.
Tres o cuatro más esperaban su turno, otros dos estaban echados boca abajo, un hombre de saco gris jaspeado y pantalones azules apoyado con las rodillas en sus espaldas, tiraba de sus cabellos mientras lo interrogaba a gritos.
Una joven estuvo al sol, hasta caer al suelo sin sentido. Al parecer menstruaba o estaba herida, mas seguro es lo primero. La hemorragia hacia correr sangre por sus piernas. Una escena cruel, burda, terrible: su tez blanca, muy blanca, su cabello corto rubio desordenado y su ropa totalmente mojada, brazos y piernas abiertas y la cabeza tirada hacia atrás. Era la imagen de un Cristo femenino, sin cruz, pero crucificada al fin por la cobardía de los integrantes de este régimen, obediente al “Plan Cóndor”, que un día la historia juzgara.
“Tal vez su emoción y subjetividad lo llevaran a oficiar de juez. Sabia quienes eran los que tenían la explicación de lo que sucedía, también sabia que la tortura era prohibida por Ley, por los derechos del hombre, pero ¡quienes son los que fiscalizan a los “feroces mastines del Imperio!”, si no es en definitiva ese mismo “Imperio.” Él los preparo para eso, para ejerce la fuerza, la prepotencia, la cobardía de la sinrazón, en su propio beneficio y con impunidad.”
En el patio varios soldados rodeaban al grupo como meros espectadores de una obra de teatro, los miró desde la ventana de su calabozo improvisado, al principio sufriendo la impotencia de no poder impedir nada, después resignado y consiente de esa estúpida impotencia.
Todos estaban expuestos a un sol calcinante, común a los inviernos de la época en la región. Tampoco era bueno permanecer mucho tiempo a la sombra, pues se hacia sentir también el frío. Interpuesto entre el grupo y la puerta del cuartel estaba un gran camión militar, era posible que fuera puesto para obstruir la visión y encubrir ruidos pues tenia el motor funcionando.
Hacia, tal vez, mas de una hora que estaba en aquella posición, de pie sobre el camastro, de repente tomo conciencia del enorme peligro que corría si fuera descubierto: pasaría a la condición de testigo real de un crimen.
El torturador era delgado, casi flaco, con su rostro pálido, muy pálido, parecía furioso y con miedo, descontrolado, tal vez algún día se arrepienta de los cursos recibidos y que hoy lo ponen en un callejón sin salida: dejó de ser militar para rebajarse a ser solo un “torturador”.
Bajó rápido del camastro y se sentó en él; permaneció callado casi una hora pensando:
- ¿Será que él torturador consigue dormir? ¿Le contará a su esposa a sus hijos, lo que hace en su trabajo?
Una voz fuerte y firme lo tiró de aquellos pensamientos:
- ¡Levante esa cama! ¡Durante el día permanecerá levantada! ¡Sólo en la noche puede bajarla para acostarse! Si quiere sentarse, hágalo en el suelo.
Le dijo cortante y sin lugar a replica, había durado poco su tranquilidad. El soldado no era el mismo que estuvo todo ese tiempo de guardia, este de ahora permanecía parado en la puerta del cuarto, con el fusil ametralladora engatillado.
Lo miro casi asustado, sorprendido; la expresión de su rostro era seria, de pocos amigos y no distaba mucho de expresar su propia situación de ser él tambien prisionero, a la vez que guardia. Si algo sucediera con un detenido (salvo su muerte, ¡claro esta!, en este caso lo harían “ desaparecer”), el soldado pasaría a ocupar su lugar, ¡pobre...!.
Repentinamente, como si algo estallara en su mente, surgió la imagen del soldado que venia por el corredor sin cubrir su cabeza.
- ¡No era militar! ¡Claro! Era un civil vestido de militar para confundir. ¿A quién querían confundir? Tal vez para más seguridad, para que no lo atacaran, ¿quiénes?
Forzó a memoria, recordó aquel rostro, buscó en sus recuerdos y lo localisó
- ¡Era el joven que visitó al Dr. Di Génova en Minas de Corrales, era del “Movimiento”, era, era... ¡Estévez! Sí, con seguridad era Estévez.
Recordó el comentario que hicieron con Di Génova cuando los visito:
- ¿Por qué estarán recorriendo todo el País tan abiertamente? ¡Te das cuenta!, este “Compañero” anda con toda esa lista encima. ¿Y si lo agarran? - le dijo Di Genova
Recién ahora tenia la posible respuesta: buscaban comprometer a la mayor cantidad de gente posible, ampliar la base del “Movimiento”, hasta entonces compartimentada y cerrada. “La Dirección” preveía, tal vez, lo que vendría y no creyó conveniente mantener tanta gente de apoyo en la periferia, en el anonimato, pues eso los debilitaría y disiparía, perdiéndose todo el trabajo de reclutamiento.
No paraba de pensar, de especular, no conseguía tranquilizarse, aunque era necesario olvidar, buscar de que todo se borrara de su mente. Si fuera interrogado no debía decirlo, podían vincularlo y acusarlo.
- ¿Y si le dieran alguna droga? Una tortura muy fuerte, intensa, podría ablandarlo hasta hablar lo que no debía.
Comensó a contar regresivamente de cien a cero, repitió el ejercicio saltando un número, luego dos y después tres, hasta que comenzaron a dolerle las sienes... .
Al caer la tarde trajeron a alguien al cuarto contiguo, lo dejaron y se fueron, se acercó a la puerta, miró a los lados y no vio a nadie, sacó la mano y golpeó en el marco de la puerta, se sentó en el suelo siempre mirando hacia el corredor de entrada y alguien le habló:
- ¿Quién eres?
- Soy Wilson Faval ¿y usted?
- Soy el Padre Verissimo ¿Tienes nombre de guerra?
Pensó algunos segundos...
- No, ¿Cuándo entró padre?
- El día 14 ¿De dónde eres?
- Soy de Minas de Corrales. ¿ Y usted?
- Yo soy de la Parroquia local, del barrio del Cuartel
No pudimos continuar hablando, el custodio de guardia dijo:
- ¡No pueden hablar!
Estaba en una silla en la sala anterior a la de ellos, donde supuse había dormido el guardia anterior.
Había comenzado a “normalizar” su vida, nunca tuvo inconvenientes para adaptar su mente a las diferentes situaciones que se presentaban, con esa conciencia le era mas fácil preparar su cuerpo.
Caminaba de 5 a 6 Km. todas las mañanas y las tardes, eran 2500 idas y venidas en el cuartucho de 2 por 1,50 mts, más veinte flexiones abdominales con ejercicios de piernas y brazos. Día que pasaba lo marcaba en la pared, con el alambre de la ventana.
La relación con el padre Verissimo, a medida que pasaban los días, fue normalizándose, no era fácil para ambos confiar en quienes no se conocía. De la Parroquia le mandaron cigarros y algunos alimentos, que, sorpresivamente le fueron entregados junto con papel, lápiz y libros.
El motivo lógico para esta amabilidad fue que, su parroquia, incluía al cuartel donde junto a los soldados y sus familias hacia su labor religiosa. Este motivo no seria suficiente para que su “proceso” se beneficiara influyendo en la actitud de los encargados de su juzgamiento y sentencia. En cambio la del era muy otra situación, su familia no tenía muchas facilidades para ayudarlo, vivían a 90 Km, de Rivera, tres niños pequeños, problemas económicos que ya habrían aumentado agravándose a medida que pasan los días.
A eso se suma la situación ante el Banco, que podría llegar hasta su destitución del cargo. Ese era el fin perseguido permanentemente por ellos, no perderían ahora esta oportunidad, claro que dependería mucho del problema nacional, porque no era el único detenido en la Institución. ¿Contaría su mujer con el apoyo de la familia? De su familia seria difícil pues vivía en la capital distante unos 500 Km.
Toda esta situación lo preocupaba sin llegar aun a atormentarlo, sabía de la entereza de Blanca, ella en los momentos difíciles y ante su ausencia crecía. Tendría que rehacer su vida en caso que su prisión se prolongara mucho, al fin y al cabo era muy joven, bonita e inteligente, claro que era un problema personal de ella para resolverlo a su tiempo.
Esos pensamientos no eran aconsejables en esa circunstancia, debería dejarlos de lado para que no le atormentaran haciéndolo perder su atención a otros problemas inmediatos.
Los dias se habian vuelto tediosos, monotonos no porque faltaran echos violentos para animarlos e si porque no habian perspectivas de saber lo que iria a suceder en los proximos.
Con el cura trataron de ser creativos en la busca de atividades.

# 11 dias detenido, era domingo 16. Se paró en la puerta de su cuarto y miró hacia la calle, una fría mañana de sol; en la casa de enfrente un hombre jugaba a la pelota con un niño que debía ser su hijo.
Recordó que los domingos acostumbravan ir al fútbol, con los amigos y sus hijos, los mismos que los viernes se juntában para comer en la sede de Independiente. La nostalgia lo invadió, las lágrimas bañaron sus ojos y lloró por primera vez desde que había entrado al cuartel.
Los sentimientos jugaban su papel, eran más fuertes que él, en realidad no-tenia porque hacerse de “duro” para esas cosas, la frialdad debía guardarla para las próximas instancias.
¿Qué estarían haciendo sus hijos y su mujer? ¿Cómo los tratarían en el pueblo? Si pudiera comunicarse con ella le sugeriría que dejara todo y fuera a la casa de su madre, existe la posibilidad de quedar detenido unos 10 años, fuera o no fuera encontrado culpable. Dependía de muchos factores incluyendo la resistencia interna, la actitud de la comunidad internacional y los errores cometidos por la dictadura.
Era un Estado de fuerza, un golpe, un plan regional con objetivos claros, por el momento, para ellos, lo que cuenta es encerrar a los opositores, hacerlos desaparecer.
En nuestra historia se cuenta que a los presos politicos los recluían en la isla de Flores, distantes de todo, con difícil comunicación para quitarles la oportunidad de influir en el proceso político y social... aunque él no era tan importante para que le hicieran eso.
A la hora 11:00 llegó un soldado:
- ¿Usted es Wilson Faval?
- ¡Sí, soy yo!
- Aquí tiene una carta de su esposa, léala y si quiere, conteste.
Era mas un billete que una carta, tomó el papel con avidez, no conseguía leer, los ojos se le nublaban.
- ¡Pero... esta no era su letra... ¡ ¿Quién le dio este billete?
- ¡El oficial! ¿Por qué?
- ¿Dónde esta ella?
- Creo que en la puerta, hay mucha gente.
Llegó a pensar en la posibilidad de que ella podía estar también detenida, le decía que todo estaba bien, su madre y su hermana habían quedado con los niños, ella había traído sólo a Daniella, la mayor.
Ernesto y ella, sufrían las consecuencias de la persecución y prisiones, como todos los niños de este país tuvieran o no padres detenidos o perseguidos, estaban formándose en un sistema violento que repercutiría en las próximas generaciones negativamente.

*** En el contexto Latinoamericano, Uruguay con sus gremios organizados y combativos, alto nivel de educación y politización, su elevado sistema social y organización comunitária era como una espina clavada en la garganta del Imperio. Un mal ejemplo para los países de Sud-América en su gran mayoría oprimidos, escaso desarrollo, bajo nivel intelectual y fértiles “Dictaduras Nativas“, contando además con el respaldo de un instrumento conjunto: el “Plan Cóndor” que contribuiría eficientemente para terminar de aplastarlos.

# Inmediatamente de que el soldado saliera con el billete para de respuesta para su esposa fue a la ventana para tratar de verla desde allí.
- ¡Era verdad¡
Había mucha gente frente al Cuartel, mujeres y niños que rodeaban a un militar. Comensó a buscarla desesperadamente con la vista y, de repente, la encontró, la vió allí entre el grupo de madres, esposas e hijos que sufrían la incertidumbre, el dolor de no saber el destino que tendrían sus familiares. Justamente en un momento en que la violencia imperaba. Tuvo una rápida reacción y se escondió, asustado, ante la idea de que pudieran verlo.
¿Y si ella hiciera algún gesto que lo delatara y lo descubrieran en la ventana?
Quedo quieto, muy quieto detrás de la ventana, sin saber que hacer, fue a su cuarto, nervioso, triste de no tener el valor de dejar que lo viera un instante, tan solo un instante.
¿Y si nunca mas se diera esa oportunidad?
Una hora después estaba aun con la cabeza entre sus manos y los codos apoyados en las rodillas, sentado a la orilla del camastro.
Su situación había mejorado, llegó un nuevo billete de Blanca en el que le decía entre otras cosas:
“... el Banco ha querido saber de tu situación actual y futura...”; respondi que nada sabía y que tu detención era una decisión militar, englobando a mucha gente en el país, por lo que, serían resoluciones conjuntas y no individuales.
Esta vez habían Llegado cigarros, galletas, frutas y otros alimentos, también alguna ropa traída por su esposa, llenándolo de alegría y abriendo una nueva instancia en su situación. En su pequeño “cuarto” no sabia si corría, saltaba, o lloraba.
Los días parecian mas largos, interminables, lentos, aunque ahora habían conseguido aumentar las actividades sujas y de su vecino. Con el papel de estaño de las cajillas de cigarro hacian piezas de ajedrez y en un cartón dibujaron un tablero. Sentados al suelo, cada uno en su puerta jugában sin verse entre si; fabricaron un juego de naipes, verdaderas obras de arte, hechas posible por el tiempo disponible y la paciencia adquirida.
Algunos días discutíamos temas bíblicos, Verissimo no dejaba de ser sacerdote, pero tenía una visión muy objetiva nada fanática de su profesión. La “Iglesia Católica” corregía sus líneas, las adaptaba a cada momento histórico: Tenía sacerdotes de izquierda, centro y derecha. En los países con conflictos sociales las líneas más combativas de la iglesia acompañaban la corriente popular y las posiciones conservadoras al poder establecido, como negociadora y popularmente conciliadora.

# Lunes, 17 del mes de junio, 12º. día de prisión. Como era obligación se levantó a las 6:00 de la mañana, así lo habían dispuesto los nuevos oficiales al cambiar la guardia. Cada uno tenía una opinión, una forma de ver y un criterio a aplicar que mucho dependía de su propia situación militar y de lo que había sucedido en su vida personal en esos días.
Colocó el camastro en la pared, fue al baño y hecho su aseo personal aprovechó para limpiar el baño. Junto con el cura convencieron a los soldados de que no era necesario que limpiaran pues ellos podían hacerlo, ya que les sobraba el tiempo. Tal vez esto no fuera lo adecuado porque a medida que los “aliviában” en sus tareas, tenían mas tiempo para “sacudirlos” pero....
Todo se había vuelto rutinario, la relación con los guardias era casi amistosa, hasta cuidában de que no fueran sorprendidos por sus superiores cuando descansaban. Uno llegó a decir que le llamaba la atención descubrir cómo éran en realidad, no tenia nada que ver con lo que les decían en los entrenamientos:
- “¡Deben cuidarse, son extremadamente peligrosos, si llegan a ganar el gobierno les sacaran a sus hijos, si se descuidan pueden matarlos y escapar.”
Le explicaron que no era así, ellos éran iguales a todos: tenían hijos, familia, querían una vida mejor, un país sin corrupción, con salud, educación y trabajo para todos. Estavan cansados del deterioro moral, social y económico de la patria, habían decidido luchar para mejorarla.
Sugirieron que ellos no tenían porque creerles, debían analizar su situación personal y la de sus familiares: Los sueldos, pensiones y jubilaciones eran realmente de miseria; mientras unos ganaban mucho, otros no ganaban casi nada; Uruguay, que nunca había sido gobernado por la izquierda, a la que culpaban por el deterioro económico, tenia una pésima distribución de la renta. Los campos, las tierras se dividían entre unos pocos que dejaban sin producir la mayor parte, en tanto la gran mayoría que deseaba producir no tenia donde, emigrando para la ciudad a recoger papeles.
Los guardias buscaban conversar con ellos todos los días, como si quisieran respuestas a interrogantes que se planteaban y nadie les daba respuesta.

# 14º. Hoy llegó un soldado ordenándole vendarse los ojos. Parado en la puerta de su “celda”, lo miró, tomó la venda y salió para que él mismo lo hiciera.
Dió de frente con el hombre de saco gris jaspeado, muy flaco, que torturaba en el patio.
- ¡No me mire! - gritó.
Sin poder evitarlo quedó mirándolo de frente, no supo si fue por curiosidad o por la impresión causada por su presencia, se había ilusionado con nunca tenerlo ante a el en un interrogatorio.
- ¡Vamos hijo de puta! ¡Vendálo! – le dijo al soldado.
- ¡Báje la vista! ¡No me mire! – le grito.
Ahora se dirigía a el, estaba pálido, muy pálido con los ojos desorbitados. ¿Cómo se comportará en su casa? – se pregunró. Con seguridad que una vez iniciado en la violencia esa gente se comporta igual con todo el mundo.
Se mantuvo calmo, una hora antes habían llevado al padre Verissimo para interrogarlo, vino muy mal, intentó hablarle y no respondió. ¿Qué puede haberle pasado? ¿Será que no soportó la tortura, hablo demás y ahora le pesa la conciencia? ¿O es que el dolor ha sido tan grande que se siente avergonzado de no haberlo soportado? En ese momento pensó en lo serio de una profesión vocacional como el sacerdocio, que responde a una consideración espiritual y no se permite debilidades a sí mismo.
¿Y si un dia descubrieran que Dios no existe?... ¡Qué ara toda esa gente que una vida entera defendió su existencia. Que locura!...¡Mi Dios!
Estos pensamientos absurdos en aquel momento consiguieron tranquilizarlo, prepararlo para las proximas instancias.
Lo vendaron y esposaron sus manos a la espalda, salió a la gran puerta, cruzaron la entrada, doblaron a la izquierda, luego a la derecha, y entraron en una sala. Mientras el soldado lo llevaba, había buscado la forma rápida de correr el algodón con los párpados, quería ver lo que iría a suceder, era una curiosidad casi morbosa.
Al entrar, subió un pequeño escalón dejando caer su cabeza hacia atrás consiguiendo ver por la hendija del vendaje por lo menos a tres militares y al hombre de gris, estaban sin gorras al fondo del salón, detrás de una pequeña mesa. Lo pusieron frente a un escritorio, no veía a su interlocutor, hacia mucho calor..., le retiraron las esposas, sintio temblar sus manos sin poder controlarlas. El hombre a sua frente pregunto:
- ¿Qué le pasa, por qué está nervioso?
Le respondio que no sabia porque y que sí lo estaba era tal vez porque nunca se había encontrado en esa situación.
- ¿Cómo se llama?
- Wilson Faval.
- ¿ Dónde trabaja?
- En el Banco de Republica.
- ¿Dónde vive?
- En Minas de Corrales.
- ¿Usted es del “Movimiento”?
- ¡No señor!
- ¿Cómo que no?
¡Usted es amigo del doctor Di Génova! ¿Él es y usted no, como explica eso?
- Bueno yo...
- ¿Usted sabía que él era?- lo cortó.
- ¡No, no sabía!
- ¡Pero él declaró que usted era!
- ¡Eso no es verdad! ¡Él puede declarar lo que él considere necesario! ¡Yo le digo que no soy!
Nuevamente estaba temblando, sin embargo su mente estaba tranquila y lúcida. Por el agujero de su venda vio en una bandeja una jarra con agua, vasos de cristal y hielo; a la derecha material de escritorio. El calor era intenso y la sed iban en aumento, el oficial echo agua en un vaso, con calma, haciendo que cayera en cascada, levanto el vaso, sacudiéndolo para que el hielo tintineara sobre el vidrio. La actitud estaba dirigida a él provocando su sed, torturándolo.
¡Quiero verlo, tengo que verlo!. Es casi una necesidad. Ya no le importava ser descubierto y que percibiesen que los estava viendo – pensava, cando vino una nueva pregunta.
- ¿Usted conoce a Gabriel Ayala?
- Si lo conozco.
- ¡Él es del “Movimiento!”
- No lo sé, paso mucho tiempo sin verlo.
- ¡Pero él es su pariente! ¡Usted tiene amigos y parientes en el “Movimiento” y usted no lo es!
- Bueno!..., mire bien, también tengo familiares militares y ellos no lo son, ¿Por qué tendría yo que serlo? Hay un oficial aquí en el cuartel, el Coronel Monje, que es medio pariente mío, tengo seguridad de que él no es del “Movimiento”. ¿Por qué yo debería serlo?
Habia jugado su mayor carta. Estava seguro que quien estava ante él era el propio Coronel Monje, no lo conocia, comentavan que era unos de los mas violentos. El silencio tomó el recinto.
Desde el principio cuando percibio a varios militares, incluyendo al individuo de gris, le vino a la mente la idea de vincularse a Monje, intuía que él por su cargo estaría presente, si así fuera tal vez conseguiría evitar interrogatorios más profundos.
Sabía, por los rumores, que el coronel era uno de los jefes del comando, la madre de él era hermana de su tia politica.
El silencio que tomo cuenta del salón fue total, percibió que su interlocutor se levanto.
- ¿Qué estaría pasando?
Había sabido, tambien, de su violencia, por los informes políticos y rumores sobre autoridades militares y civiles. Carlos Monje, hermano del Coronel, era su compañero de trabajo y jefe de sección en la sucursal del Banco, muy católico, no se relacionaba con su propio hermano, por su comportamiento violento y la fama de torturador y que al parecer también la aplicaba en su casa con su mujer y sus hijos.
Sintió que alguien caminó hacia el, sintio muy proxima su presencia, después se detuvo a su lado, parecio observarlo algunos instantes y se retiró del recinto. Al salir, en la puerta, dijo a quien supuso seria un soldado:
- ¡Déjelo un tiempito al sol, y si se mueve dele un tiro!
Sintió que lo tomaban por el brazo induciéndolo a caminar. Salieron por la plaza sin prisa, minutos después su cabeza ardía, con las piernas y los brazos abiertos era como si un hormiguero hubiera invadido su cuerpo. Un hilo suelto del vendaje le hacia cosquillas en la nariz, intentó frotar la cabeza en su hombro para aliviar la picazón.
- ¡No se mueva! ¡No puede moverse!
El que habló estaba a su lado, vigilante, tenso, con miedo, era apenas un hombre y le habían hecho creer que ya no lo era, sino un soldado, sin personalidad, sin dignidad, robotizado, hecho para obedecer y... hasta para matar.
Alguien que llegó por atraz, sin mediar palabras, lo tomó por los brasos llevandolos para la espalda. Lo empujo y sintió que su barriga y piernas topavan al frente con alguna cosa. Lo tomaron del cabello y solo alcansó a tomar aire percibiendo lo que le iba a suceder. El choque con el agua fria y su cabesa irviendo por el sol fue terrible. Un impacto térmico que lo iso perder parte del aire acumulado, aumentando el ahogo. Sintio que la cabesa hiba a explotar, la preción sobre sus ojos los empuja acia afuera, estava a punto de abrir la boca debajo del agua cuando lo levantaron de los cabellos.
Respiro profundamente con la boca habierta y una tos combulsiva lo atacó. No habia alcansado a reponerse cuando nuevamente fue undida su cabesa en el agua. Las uñas de la mano izquierda las clavó en la carne de la derecha. La falta del aire fue mayor que la anterior, como una aguja se le clavó en el lado izquierdo de la nuca recorriéndole desde el parietal hasta el ojo, sin soportar mas abrio la boca; el agua entro inundando boca y nariz simultaneamente. Sintió el pulmón quemar hasta que las fuerzas lo abandonaron y el cuerpo comensó a temblar combulsivamente.
Despertó tirado en el piso alado del camastro y totalmente mojado. Entre medio de la nebulosa de sus ojos vio el rostro del padre Verissimo y sonrió, o algo parecido.
- Aun... estoy con... vida padre, si vino... a darme la... extremauncion todavia... no es la hora - y ya no consiguió controlar el llanto..-, disculpe cura solo... queria... tranquilizarlo.


# 16º. dia preso, serian las 10:00 horas. Como una rara procesión que va rumbo al paredón, a ser fusilada, los detenidos caminaban por la plaza de armas. Todos con los ojos vendados acompañados cada uno de un soldado, el barullo de las botas y los zapatos los hacia percibir que eran muchos. Dia a día les creaban algo nuevo; una morbosa fantasía que los mantuviese tensos, preocupados, atemorizados, la de ese dia, en un principio, era no saber a donde los llevan.
Recorrian los caminos empedrados del cuartel, bajaron escalones y algunos, arrastravan los pies como para sentir el cambio que ejerce la suela contra el piso. Ahora era un pizo de hormigon, los pasos retunbavan debia ser un recinto no totalmente serrado pues se dejaba sentir el aire y el sol; parecian muchos, pararon junto a una pared los colocaron de frente a ella, con las piernas abiertas, las manos levantadas por sobre la cabeza y apoyadas en la misma.
El rumor de pasos fue aumentando, eran muchos. Transcurrieron interminables minutos, surgieron ruidos de armas que son engatilladas, la inquietud se apoderó de todos.
- ¿Qué estarán tramando? – se preguntó.
Repentinamente una voz fuerte y autoritaria ordenó:
- ¡Sáquense las vendas! ¡Vamos! ¡Vamos, rápido!
Bajo los brazos hasta su cabeza con miedo de haber entendido mal y ser baleado, desató la venda que cayó junto a su garganta, ahora vió la pared blanca frente a el. no levantó la cabeza solamente los ojos; es alta muy alta. Sintió dolor en los ojos por el esfuerzo, le parece ver rostros al final de la pared y la punta de algunas armas.
- ¡Todos giren hacia acá!
La voz le pareció más clara y cercana ahora que podia ver, giró de una vez, lo impulsava la curiosidad.
- ¡Ahí estaban!
A su izquierda, serrando la parte habierta del fronton unos cinco uniformados, entre ellos y él habían unos seis metros, a su lado, al frente y a la derecha, mas presos a una distancia de un metro entre uno y otro.
Estában en un frontón de pelotas construido en la parte mas baja, en un agujero echo en un barranco del terreno, los presos cubrían todo el perímetro interno en triple fila. Alcansó a ver algunas mujeres con rostros muy pálidos, los cabellos y las ropas en desorden. Los oficiales estaban en el lado abierto del frontón y sobre las paredes, en la parte alta, soldados armados.
- ¡No pueden hablar ni mirarse entre sí! ¡Si eso llega a ocurrir los soldados tienen orden de tirar! ¿Entendieron? ¡Todos deben mirar hacia aquí¡ ¿Entendieron?
- ¡Sí entendí! - dijo, otros también respondieron: ¡Sí! ¡Está bien! ¡Claro!
Entre los oficiales había uno que aún estando uniformado se veía que no lo era.
- ¿Lo conocen? ¡Respondan mierdas!
- ¡Nooo!. - algunos no lo hicieron.
- ¡Bueno, si no quieren responder no respondan!. ¡Este Señor es especialista en armas! ¡Es instructor! ¡Instructor de tiro, instructor de ustedes, y no quiere reconocerlo! ¡Denle una ametralladora! – ordenó a un soldado. ¡Esa ametralladora está cargada, él tiene ahora tres minutos para armarla y desarmarla! - y dirigiéndose a él: ¡Si no lo haces van a comenzar a tirar sobre tus compañeros y tú serás el responsable! ¡Entendiste mierda!
- No respondió.
- ¡Si tirás sobre nosotros, también tirámos! ¡Soldados, carguen!
El ruido metálico de los cargadores fue al unísono, como si fuera uno solo, fuerte, frío, impactante. Al ruido de los cargadores se unió el de las botas golpeando el suelo. Era un acto mas de tortura psicológica. El joven tomó el arma y en pocos segundos la desarmó y la armó, era una demostración de destreza, práctica y conocimiento.
El rostro de los militares quedó tenso, casi sin sangre, él preso quedó con el cargador en la mano como para asegurarse de no tener la tentación de tirar, ninguna emoción en la cara, nada que demostrase lo que sentía, sus ojos fijos en el arma...
Nos vendaron otra vez, como si lo sucedido fuera irreal, todo desapareció para ellos, cada uno tomó un destino, la inerrogante era cual seria el de aquel joven.
Al llegar a su cuarto lo sorprendieron al no permitirle sacar la venda, daba vueltas y tocaba las paredes, buscaba sus cosas con las manos como para cerciorarse de que estaban en el lugar. Tenia la seguridad de que era una decisión del guardia y no una orden superior, este debía ser alguno de los que venían de las sesiones de tortura y querían continuarla.
El padre Verissimo desde su calabozo trato de hablarle, estaba preocupado, quería saber lo sucedido y porque lo habían llevado... ¡El cura no estaba en el frontón! ¿Por qué? ¿Cuál sería el motivo por el que llevaron a unos y a otros no? Se sentó en el camastro y sólo pensaba en resolver esa incógnita. De repente:
¡Claro! Lo que paso, es que los que estuvieron allí no habían sido vinculados al movimiento; yo no conocía a ninguno. Con seguridad eso atemorizó más al instructor que decidió denunciar su especialidad en armas.
- ¡Wilson..., Wilson! ¿Qué esta pasando?
- Estoy de ojos vendados, el guardia no me dejó sacar las vendas...
- ¡He... Psst... guardia, guardia, por favor! ¿Por que ha dejado a ese preso vendado en el calabozo, si hay orden de sacarlas? - pregunto el padre.
El soldado no respondió y salió a llamar a un superior; minutos después vino un cabo que ordeno sacar las vendas.
Le conto al padre todo lo sucedido en el frontón, el se quedo pensativo, retirándose a su camastro y no volvieron a hablar del asunto.
Después de los últimos acontecimientos el dia de hoy han pasado tranquilos. Junto a los marcos de las puertas, sentados en el suelo, los dos conversavan sobre la Biblia, sobre María y José, los milagros, el concepto que tenía sobre el libro, la fe religiosa, el ser o no ser cristiano en la práctica y en la teoría.
El guardia dormía y ellos cuidában, estaban invertidos los papeles.
- Padre, para mí la Biblia es un estatuto, una constitución, un reglamento. Al ser un conjunto de libros quiere decir que muchos hombres en diferentes momentos, con distintos conceptos y hasta diferentes intereses lo han escrito, dando sus propias interpretaciones de lo que Cristo hacia o decía.
Era un momento muy especial para su pueblo: Cundía el desconcierto, la desorganización, en una comunidad oprimida, torturada, diezmada por el poder, el despotismo y la morbosidad de los gobernantes.
En pleno éxodo en busca de la Tierra Prometida, Moisés bajo del Monte Sinaí con las Tablas de la Ley entregándolas a su gente para darles normas de convivencia, de salud, de economía, de comportamiento, comunitario e individual. Como su pueblo no le dio importancia, no obedeció, Moisés las rompió. ¿Cree Ud. que si fueran dictadas por Dios él las quebraría?
Por su precisión, su vigencia, los hombres le han dado un carácter sagrado. Yo me siento Cristiano y consustanciado con su filosofía, pero me resisto a creer que Cristo fuera hijo de Dios. Creo que él fue un líder humano, conductor de su pueblo hacia la libertad, enseñó con el látigo en la mano que no todo en la vida son intereses económicos; tuvo visión de futuro, humildad e inteligencia para tolerar. ¿ No lo cree así padre?
- Si esa es su forma de ver, creer y seguir a Cristo, que así sea, lo importante es que cada día se parezca más a él.
El Cura bajó la torre a la 1ª. Horizontal y le dio mate, el sonrió y le dio la mano.
- ¿Qué Ud. piensa de los milagros, padre?
- Bueno creo que es un problema de época y de interpretación cultural; perseguido por el ejercito, el pueblo judío, aprovechando la bajante de las aguas que en esa epoca es muy grande, cruzaba el mar. Iban con todas sus pertenencias y hasta animales para alimentarse, así sucedía también con el ejercito y sus pertrechos militares, evidentemente, no se transportaban con gran velocidad, podían llevar meses pasando el ancho y irregular terreno del lecho marino.
Este hecho, determino que el pueblo pasara, pero al ejercito lo sorprendió el retorno de las aguas en medio de la hoya, sin poder continuar para adelante ni para atrás.
Los espacios de tiempo que emplea la Biblia son meses y años al igual que la vida de los hombres de la época.
- ¿Y Sodoma y Gomorra, Padre?
- Creo que era un volcán en erupción, para evitar demoras y con riesgo de ser envueltos por la lava. El padre dice a sus hijos que quien mire hacia atrás se volverá una estatua de sal. Es muy difícil que alguien desesperado consiga no mirar, la educación en aquellos años se basaba en imponer respeto a través del miedo.
El poder de la naturaleza era incomprensible, solo se lo explicaba endiosándola, divinificandola. ¡Mire... Wilson!, no tengo dudas: Las Tablas de la Ley fueron escritas por Moisés, por el tiempo que estuvo en el monte Sinaí y porque quería y debía organizar a su pueblo desorientado. Solo un reglamento, una ley podía hacerlo, pero si Moisés decía que las había escrito corría el riesgo de que no la obedecieran, por lo que dijo ser alguien superior y muy poderoso era quien las enviaba.
Las Leyes son pocas pero bien determinadas por lo que creo que si no fuera Dios el inspirador y su mano la que ayudo a Moisés, este no hubiese podido hacerlas tan perfectas.

A la noche el patio nuevamente se lleno de ruidos y lamentos, estropajos humanos disfrutando de una orgía organizada con el pretexto de la defensa de la soberanía, el derecho, la legalidad institucional, la verticalidad militar, el orden y muchas cosas más.
En realidad, lo justo habría sido unirse para combatir a los que roban, saquean las riquezas del pueblo y lo hacen más pobre, más hambriento, más indigente.
A todos los grupos dirigentes corruptos y sus brazos armados, paradojalmente, nosotros, el pueblo, somos los que le pagamos sus sueldos y el bienestar de sus familias.
Indignado por los hechos, todo esto pasaba por su mente, no conseguía mantenerse quieto, subió al camastro, miró por la ventanita escondiendo su cara en el rincón de la pared para no ser visto. El instructor de armas que llevaron al frontón no estaba allí, encontro eso raro, la imagen era la de siempre, hombres pateados en el suelo, otros en el agua fría, algunos atados boca abajo con palos atravesando las manos y las piernas amarradas.


# 18º. dia. Hoy fue llevado nuevamente a interrogatorio, esta vez sin vendas, eran casi las 8:00 de la mañana. Salieron por el corredor y al pasar por la guardia percibio que los enormes portones del cuartel permanecian cerrados, ese era el motivo porque podian utilizar la plaza como area de tortura dia y noche.
Al entrar en la sala del lado izquierdo vio un enorme escritorio donde había sido interrogado anteriormente; al frente en el fondo, otro más pequeño, y tres uniformados sin gorros y de espaldas conversando con un cuarto hombre del otro lado del escritorio, frente a el y que no ocultó su curiosidad al mirarlo, parecía ser el Coronel Monje por la semejanza con su hermano. En la pared una foto del Presidente de la República, un poco mas arriba el retrato de Artigas, el Prócer, y tres banderas en su mástil del lado izquierdo.
En la mesa grande una enorme hoja de papel con nombres escritos en color rojo a la izquierda, azul arriba, verde a la derecha y negro abajo. Con hilos de diferentes colores y alfileres, los hilos se extendían uniéndose con los de abajo o con los de arriba así como con los de las laterales.
- ¡Veamos, diga a quién conoce de entre estos nombres!
Leyó con calma, sin prisa, para no cometer errores.
- Di Genova, ¡a él lo conozco!
Su nombre estaba en la parte media del papel, desde él extendieron un hilo hasta el del Dr. Di Génova y junto a al nombre había lo que era un apodo: “Camilo”; igual era en casi todos, solo no había en los verdes.
- ¿Conoce a “Camilo”?
- ¿Camilo...? - ¡no..! - le respondio y continuo mirando los nombres en la cartulina, evitando dar importancia a la pregunta.
Ese fue el primer intento de involucrarlo. Leyó Estévez y al lado “Juan”, lo conocía pero nada dijo. Ayala “Onito”, a ese también, Alberto, “Paco” a ese y a este, este otro y éste. Así fui diciendo a quién conocía y los hilos de colores los unían a su nombre.
Al terminar fue llevado a su calaboso. Ya eran las dos de la tarde aproximadamente, su plato de comida estaba en el suelo, no tenía hambre y no comió; El guardia le preguntó si no quería comer, le dijo que no tenía apetito y sin mediar palabra se llevó el plato.
Llegaron dos hombres custodiados por soldados, le mandaron entrar y sentarse en el camastro, que ahora no les prohibían tenerlo bajado durante el día. Estaban vestidos de civil, fueron junto del cura, y le preguntaron:
- ¿Cómo está Padre, sin problemas, tiene cigarros?
Luego entraron a su cuarto, tuvo la impresión de que vinieron no por el Sacerdote, sino por él.
- ¿Cómo está?... ¿Cuál es su nombre? ¿Por qué no ha querido comer?
- Estoy bien..., mi nombre es Wislon Faval. Mucho tiempo sin hacer nada, sin actividad, uno queda sin apetito.
- ¿No estará haciendo huelga de hambre, verdad?
- ¡No, claro que no! No tendria sentido.
- Mañana vamos a conversar con usted, ¿tiene hijos?
- Sí, tres.
- ¿Usted trabaja en el Banco?
- Si, así es.
- ¿Tiene ganas de estar junto a su familia?
- ¡Mucha!
Daban la impresión de ser altos oficiales aunque no tenían ningún tipo de identificación, cuando salieron pregunté a Verissimo si sabia quienes eran, me respondió que al mas alto no lo conocía, tal vez no perteneciera a esa unidad; mientras el otro, el que preguntó, era el coronel Martínez.
Lo que realmente le llamó la atención de esta visita fue la amabilidad con que fue tratado, no gustándole mucho el que dijera: “Mañana vamos a conversar con Usted. “
Estava nervioso si eso era lo que buscaban lo habían logrado. Esa noche por primera vez se sintio excitado sexualmente, no lograba dormir y instintivamente se masturbó quedándose por mucho tiempo en posicion fetal, con las manos sosteniendo el pene. Transcurrieron más de veinte horas sin comer, los guardias le preguntaban por qué no lo hacía.
- ¿Será que me van a torturar, han encontrado algun vinculo y quieren saber mas, o tal vez me van a soltar, o lo mas seguro es que esten jugando al gato y el ratón conmigo? – se preguntava

*** Nueva visita de su familia, aunque no había podido verlos, recibía sus billetes y aunque escuetos, eran reconfortantes. Periódicamente recibía también ropa y comestibles; Lo que le preocupaba era la posibilidad de un nuevo interrogatorio, que podía ser más intenso, hasta entonces no había sufrido serias torturas físicas, a las mentales, allí dentro, nadie escapaba.
La llegada de libros tanto para el sacerdote como para el dio a la detención momentos menos desagradables. En algunas ocasiones intentó escribir, pero consciente del peligro que corría rasguó y tiró todo en el inodoro, fue lo mejor.

# Lunes. Habían trascurrido 19 días, cuando a las siete de la mañana vino un soldado desprovisto de armas, indicandole que se vistiera con ropa adecuada para salir a la calle; a las ocho pasarían por el. Le preguntó:
- ¿Qué sucede?
- “No, no se preocupe”- me respondió. Creo que es una salida de rutina.
- Al retirarse habló con su vecino:
- ¿Vio eso, escuchó lo que me dijo el soldado?
- Si, pero no tengo idea de lo que está pasando o a dónde te llevarán, puede ser un traslado de cuartel o de localidad.
- Padre, ¿cómo puedo hacer para que mi familia se entere, pues esta gente seguramente nada les dirá?
- No te preocupes de alguna manera me las arreglare para comunicarles.
- ¡Gracias, Padre!
A las ocho vino el mismo soldado y sin mediar otra explicación me dijo:
- ¡Vamos! y tomándolo del brazo lo condujo hacia el exterior.
Camino por el corredor y al llegar a la puerta de salida nuevamente el enorme camión militar en el que los habían traído desde Minas de Corrales. El soldado lo llevó hasta el, pidiéndole que subiera, esta vez sin vendas. Dentro se encontraban algunos soldados y seis o siete personas de civil, Sus rostros no eran de quienes estaban aprensivos o eran presionados, más bien calmos. Salieron por las calles de la ciudad y aun sin los ojos vendados poco o nada podíamos ver pues la lona del camión había sido cerrada con el propósito evidente de que no pudieran verlos.
- ¿Por qué no me hicieron llevar mis pertenencias?, ¿Será qué las enviarán al lugar donde vamos? – se preguntava.
Fueron aproximadamente cinco minutos de viaje, a lo sumo diez, o quinze uno pierde la noción del tiempo. Entramos en lo que podía ser un gran patio o un gran garaje a juzgar por la resonancia del ruido de los motores, el camión se detuvo, alguien abrió la lona por fuera y confirmó su suposición: estábamos en el patio de lo que parecido ser un hospital. Bajaron primero los soldados y posteriormente, les pidieron que lo hiciéran ellos de a uno sucesivamente. A el le tocó ser el tercero, lo alentaba el echo de que los que volvieron antes que el, estavan notoriammente tranquilos hasta sonrientes, no sabía si era por lo ocurrido o por el paseo que aliviaba la tensión.
Entro en la puerta que decía emergencia, recorrió los pasillos sintiendo en su rostro y a sus espaldas la mirada interrogante y curiosa de los que estaban allí y de los profesionales de la Salud con quienes se cruzában.
No tuvieron necesidad de esperar, entraron directo al consultorio. Grande fue su sorpresa al ver a su frente al médico, era nada menos que el Dr. Gotuzzo, amigo, médico de la familia y especialmente de su madre en Artigas. El médico mantuvo en todo momento su compostura, disimulando que tuviera alguna amistad con él, no era un hombre capaz de abandonar sus ideales, poseía los dones de la honestidad, dignidad y fidelidad, condiciones conocidas por toda la comunidad. Por eso no se sintió preocupado por la aparente indiferencia, simplemente se puso sobre aviso de que debía cuidarse en el futuro con todo lo que hacía, para no comprometerse ni comprometer a otras personas. Con seguridad ese era el juego de ellos habian traido a Gotuzzo desde Artigas para atender en Rivera, sabian que era de izquierda tal vez querian involucrarlo.
Comenzó a preguntarle sobre su salud, sobre el tratamiento recibido en el Cuartel, sin vueltas preguntó si había sido torturado de alguna forma, golpeado, “ahogado” o si se le habían aplicado choques eléctricos. Respondió a todo que no, que nada de eso había ocurrido con él, era evidente que si hubiera ocurrido también habría dicho que no y no lo hubiera hecho para encubrir a nadie sino simplemente para resguardar su seguridad.
Las respuestas fueron registradas por el médico en un recetario, solicitándole después que firmara, lo que hizo sin dudar. Por último, le pidió disculpas y paso a revisarle la cabeza para ver si estaba afectado por parásitos, tal vez para evitar una epidemia en la población carcelaria; luego pidió se sacara la camisa revisándole el cuerpo, baje sus pantalones - le pidió - y le pregunto si había recibido golpes en los testículos o había sido violado, respondió que no; Puede vestirse, le dijo.
Salio después de saludarlo y agradecerle, respondiendo el médico enfáticamente:
- ¡Cuídese mi amigo, adiós!
Nuevamente se encontro dentro el camión, esperando la llegada de los otros detenidos que estarían pasando por igual examen médico que él. Una vez retornado el último, iniciamos el retorno, estaba mas calmo y con la mente volcada más fuertemente a la posibilidad de una pronta liberación.
Al llegar al Cuartel y ser llevado a su celda, lo primero que intentó fue comunicar al padre Verissimo el motivo por el que lo habían sacado. Grande fue su sorpresa cuando al mirar para su celda no lo encontro en ella, nuevamente las interrogantes, las dudas de las que en los últimos veinte días no conseguía separarse.
Casi al promediar el mediodía retornó el sacerdote y le contó que había sido llevado primero a la Parroquia que él dirigía, manteniendo una reunión con el Obispo, después fue llevado al hospital para un examen de rutina. Le comentó que sucederían grandes acontecimientos con los detenidos, sin saber cuales serían.
Además supo que se habían trabado combates en los montes de “La bajada de Pena”, en los que habían muerto algunos integrantes del movimiento y un militar.
Que a un joven militante de nombre Estévez lo colgaban de un helicóptero con una cuerda, para que la nave no fuera atacada por los guerrilleros. Un colega de él, Arambillete, sacerdote de Minas de Corrales, era investigado por su vinculación a la recepción de militantes relacionados con el MIR brasileño.
Supuso que los datos los habia recibido en la reunión con su Obispo, el no indaguo acerca de eso.
Después del almuerzo y por el frío reinante de dos o tres grados, se acosto y sólo despertó cuando serían aproximadamente las 18:00 horas.
Al caer la tarde ambos retornaron a sus rutinas diarias. Crusó el corredor dirigiéndose a los baños, donde lavo sus dientes y su rostro lo más lentamente posible, se habituó a eso para matar el tiempo y quedarse mas frente a la ventana que daba a la calle.
Trajeron las cenas, el soldado era el mismo que les avisó de la visita al hospital, no parecía preocupado ni apurado por nada, buscó charlar y queriendo ser amable, dijo:
- Si precisas alguna cosa de la calle pedímela que yo te la traigo y cuando venga tu familia, escríbeles que yo lo entregaré, me toca la guardia los próximos quince días.
Le agradecio y mientras comía pensaba:
¿Que se traerá este entre manos? Es mucha gentileza en esa situación.

# A las seis de la mañana del 20º. dia estaba en pie, lavó su ropa interior, se higienisó, comensó a barrer y limpiar los baños, rutina que en los últimos días hacían él y el sacerdote, para lo que pidieron la autorización del Coronel que los visitó, alegando que disponían del tiempo suficiente, sin necesidad del envío de soldados para ello.
En realidad, ya lo hacían en acuerdo con los guardias, era un ejercicio físico que los beneficiaba.
Como a las ocho de la mañana el soldado, el mismo que le había ofrecido sus servicios, comenzó a conversar con él y el padre Verissimo:
- ¡Saben! En los entrenamientos nos decían que ustedes, los del movimiento, eran extremadamente peligrosos, que nos cuidáramos, pues en cualquier momento podían atacarnos y matarnos, que tuviéramos los ojos muy abiertos en las guardias. Si esta gente llega algún día al poder - nos decían - despídanse de sus hijos, porque ellos los separan de sus padres para dejarlos en custodia del gobierno.
Verissimo le respondió:
- Pero usted me conoce de la Parroquia, Carmen, su esposa y sus hijos siempre concurren a misa. ¿Cómo puede creer esas cosas?
- Sí padre, es verdad lo que usted dice, pero aquí en el ejército nos enseñan a ser obedientes y creer en nuestros superiores, recién ahora me queda la duda porque veo la verdad.
Quiso participar en la conversación, porque le pareció necesario mostrarle al hombre, a ese trabajador, la realidad de las cosas, así como el hecho de que las doctrinas del ejército lo separaban de su gente, de su propio pueblo y hasta de su familia, volviéndolo un cancerbero, un mercenario de intereses que no eran los suyos y en general también no eran los de la Patria. Le dijo:
- Mi amigo, yo tengo más de veinte años trabajando en un banco, tengo mi casa y mi familia, desde los doce años he tenido una vida dedicada al trabajo y nunca he perjudicado a nadie. La diferencia es que al conocer la miseria, el hambre, desnutrición, falta de trabajo, la salud, y educación de nuestra gente, no consigo mantenerme ajeno al problema, pues no es suficiente el bienestar de los míos si en torno veo lo que sufre el pueblo.
A ustedes los adoctrinan y preparan para la defensa de los intereses privados de algunos grupos dominantes, que usan al ejército como su instrumento, en tanto que a nosotros nos empuja nuestra propia conciencia de la realidad.
El soldado lo miraba sorprendido, lo habían convencido de que su importancia radicaba en defender a los grandes señores y que sus iguales, que eran la mayoría del pueblo, hacían peligrar la soberanía. La llegada del cambio de guardia los obligo a postergar la conversación para otra oportunidad.


# Hoy es miécoles, es el 21º. día de su detención. Fueron sacados al patio donde se les permitió caminar, conversar y hasta sentarse en los bancos disfrutando del mañanero. Las actividades de los últimos días parecían oficializarlos como presos, abriendo la posibilidad de hacerse realidad la idea de una larga estadía en esas condiciones.

***El “Plan Condor” no permitiría el retorno inmediato a la normalidad, o por lo menos en un corto plazo, los procesos serían largos y minuciosos. No todos estarían presos el mismo tiempo, tratarían de mantenerlos detenidos el mayor tiempo posible y serian liberados paulatinamente para asi evitar que se reaglutinásen inmediatamente.
“Ellos” precisaban estar tranquilos, sin oposición, para seguir saqueando el País, consolidar las transformaciones realizadas a favor propio y continuar el drenaje de capitales a sus cuentas en el exterior.

# El día habia pasado sin novedad, rutinario, tedioso, parecía como si la vida hubiera perdido sentido, qué motivación puede tener un hombre, al que se le quita la libertad. Por otros motivos había elaborado esta frase:

“No intentes cortar mis alas, coloca plumas en las tuyas y vuela conmigo.”

Cuánta vigencia tenía en esos momentos. El Poder podría encarcelar el cuerpo pero le sería imposible hacerlo con su mente, la lucha por sus ideales y lo que creía justo, superaría al tiempo de detención.

# Día jueves, 22º. de prición. Como era habitual desde que era niño, se levanto y realisó, casi automaticamente, todo su aceo personal, solo que ahora debía hacerlo en tiempo y espacio limitado.
Estaba más animado sin saber porqué, poseia una aguda intuición talvez herencia de su madre y la abuela materna. Conversávan con el sacerdote, sentados en el suelo, cuando vieron acercarse por el corredor una persona de civil y venía curiosamente solo, el soldado de guardia dijo:
- ¡Cuidado, entren, que viene un oficial!
Acataron la orden inmeditamente. Sentose en su camastro a la espera de lo que vendría.
El hombre llegó y entró directamente a su celda, sin rodeos le dijo:
- ¡Ven conmigo, sígueme!
Sin ordenar que se vendara, por lo tanto salió detrás de él, alcansó a mirar hacia atrás, Verissimo estaba en la puerta, sólo consiguió levantar las cejas abriendo los ojos como planteando una interrogante. El le respondió apretando sus labios como diciendo: ¡No tengo respuesta!
Fue conducido nuevamente a la sala de interrogatorios, esta vez solos, el hombre entró y se colocó de un lado de la mesa, frente a mí:
- ¿Tú eres Faval?
- Sí, lo soy.
- ¿Eres hijo de quién?
- De Fernando.
- ¿Es hermano de mi tío político, casado con la “Gringa?”
Tuvo la sensación de que su interlocutor no sabía qué hacer, qué decirle, estaba como desorientado, pero que algo trascendental iría a sucederle.
- ¡Quiero que me digas la verdad, estamos solos, sólo quiero salir de una duda! ¿Perteneces al movimiento?
- ¡No, no pertenezco!
Fue cortante y no dió lugar a continuar el diálogo. El oficial llamó a un soldado y pidió que lo llevaran a su celda. Estaba confuso, las interrogantes invadian su cabeza en un mismo momento y no encontraba respuesta. Entró directo a su camastro y sentose desconcertado, coloco la cabeza entre sus manos en busca de tranquilizarse.
- ¡Qué te pasa!
Levantó la cabeza sorprendido, asustado, na sua frente estava nuevamente el militar.
- ¡Vine a preguntarte si quieres irte!
Lo miro incrédulo, como si no comprendiera bien sus palabras.
- ¿Es que no quieres ver a tu familia?
- ¡Claro...,claro que sí, es lo que más quiero!
Tal vez en su rostro debía estar dibujándose una mueca, o algo parecido a una sonrisa, porque sentía la piel tensa, estirada.
- ¡Bueno, arreglá tus cosas que te vas! Lo que quiero es prevenirte: Si nos volvemos a encontrar en circunstancias similares a esta, la cosa va a ser diferente.
- ¿Ahora ya - preguntó.
- ¡Claro! - le dijo, y fue saliendo.
De un momento a otro todo se había vuelto una locura.
Al salir, ya en la puerta donde estaba el guardia le dijo:
- ¡Cuándo tenga todo pronto, llévelo hasta mi escritorio!
Salió a la puerta de su celda y no sabía qué hacer, abrasó al Padre Verissimo, que había escuchado todo y estaba visiblemente emocionado, pero lógicamente no más que él. Llegó el soldado que siempre conversaba con ellos y le dijo:
- ¿Así que te vas? ¡Te felicito! ¡Creo que no vas a precisar más de las sábanas ni de las toallas! ¿Por qué no me las dejas?
- ¡Seguro..., claro, quédatelas!
En un instante recordó lo que decía mi padre, que había sido militar:
”El milico no roba ni pide, se desaprieta”.
Rápidamente acomodó lo poco que tenía, le consiguieron una bolsa y sin mediar palabra, después de saludar a su compañero de los largos días, salió..., riendo para todos, feliz.
Fua conducido al departamento de entradas y salidas donde se le hizo entrega de sus pertenencias: reloj, cinto, cordones de zapato y documentos. Firmó un recibo de que todo estaba en orden y de que no había sufrido ningún tipo de “Apremios Físicos” (ya le habían cambiado el nombre), también recibió el deseo de buena suerte, del soldado que allí atendía.
Caminaba para retirarse cuando llegó hasta el un cabo, al mirarlo identificó al mismo que le pidiera disculpas al vendarle los ojos, en el camión, en la salida de Minas de Corrales.
- ¿Así que está en libertad? ¡Me deja muy contento, porque me causó muy buena impresión desde que lo conocí! ¡Y siempre pensé que usted no tenía cara de pertenecer al “Movimiento” y ser lo que nos decían que era!
Agradeció sus palabras, le extendió la mano y el soldado lo abrazo.

***Dos meses después se volverían a encontrar, esta vez en el Estadio de Fútbol, en la final del Campeonato Regional. El soldado como Juez y el preso como periodista de Radio Rivera y frente a todas las autoridades civiles y militares, se volvieron a abrazar y el juez dijo al oído:
- “Siempre pensé que no tenias cara de pertenecer a esa gente”.
Wilson le respondió:
- Será ¡Que pena! La vida tiene estas cosas.
Giró y caminó en direccion a un jugador que debia entrevistar; miró hacia atrás y el arbitro aun permanecía parado mirándolo sin comprender su respuesta.

# Volvia a ser Yo. Fui saliendo y saludando a todos los que estaban en la guardia. Tenía ganas de reírme, saltar y abrazar a todo el mundo. Cuando estaba ya en la puerta, alguien gritó:
- ¡Ey, espere, espere! El oficial dijo que debemos llevarlo.
A lo que el respondió:
- ¡Claro, si ni dinero para el pasaje tengo! - y riéndose - ¡Ustedes me trajeron y ustedes me tendrán que dejar allá!
Llegaron dos soldados en un jeep militar, subió y dio su última mirada a la casa de la esquina, donde veía a un padre jugar con su hijo. Recorriron las calles de la ciudad, miraba con avidez: las casas, la gente, los autos, los árboles, el cielo, como si fuera la primera vez que los viera, tenia enormes ganas de gritar:
- ¡Me soltaron... me soltaron. Carajo!

##
En el descenso por la larga avenida que separa el Cuartel del Cerro del centro de la ciudad, pensé que iríamos a la carretera. No fue así, pues doblamos en la calle principal a la izquierda hacia la plaza y paramos al frente de la Jefatura de Policía.
Mi felicidad comenzó a apagarse, hicieron que entrara y me entregaron a un Oficial de guardia de la Policía Civil, diciendo:
- ¡Este señor es un detenido de las Medidas Prontas de Seguridad, lo dejamos en libertad y a su disposición!
Me derrumbe, pensé inmediatamente que la libertad recibida era apenas de manos de los militares, quedando ahora detenido a disposición de la Policía Civil, y que significaría detención, proceso judicial, juzgamiento y quien sabe, largos años de cárcel.
Percibí que los policías, además de consultarse entre sí, lo hacían también telefónicamente con sus superiores; daba la impresión de que no sabían qué hacer conmigo, después supe que había sido el primer preso, de esa situación, y el primero en ser liberado.
Fui autorizado a sentarme y esperar, estaba con la bolsa de plástico entre mis pies, miraba a los policías en sus correrías que mas se parecía al ensayo de una obra teatral de mala calidad y peor gusto. Había transcurrido aproximadamente una hora, cuando un sargento me preguntó:
- ¿Usted es de Minas de Corrales?
- ¡Sí! – le respondí.
- ¿Tiene cómo irse?
- ¡No, no tengo! ¡Vine en un camión militar, sin dinero, sin nada!
- ¡Bueno..., nosotros, en realidad, no tenemos cómo llevarlo!
El problema era salir de allí, huir lo antes posible, antes de que se arrepintieran, por lo que le pregunté:
- ¿Tienen condiciones de dejarme en la Agencia de la empresa de ómnibus Núñez?
- ¡Sí, creo que sí!
El sargento salió a la puerta de calle dando la orden a otro policía para llevarme. Subí en un patrullero policial y partimos, el chofer me preguntó:
- ¿Usted estaba detenido en el cuartel?
- Sí - le respondí.
- ¿Pero usted es o no del “Movimiento?”
Me hice el desentendido y no respondí, no quería saber más de interrogatorios. Miré a la vereda fijamente para no retornar a la conversación, él no repitió la pregunta y llegamos a la Agencia.
- ¡Aquí es!
- ¡Si, muchas gracias, adiós!
Al entrar encontré algunos conocidos, amigos, alegría y sorpresa, por mi liberación.
Uno de los dueños, el Dada, estaba alli.
- Estoy sin dinero Dada, será que pueden llevarme?
- ¡Sin dudas, sin problemas! - me dijo, saliendo de detrás del mostrador para saludarme.
Percibi que la curiosidad era general, todos querían saber y en el futuro debia saber convivir ella:
- ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¡Comentan que las torturas son terribles! ¡Que golpean! ¡Que dan choques eléctricos!...
La verdad es que yo no tenía ganas de contestarles, ni de hablar más sobre el asunto, por lo único que estaba ansioso era llegar a Minas de Corrales, a mi casa.
La situación en que me encontraba de no saber si estaba realmente libre o, mejor dicho, suelto, puesto que la libertad es otra cosa, no daba para estar hablando del ejército, de lo que hacían o no. ¡No debía correr el riesgo de que me apresaran nuevamente! En un País donde impera el miedo, el terror es bien fácil encontrarse con entregadores, acostumbrados a construir su futuro destruyendo el de los otros.
En ese instante llego mi salvación, Didi, hermano y otro de los dueños de la empresa, con quien tenía una mayor amistad. Llagó en el ómnibus que nos llevaría a Corrales. Al verme me abrazo y salió conmigo hacia fuera inteligentemente para conversar mas cómodamente.
- ¡Gracias me estaban acosando a preguntas que no quiero responder!
- ¡No te preocupes viajaremos juntos, veni! Entramos al vehículo, me sentó en el primer asiento y volvió a bajar. ¡Ya vengo! – me dijo.

Hacía más de media hora que viajábamos, me mantenía en silencio, estaba visiblemente preocupado, no sabía cómo me recibirían los vecinos, amigos y compañeros de trabajo. ¿Encontraría un vacío de aquellos que otrora fueron amigos?. Tal vez la curiosidad los llevaría a acercarse a mí. ¿En el Banco estarían esperando que volviera, para después ponerme en la calle? ¿Cómo será la situación de los que pasan años detenidos y al salir, deben enfrentar la discriminación, el desempleo..., la realidad?
Al dejar el asfalto de la Ruta Nacional y entrar bruscamente en la carretera de tierra el barullo de la carrocería del ómnibus en el terreno desigual, la vibración de sus vidrios y puertas me apartó de mis pensamientos.
Miré hacia el camino y después al paisaje, no era el mismo que recorrí con los ojos vendados días antes. La sinuosidad del terreno, las acentuadas y continuas curvas cortadas por ríos, arroyos y la proximidad a los “Cerros Mesetas” del camino anterior, era muy diferente a la interminable llanura que ahora veo.
Esta carretera es otra de las alternativas que hay para llegar a Minas de Corrales, la primera conduce al Sur la que vamos al Este. Mui poco usada por mi para viajar.
La época se caracteriza por grandes heladas, que congelan el agua y la humedad de las lluvias vistiendo de blanco las grandes llanuras. En las mañanas, cuando ilumina el sol, comienza la evaporación del hielo, formándose grandes bancos de niebla infiltrados de brillantes y dorados rayos solares, la tierra cambia de ropa, como una bella madre coqueta.
Los pastos muestran un verde amarillento, manchado por el marrón oscuro-negro y blanco del ganado, que con sus cabezas entre las patas, sale lentamente de su letargo y busca el alimento diario.
Al levantar la vista, a lo lejos, los ojos se detienen ante un fantasmal muro formado por una cadena de sierras que parecen viajar desde el sur; algunos cerros dan la sensación de ser pequeños volcanes dormidos cuyas puntas hubieran sido cortadas por una enorme cuchilla.
La otra carretera, tenia estancias de grande y mediano porte, separadas por largos trechos de alambradas, de tierras deshabitadas y con gran cantidad de ganado vacuno y ovino. La que transito ahora, esta bordeada de construcciones modestas, pobres, aquí y allá, unas de ladrillo sin revoque y techos de zinc, otras de palo a pique, barro y techos de paja.
A lo lejos antiguos cascos de estancias, ahora “taperas” (construcciones abandonadas) rodeadas de árboles. Una pequeña población aquí, otra allá mas distante, Escuelas y Comisarías igual de modestas que sus poblaciones. El paso del ómnibus hizo que una pareja de barullentos “teros” levantara vuelo, otro grupo de avestruces sale en espantada sacudiendo su grisáceo y blanquecino plumaje, sorprendido por el ruido del potente motor del vehículo, al que aun no se acostumbran, a pesar de su paso diario.
Es esta la imagen de las tierras de pequeños productores rurales, una vida entera de lucha por la sobrevivencia que no podrán superar jamás, para terminar vendiéndolas a poderosos estancieros, que así agrandan y agrandan sus propiedades. El destino desta gente: emigraran a la periferia de las grandes ciudades, para engrosar los, cada vez más poblados, “cinturones de pobreza.”
El tiempo fue transcurriendo.
- ¡Debes de estar apurado por llegar a tu casa!
- ¿Cómo dijiste?
- Mi voz me pareció lejana al responderle. Era el Didi Núñez que al volver de la agencia se habia sentado a mi lado mantenidose en silencio, hasta ese momento, permitiendo reencontrarme con mis pensamientos. Un viejo amigo del que nunca nos lograron separar las ideas politicas diferentes. Compañero de Independiente, el cuadro de fútbol.
- ¡Sí, la verdad que sí!
- ¿Por eso, para ver si llegas antes te senté en el primer banco? Los dos reímos.
Descendíamos por una enorme bajada en curva, llena de ondulaciones causadas por el agua de las lluvias, a inmensa y peligrosa curva anticipaba la entrada al Pueblo, desde ella se observaba claramente el hospital, el Banco, la plaza y su monumento.
Casi como abrazada por el terraplén de la curva, allá abajo, la casa de Andina el “Herrero”, figura legendaria llena de historias y dieciocho hijos. Andina era un hombre peculiarmente inteligente, no existía nada que el no pudiera hacer: desde arreglar una maquina de calcular hasta reparar una falla del motor de un automóvil moderno.


*** Con 18 hijos era imposible que el pobre hombre durmiera una siesta, cansado de esta situación, como buen nadador que era resolvió acostarse flotando en las aguas de una pequeña laguna en los fondos de su casa. Vecinos que pasaban, al verlo en esa posición lo creyeron muerto y corrieron desesperados a socorrerlo. Al despertarlo, ante los rostros sorprendidos de la gente dijo:
- ¡“Caramba¡ ¡Bolas!”... mis hijos no me dejan dormir en casa y los vecinos me despiertan en la laguna.


# Minas de Corrales fue construida en un terreno totalmente desigual, el centro tiene unas seis cuadras hormigonadas, en cuya mitad esta una curva que dobla a la derecha, siempre en subida de unos 45 grados, finalizando en la Cooperativa Agropecuaria. En esas seis cuadras esta casi todo lo que tiene de importante: banco, clubes, comercios, farmacias, hoteles. El pueblo termina por un lado en el río, por otro en un pobrerío en la boca de una enorme depresión que acaba en un pequeño montecillo, chacras y otro pobrerío. Por el sur tiene otra salida que va a unirse con la carretera principal, al norte, lo cierra un caserío que se corta en la ladera de un cerro.
Población minera que otrora fuera importante, hoy decadente, mantiene aun algunas edificaciones de buena construcción. Los grandes túneles y grutas abiertas por los mineros, tejen una red que cubre mas de quince kilómetros por debajo y fuera del poblado, llegando hasta los grandes estanques de lavado de oro. Al transitar por la carretera se pueden ver torres de hierro por donde antes pasaban andariveles con el material extraído que echaban en una usina a la orilla del río Cuñapirú.
Entramos al pueblo y el ómnibus paró frente al taller mecánico de Rodríguez para que bajaran los pasajeros. Un conocido me vio a través de la ventanilla del ómnibus, sorprendido y alegre me saludo levantando sus manos.
En política existe un medidor muy sensible: el “saludómetro”. Si todo anda bien él funciona bien, la mayoría te sonríe y saluda; si comienzan por “no verte”, como dice el paisano, “Dios nos acuda”.
Comenzamos el recorrido de las primeras cuadras del centro, el motor del ómnibus era exigido por la subida, la próxima parada es en la esquina del Banco. ¿Qué sucedera allí? Lo habitual es que al parar en esa esquina la gente saliga a las puertas para ver quien llega y que los más curiosos se junten a los que esperan familiares o amigos, viniendo a los puntos de parada. Ahora esa sera mi prueba de fuego, de ahí sacaré mis conclusiones acerca de lo qué tendre que hacer en el futuro.
- ¡”El Petizo” Faval... !, ¡Llegó “el Petizo”... !
Los gritos venian de un lado y de otro, algunas personas atravesaban la calle a la carrera. Un compañero del Frente y su familia, esposa e hijos con la cabellera rubia, casi blanca, de origen portugués-alemán, venían en mi dirección.
Sentí los abrazos, de un lado y de otro, gente y más gente. En las ventanas del banco los compañeros:
- ¡Petizo... ! ¡Petizo... ! ¡Te soltaron... !
Doña Lola la esposa de un poderoso estanciero que, aunque de derecha, tenía una enorme estima por mí y por mi familia, vino corriendo desde su casa a mitad de la cuadra.
- El Gerente del Banco, Piriz Burgueño y su hija Brenda, vinieron a saludarme, me sentí realmente emocionado. Entré al Banco con el alma limpia y una alegría enorme, respiraba profundo como si quisiera absorber todo el aire del mundo.
No paraban las preguntas, todos querían saber todo y yo no quería responder a nada, era como empañar la alegría de ese instante con el recuerdo de lo pasado; además debía tener cuidado y no dejar que la vanidad me cegara.
- ¡Petizo...! ¡ Mira a quien te traje!
Era Weyler, otro compañero, levantantando a Daniella mi hijita mayor. La emoción me embargo y fue como una solución para mi escape y dije:
- Disculpen voy a mi casa, Wyler me lleva, ¡Chau,chau...! y fui saliendo.
El “Gallego” Tito me dijo al oído:
- ¡Después hablamos compadre!
Fue una dificultad para subir a la camioneta, mucha gente la rodeaba, casi impidiendo que iniciara la marcha, nunca pensé que la gente reaccionaría así, gente corriente, pobres trabajadores. En la actitud había mucho de curiosidad no podía ni debía engañarme, tal vez era una reacción sicológica colectiva que los impulsaba, me halagaba que sus rostros estuvieran alegres, amistosos.
Weyler me dijo riendo:
- ¡La gente te quiere mucho! Nunca habían tenido cómo demostrarlo. Durante tu prisión quedaron indignados, con rabia. Justamente el día que te detuvieron, llevaron también a Di Génova, el siempre estuvo a disposición de la gente pobre, sin que le interesara si tenían o no-dinero..., bueno, la verdad que nunca discriminó a nadie, tu y el se parecen mucho. ¿Cómo está él? ¿Lo has visto?
- No, no lo he visto nunca más desde nuestra prisión.
- La gente siempre te ha admirado, te quieren bien, siempre estuviste dispuesto a ayudar a quien precisó de ti y lo mas importante: no estabas obsesivamente queriendo imponer tus ideas políticas.
¡Sabes! Los mas afectados fueron los jóvenes, tu y tu esposa siempre están creando actividades para ellos que viven una vida aburrida en estos pueblos. La noche de tu prisión en el club lloraban, nadie jugó, ni la barra del billar ni la del piffe, solo se hablaba de tu detención y la situación en que quedaría tu familia. ¿ Sabes lo que pasa? es que no ha habido actividad política, social, deportiva en que tú no hayas estado. ¡Mirá el proyecto de esos canteros centrales (señalando la placita), fuiste tú quien lo hizo! Si no, qué habría salido, con el Presidente que tenemos en la Junta. ¡Los vecinos quedaron felices con la obra!
Me mantenia en silencio, mirando la gente, al pueblo que había aprendido a querer.
Al pasar frente al “club 25” me saludaron varias personas, recordé que hacía años que el “Gallego” y Yo, en carnaval, arreglábamos y decorábamos los salones de la entidad. En fiestas patrias y eventos importantes, formábamos parte de la Comisión Directiva y ya antes de integrarla nunca habíamos cobrado nada. Aun siendo la mas aristocrática y representativa del pueblo, paradójicamente era también la mas democrática, habíamos conseguido transformarla.
El club “Obrero”, parecía representar mas bien a los resentidos sociales, el Comisario y una serie de sus amigos. Lo coparon dueños de pequeñas y medianas tierras que soñaban con ser grandes propietarios y eran los más radicales y violentos.
En la época del oro no los habían admitido en la principal institución, igual que los negros o hijos de madres solteras y pobres, eso los llevo a crear al nuevo Club. Nosotros, empleados públicos, bancarios y jóvenes hijos de los viejos fundadores discriminadores, con otra visión de la realidad fuimos tomando el “Club 25” y democratizándolo, abriendo sus puertas sin persecuciones ni discriminaciones.
Yo pintava la mayoría los carteles del comercio local, organisava exposiciones de ganado, hacía cucardas, carteles, invitaciones y pergaminos para la feria. Con mi mujer habíamos organizado un cuerpo de danza y un conjunto folklórico que llevábamos a las escuelas del interior del Departamento, actuábamos también en fiestas patrias.
En una de esas fiestas recuerdo que algunos estancieros y mi acérrimo enemigo, el Comisario, quisieron prohibir la actuación del grupo alegando que era dirigido por gente de izquierda. A pedido de mi mujer y mío los jóvenes actuaron igual dando un bellísimo espectáculo; Mientras bailaban nos mantuvimos lejos como si nada tuviéramos que ver con ellos, la gente aplaudió mucho y venían a felicitarnos, sabiendo de la burda censura que se nos impuso.
También Era juez de fútbol, esa actividad me permitía aumentar mis ingresos familiares. Como periodista escribía artículos en algunos órganos de prensa regionales y partidarios; a través del teléfono enviaba noticias a radios de las capitales departamentales para sacar del anonimato a Minas de Corrales. Era una especie de puente de informaciones entre el campo y la ciudad dando noticias de personas internadas en el hospital, denunciando abusos, resaltando obras en realización y denunciando irregularidades administrativas a fin de que se pusiera freno a la corrupción.
- ¡Sí! - él tiene razón en lo que dise. He participado mucho en estos años, sólo que no lo había percibido y lo consideraba una obligación.
Pasamos luego frente a los galpones de la Cooperativa, allí estaban mis principales enemigos, grandes estancieros que empujavan a otros produtores, en nombre de la categoría, y a jovenes a cometer actos de violencia.
Difícilmente daban la cara, aunque eran los primeros cuando se trataba de aparecer o representar al pueblo junto a autoridades. Dominaban al poder político local y tenían gran influencia departamental y nacional.
No me querían, pero habían aprendido a respetarme, lo raro es que no los odiaba y muchas veces me sentía culpable de no accerlo. Alguien dijo una vez:
“Al enemigo hay que odiarlo para poder vencerlo”.
Para mí era muy difícil, el rencor nunca fue mi instrumento de lucha.
Algunos integrantes del grupo, de la Cooperativa, levantaron las manos como saludo y otros apenas sus cabezas; mostraban una sonrisa irónica, falsa, casi sin ganas, tal vez decepcionados de que no resultara su “Complot”.
También el comisario tenía un pedazo de tierra y se consideraba estanciero, los otros le llenaban la cabeza de odio contra la izquierda y él salía repartiendo sablazos a “troche y moche”.
En la Comisaria verios policiales esperavan mi pasaje, tal vez para verificar alguna comunicacion recibida de la Jefatura de Rivera.
Al cruzar frente al Hospital vi algunos enfermeros en la puerta, los grupos en los diferentes locales demostraban que se había corrido la voz de mi liberación.
Aracy, compañera de lucha, valiente, osada, querida en casa por mi mujer y mis hijos sacudía sus brazos y lanzaba besos.
Recordé al Director Reynoso, meses atrás lo había denunciado por el uso de la ambulancia para contrabandear desde el Brasil; era una calamidad la corrupción administrativa de este “Señor”: desvío de dinero público, cobro irregular por atención, negligencias, etc.
Nuestros hijos eran compañeros de colegio y amigos. Cuando lo denuncie y percibiendo que causaría efecto en las autoridades del Ministerio de la Salud, mando a amigos comunes para que me hicieran desistir de la denuncia.
Era uno de los que usaban de la ignorancia del Comisario para perseguir a quien no compartía sus ideas, enemigo acérrimo del Dr. Di Génova debía estar feliz por su detención.
Días después supe que había intentado solucionar su problema en el Ministerio, alegando, de mi parte, persecución política, “demostrada” por el vinculo al “Movimiento” investigado por el Ejercito en mi encarcelamiento. Ahora al liberarme se le termino la justificación voy a arremeter contra el con mas motivos, hasta conseguir un sumario justificado y su destitución del cargo.
Nos cruzamos en el camino con el subcomisario Olmos, le había mentido a mi mujer diciendo que no sabía dónde me llevaron cuando fui detenido, no lo culpaba, era un policía y cumplía órdenes.
Quando estava llegando la gente, los amigos salían de sus casas a recibirme. Se hacia visible la alegría en sus rostros, no en todos claro esta, en casos como el mío nunca falta los que difunden noticias muchas veces falsas tendenciosas y que se convierten en rumores, que nada bien le hacen a la sociedad.
Mis hijitos corrieron a mi encuentro, mi esposa quedó dentro de la casa, a través de la ventana vi su rostro firme aparentemente tranquilo e intentando evitar dejarse dominar por sus emociones.
Mi casa es humilde de techos bajos, sencilla como la mayoría de las de la periferia del pueblo, construidas para pequeños productores rurales. El patio grande, mas bien una quinta, de unos 20mts de ancho por 50mts de fondo, cercada por hilos de alambre. Cuando nos mudamos, mi familia vino al pueblo desde la ciudad de Artigas, allí resolví radicarlos en mi peregrinar por el país, causado por la persecución política.
En Minas de Corrales, llegué a creer que fuera el destino definitivo, vivía desde hacia un año cuando los traje, despues percibi que estava equivocado.


***Cuando vine sin ellos, residía en viviendas construidas por el Banco para funcionarios solteros o casados pero que vivían solos.
El mismo día que bajávamos los muebles del camión de mudanzas, se acercó un hombre, casi un anciano de unos 65 años, con una pala, un rastrillo y una asada en sus manos.
- ¿Quiere que le carpa el terreno mi amigo?
Lo miré sin verlo y respondí, apresuradamente, sin darme cuenta de lo que decía.
- ¡No... ! ¡No precisa!
Continué cargando los muebles, al volver vi que estaba recostado en el murito del frente, su rostro mostraba claramente lo desilusionado que estaba, pero aun así insistió:
- ¡Está sucio, muchacho, y el pasto está grande! Los chicos tendrán que jugar ahí, algún bicho..., puede, si senhor, puede ser peligroso. ¡Después podemos plantar verduras y...
Nuevamente lo miré, esta vez más detenidamente, en mi mano retenía el respaldo de una cama, vi que precisaba trabajar y no era de los que acostumbraba a pedir.
- ¡Está bien, comience!
Sumamente delgado, cabellos blancos, en sus ojos se veían los años vividos marcados por un halo blanco en el iris. Un sombrero roído, la ropa gastada por el trabajo y en sus pies, un par de zapatillas, comúnmente conocidas como “alpargatas,”
- ¡Gracias muchacho! ¡Gracias, no se va a arrepentir! - me dijo.
Tomó sus herramientas y entro por el portón, pocos minutos después el pasto comenzó a desaparecer...
Él tenia razón, no me arrepentiría nunca, pues hasta ahora agradezco a Dios el haberme enviado a aquel HOMBRE, porque con esa palabra corresponde destacar a la dignidad, al orgullo, al trabajo, a la honradez de Don Silva.
Con el pazar del tiempo para los chicos un abuelo, para mí un padre, un maestro. Trabajó mas de dos años para nosotros, vivió y cuido de mi casa como si fuera la suya. Lo visite durante su enfermedad, falleció sin que yo hubiese tenido el coraje de ver sus últimos instantes. En el velorio no me anime a mirar su cadáver, quería retener su imagen viva y es así que la conservamos todos.
Ahora, al pasar a la quinta podía verse un aljibe o pozo de agua, después un verdadero “Edén”, los canteros bien delineados, todo barrido, limpio, muy limpio. Los tonos de color verde lo hacían parecer una pintura, un cuadro: repollos, acelgas, cebollas, tomates y las verdes hojas de las zanahorias mezcladas entre medio de las frutillas, varios arbolitos de durazno en el centro de los canteros, mas al fondo una higuera y rodeando la quinta enormes enredaderas de zapallos.
A la sombra cantidad de botellas de salsa de tomate y morrón, sobre una lamina de zinc orejones de durazno secando al sol, resultado de la dedicación y el trabajo del “Viejo”, como cariñosamente yo lo llamaba.


# Baje de la camioneta junto con mi hija Daniella de 4 años, mi mujer estava en la puerta esperandome, con Gonzalito en brasos. Lo dejo en el piso y quede sorprendido al verlo caminar, días antes estaba em brazos y hoy caminaba solo.
Le extendí mis brazos y, como si no me reconociera, giro volvióse hacia su madre. Después note que yo también había cambiado, mas delgado, muy blanco, con bigotes; en realidad habían razones para que el niño no me reconociera.
Ante mi mujer la emoción me embargó, la abrace fuertemente, todo lo fuerte que me fue posible como queriendo incorporarla en mi. Junto a ella estaba mi tía y suegra, Doña Mimosa:
- “¡Que tal...,como estas m’hijo!
Necesitaba soltar, liberar todas las emociones retenidas durante estos días que felizmente estaban quedando atrás; cerré los ojos suavemente y levante las cejas, respire profundamente en busca del aire que iba faltándome, sentí el calor del cuerpo de mi esposa, la presión de sus brazos y sus manos en mi cintura, el perfume de su cabello...
- ¿Cómo estás mamá? - le dije al oído.
- ¡Bien..., estoy bien!
Cuando nos separamos de aquel abrazo tan deseado, todos los que nos rodeaban lloraban también. Nuestros amigos entraban en la casa junto a nosotros, también algunos otros que se habían apartado después de mi detención.
El miedo, el terror se apoderaba de la gente, algunos no tenían valor para enfrentarlo, pero ahora estaban otra vez allí, acaso movidos por la curiosidad o con la confianza de saber que el Ejercito me había investigado y no encontró motivos para mantenerme preso.
Inevitablemente vinieron preguntas y más preguntas, que no cesarían en los próximos meses y solo acabarían muy lentamente, todos querían saber, dar su opinión, confirmar lo que decían, lo que comentaba en el pueblo mientras estuve preso.
Intente contarles algunas cosas y solo alcance a decir:
- “Por las noches... suceden todas las cosas, ¡Es horrible¡
“ Me lleve las manos a la cara y comencé a llorar, alguien dijo:
- “Es mejor irnos y dejarlos solos” - pero nadie se fue.

Mis hijos no se separaban de mí, los amigos comenzaron a contarme lo sucedido durante la ausencia:
- ¡Sabes que el “gordo Caballeros “ desapareció, no fue capaz de venir a preguntar si tu familia precisaba alguna cosa, bueno, el siempre fue un adulón de los ricos y poderosos, no se puede esperar nada bueno de él ¿verdad¿
Mi esposa comenzó a hablar y contar con muy pocas ganas de hacerlo, por momentos la observaba como queriendo adivinar lo que pensaba. No era muy extrovertida, sino más bien parca para expresar sus sentimientos, su indignación, su rabia contenida durante esos días, aunque tal vez no muy contenida como poco a poco fui enterándome después. La entereza con que había enfrentado la situación.
- “Sabes... a nuestros hijos los llamaban comunistas, en realidad no me molestava eso, porque en definitiva es una posición ideológica que debe ser respetada, el problema es que lo hacían despectivamente y eso los traumatiza, pues los niños no saben aun catalogar las palabras en sus matices.
El día de tu detención a ella - señalando a Daniella-, los niños le cerraron el paso, en el portón de la Escuela, gritándole:
- “¡ A tu padre lo llevaron preso por “sedicioso...!”
- ¡No, no es verdad, mi padre no esta preso y no es sedicioso¡ - ella aun no sabia de tu detención y lloraba.
Las maestras la llevaron dentro del local escolar. ¿Quieres que continúe contando?
- ¡Claro... claro! - ahora eran mi curiosidad, juntos mi rabia y mi deseo de saber lo acontecido en mi ausencia.
- Ese dia con el “nene” en mis brazos (señalando a Gonzalito), desde casa observe un Jeep militar con soldados, dos bajaron corriendo derecho a la casa del vecino de enfrente, De León, donde preguntaban alguna cosa, inmediatamente recordé lo que me habías dicho antes de salir, preguntaban por nosotros, una de las chicas señalo hacia esta casa.
Rápidamente coloque al niño en la cama de matrimonio, en el otro cuarto, y me arrodille a rezarle a la Virgen. Fuertes golpes me hicieron reaccionar, lentamente me dirigí a la puerta, lo mas lentamente que me fue posible, abrí, mire firme y directamente a los ojos del soldado que me preguntó:
- ¿Faval?
- ¡Si¡
- ¡Apártese, quédese quieta¡
Yo oia el relato, rápida y disimuladamente, mire a todos había en sus rostros tensión, rabia, curiosidad y tal vez pena.
- En el corredor de entrada - continuó Blanca - cabe solo una persona, el soldado apoyo su bayoneta en mi hombro izquierdo y ordeno:
- ¡Salga! Señalando la calle.
- ¡No, no puedo! - le dije - tengo un bebe enfermo en la cama y esta el primus encendido; entre caminando junto a él, seguida de otros soldados. Uno vestido de azul marino daba las ordenes, el patio se lleno de soldados que pisoteaban todo los canteros y los removían con sus bayonetas. ¡No sé para que! ¡ Por suerte no estaba Don Silva porque si no también se lo hubieran llevado! Yo estaba con el “nene” en brazos y Ernesto, siempre a mi lado, sorprendentemente tranquilo observándolos con esos grandes ojos celestes. El de azul me pregunto:
- “¿Tienen armas en la casa?”
- ¡No solo cuchillos!
Otro soldado intento encontrar algo, sobre el ropero, armas supongo, me adelante y le dije al nene que le trajera un taburete, el que parecía su superior me miro y dijo dirigiéndose al soldado:
- ¡Esta bien, no hay necesidad! ¡Ah... sabes!, otro miraba detenidamente la foto de Ernesto, la de la pared de la sala, con un sombrero y una ametralladora, como queriendo comprobar si el arma era de verdad. ¿No estas muy cansado? ¿Quieres tomar o comer alguna cosa?
- ¡No, no te preocupes, lo que más quiero es estar contigo, con ustedes, con los nenes!
- Bueno..., continúo contándote: Antes de que salieran le pregunte al Jefe: ¿Mi esposo esta ahí?
- ¡Sí!. ¿Por que? - me respondió.
- ¿Puedo verlo?
- ¡Para que!
- Solo para alcanzarle un abrigo.
- ¡Démelo a mí! Le entregue la campera verde, la reviso y luego dio orden de bajarte del camión. Cuando venias hacia mí vi en tu rostro ese color gris, tus labios morados y tus ojos chicos, muy chicos, como achinados, como te quedan cuando estas con mucha rabia.
- ¡Despídanse, rápido, vamos! bueno lo demas los sabes. Ha si, vino un soldado a pedir pan diciendo que tu lo habias manadado...
- ¡Si, si, es verdad! Estaban por comer unos salames y no tenían con que acompañar.
- Bueno... salimos a la puerta con los nenes y quede mirando el Jeep que llevaba a los militares, detrás el camión donde te llevaban a ti y a Di Génova, apenas pude distinguir al Dr. y quede sorprendida porque no sabia que también lo habían detenido. Vinieron luego las vecinas Chichi y con Julio ¡el te quiere mucho! ¡Siempre lo llevabas a la Escuela y sientió como si fueras su padre ¡pobrecito..., sabes como son los niños, no¡ Ah y como a las cuatro de la tarde las maestras Walconda y la Sra. de Curbelo me trajeron a la nena.
- Somos dos compañeras de su marido - me dijeron.
Era la primera vez que las veía, mire asustada a Daniella, con temor de que le hubiera pasado alguna cosa, parecía estar muy nerviosa. Las dos maestras fueron muy buenas amigas, se portaron muy bien con nosotros; venían a la noche, la mejor hora para andar sin que nos vieran, para no correr el peligro de ser detenidos. Se corría la voz de que seria apresado quien fuera a la casa del Dr. y a la nuestra, aun así vinieron: “el gordo Mario”, Noneco “el tortuga”, “el gallego” Tito y Ricardo “el pulga”, para saber si necesitaba algo, como tu sueldo aun no había sido pagado solo me quedaron algunos cambios, ¿te acuerdas? Dijeron que traerían frutas y verduras, luego le pasaron un telegrama al “Bebe”, mi hermano, avisando de la situación. Inmediatamente vinieron Chichita y mamá, la “vieja” muy dura como siempre llegó sonriente.
- ¡Creí encontrarte deprimida pero estas fuerte! - me dijo.
- El almacenero de la esquina - continuo Blanca, nos vendía fiado pero, ¡sabes!: teníamos que comprar de noche y por el fondo de su casa, porque lo habían amenazado con serrarle el negocio si nos vendía.
Durante estos días han ocurrido cosas muy importantes, cosas que me demostraron la solidaridad de la gente y como te aprecian. Lili la esposa del ingeniero Curbelo, dijo a sus hijos que en la Escuela debían andar siempre juntos a la “nena” y defenderla.
Para que tengas una idea, Silveira, el marido de la maestra del Jardín de Infantes, carnicero y fanático de derecha, llego una noche de lluvia y, sin bajarse del caballo me dijo: “¡ No pase necesidad con los niños mande a buscar la carne que necesite!” Y se fue. Quedaron asombrados cuando le conté a tus amigos. La vecina de al lado, Margarita, cuyo esposo tiene un campito, solo habla conmigo a través del alambrado y cuando viene su marido corre para no ser vista.
- Mira...,- le dije¡ Sabes lo que pasa, el es hermano del “Coco” el Presidente de la Junta, uno de integrantes y dirigente de los grupos políticos de ultra derecha y de la Cooperativa!
- ¡Haaa... con razón¡ ( su expresión hizo reír a todos).
Fue a la cocina, pocos minutos después volvió con su mate y un plato con trozos de pan, mientras caminaba hacia la mesa dijo:
- Sabes que al quinto o sexto día de tu prisión vinieron Neneco, Mario y “El ciruela” y me pidieron que acompañara a la esposa del Dr. a Rivera, Perla iba a llevarle ropas a su marido - se sentó a mi lado y continuó - me llamo la atención. Mi experiencia de otras situaciones similares, es que no permiten llevar nada, ni siquiera tener contacto con los detenidos. ¿Será que ahora permitirán llevarle a él? me pregunté. Fuimos..., cuando llegamos frente al Cuartel, había una enorme cantidad de gente..., en el centro un teniente de nombre Esteban, parecía una persona muy conocida en la ciudad y hasta apreciado. Delgado, alto, cabello entrado en canas, chaqueta azul media desabotonada, botas y con aspecto de estar muy cansado.
- Abrazaba cariñosamente a las madres, esposas y parientes de los presos y les daba noticias, algunas recibían billetes y cartas, otras nada, él trataba de calmarlas.
- ¡Sabes¡ - le dije. Ese comportamiento de algunos militares, forma parte de un todo, planeado y ejecutado prolijamente. El teniente debe haber sido elegido como relaciones publicas por su conocimiento y aprecio entre la comunidad, una forma de calmar los ánimos.
- Bueno... yo me mantuve distante, a la expectativa, tratando de buscar y ver tu rostro en las ventanas del edificio, o un saludo que me confirmara que estabas bien. Perla pidió noticias de su marido y...
- Yo también me encontraba mirando desde la ventana de un baño, frente a mi celda - le respondi. ¿Qué casualidad verdad? Conseguí verte unos instantes pero me oculte por temor a que me vieran los soldados - ella continuo:
- El teniente entró al Cuartel, después volvió a salir y comenzó a entregar billetes, a Perla le entrego “ropas mojadas”... y billetes para ambas; Ella pregunto muy inocente: ¿Por qué mojadas, se bañan vestidos?
- ¡No sé señora, no sé! Pero haga caso a lo que le pide en el billete que le entregué.
- Las dos nos pusimos a leer “Deja todo y vete con las niñas a Montevideo”- decia.
- ¿Pero... porque quiere que me vaya?
- ¡No sé... Señora, pero hágale caso! Él sabe lo que le pide.
Nos quedamos mirando a nuestro alrededor como hipnotizadas, asustadas, sorprendidas, sin saber que hacer. Lo otro que me sorprendió realmente es que había una abuela con su nietito en brazos, un bebe, al que traía todos los días para que su madre le diera de mamar, ese día los soldados lo llevaron dentro del cuartel y no volvió a salir...Ni ese día ni los otros que estuvimos allí. Los abuelos preguntaron por él al oficial, como única respuesta les dijeron:
- ¡Quedo con su madre!
- ¿Sin ropitas, como lo cambia?
Fue la angustiada interrogante, que quedo en aire y la respuesta no llego. Algunos días atrás supimos que la madre apareció en el Brasil, el niño... ¡nunca más! Yo apreté mi billete en el bolsillo con miedo de leerlo, podía decir lo mismo que el de Perla, ella estaba desorientada, perdida, nos vinimos a Minas de Corrales y recién aqui me anime a saber lo que decía. ¿Sabes? Perla denunció a las autoridades la falta del dinero de las consultas que tenia el Dr. en el momento de ser detenido, la pobre esta realmente sola, sus familiares distantes en la capital; además parece que algunos no quieren tener contacto con ella por el problema político. El Dr. Es hijo único, solo tiene a su madre, su padre ya falleció, las antiguas amistades ahora no quieren saber de ellos para no quemarse, solo nos tienen a nosotros, creo que después de arreglar sus cosas deberá irse.
- Mañana, después de descansar, me iré a verla y saber que puedo hacer por ella - dije.
- ¡No creo que sea conveniente! - me respondió rápidamente “el Gordo Mario”. Recién has salido y puede crearte problemas.
- ¡Sí, el “Gordo” tiene razón! dijeron los otros.
- ¡Miren...¡ he declarado que soy amigo del Dr. y de su familia, si no voy parecerá algo raro ser tan amigos y dejarlos sin ayuda, además, solo por protegerme; sería una cobardía, no habría ninguna diferencia con los que dejaron de venir a mi casa en todos estos días.
Se miraron sin saber que responder, algunos bajaron la cabezas con resignación y aprobando. Mi mujer sabia que era una determinación ya tomada y que ella compartía; el asunto se cerro como suficientemente discutido.
- Sábes que la otra cosa interesante sucedida fue que días pasados, fiesta patria, se preparaba un baile en la Escuela, Perla me había enviado muestra del vestido de Graciela, su hija, para que Daniella fuera vestida del mismo modo, las dos de celeste. Fui al comercio de los “gallegos”, a la entrada del pueblo...,
- Si ya sé a donde te refieres - le dije.
- Bueno...., ¿Te acuerdas del “Negro Alfonso”, a quien llevaste comida y dinero cuando estuvo preso por pegarle a su mujer y que hace suplencias de limpieza en el banco?
- ¡ Si, me acuerdo!
- Estaba con un hombre gordo en la esquina, dicen que es vendedor de libros, pero en estos tiempos no se sabe quien es quien y se desconfía de todo el mundo. En el pueblo dicen que era policía y andaba husmeando, cuando me vieron entrar al comercio hablaron entre ellos, inmediatamente supuse de que se referían a mi. Ellos entraron detrás, los “gallegos” del almacén querían preguntarme o decirme algo pero no se animaban, tenían miedo. El “gordo” me miraba ostensiblemente y el “Negro” se apoyo en el mostrador, me miraba con una sonrisa irónica, maliciosa. Compre la tela y luego gire para saludar a los “gallegos”, hasta luego y gracias - dije.
- ¡Hasta luego! - dijeron ellos.
- ¡Buenas tardes! - le dije al Gordo.
- Buenas tardes, Señora.
Cuando enfrente al “Negro” el tuvo intención de decirme alguna cosa, no lo deje y le dije:
- ¡A Ud. no lo saludo¡ Ud. es un gusano que se arrastra, por eso no lo saludo, Ud. es de los que escupe el plato en que come. Salí sin mirar atrás seguramente de que el miserable había tenido su merecido. Neneco y el “Gordo Mario” me contaron después que el “Negro Alfonso” pasó, ellos estaban en la puerta del club conversando con el vendedor ese y que el les dijo:
- ¡Pero che!... saben que esta tarde en el comercio de allá abajo una mujer le dio una relajada a ese tipo que va ahí, él estaba justamente hablándome mal del marido de ella. ¡No se como ella lo supo! Lo llamo de “¡gusano!”
- El “Gordo Mario” le dijo: ¡Ah!...ya sé, con seguridad fue la esposa del “Petiso Faval”.
Eran casi las siete de la tarde, la casa estaba continuamente llena de gente que venían a vernos. Llegaron la Cuca y Haydee, también la enfermera Aracy, gran amiga y compañera, el cerco, impuesto por el miedo y el terror, estaba siendo superado por la amistad, el cariño y la solidaridad

***Esta antigua comunidad, casi detenida en el tiempo, altamente conservadora, que parece estar “parada en la boca grande del embudo, mirando hacia la distante y diminuta luz de la boca chica“ - metafóricamente hablando, había comenzado a cambiar gracias a esta nueva y no muy feliz experiencia de la dictadura.
Tal vez un día, consiga ver la grande y deslumbrante luz del futuro, sin las garras traumatizantes de las aves de rapiña.
Hay ocasiones en que en años y hasta siglos no se convence a la gentem de una verdad social, cuando súbitamente y, de un solo golpe, se hace la luz, gracias a los errores cometidos por el propio poder del gobierno ejercido por la fuerza.
Siempre pensé que la vida es: “ Como una gran elipse evolutiva, que va subiendo indefinidamente. En ella, nada nuevo existe y nada se crea. Los hechos solo se repiten remozados y, al recorrerla, la humanidad debe acelerar su paso si quiere disfrutar de los cambios, porque ella se toma su tiempo para realizar las transformaciones, sin prisa, segura de que hará acontecer.”
Yo, también, no estoy seguro de aportar algo nuevo, de cualquier manera no esta demás volver a repetirlo.

# Todos me saludaban con besos y abrazos, la mayoría había participado conmigo en alguna actividad: eran jóvenes y sentía por ellos un gran cariño, tenia que soportar el cansancio y la tensión causados, en un solo día, por tantas e intensas emociones.
Las conversaciones discurrían sin mucho control, alguien le dijo a mi esposa:
- ¿Le contaste del día que fuiste al Banco?
- ¡No, no le conté todavía!
La curiosidad me invadió pues era una etapa que debía enfrentar, cuando estuve allí poco antes, no me habían dicho nada y era una preocupación que me roía la mente.¿Será que aun tengo trabajo?
- Después del billete que me enviaste, al ir a verte, en que me pedías verificar tu situación en el Banco, resolví ir. En verdad no tenia muchas ganas, no quería cargarme de una nueva preocupación que podía terminar causándome depresión.
Al entrar me llamo la atención la mirada de asombro de Joaquín, el hijo del Comisario, parecía haber visto un fantasma.
Tito me hizo pasar a la Gerencia, el Gerente me recibió con una sonrisa, le dije que a pedido tuyo iba a preguntarle la determinación, si es que la había, respecto a tu trabajo.
- ”Es un buen funcionario, no tengo quejas de él, vamos a esperar, no he recibido nada que determine su alejamiento del cargo.”
- Gerente él lo considera un buen amigo, además de excelente y competente Jefe, por eso quiere saber su opinión.
- “Señora, yo sé su preocupación, le repito: ¡Vamos a esperar, no voy a aceptar una determinación en la que Yo no participe, junto a mis superiores, en la Casa Central.
Quédese tranquila, si vienen los sueldos de su marido junto a los nuestros, aunque el no este trabajando, se lo entregaremos a Ud.”
Al salir me saludo amablemente, le pregunte por Brenda, su hija, y le dije: mi esposo la quiere mucho, siempre habla de ella.
- “Ella también a él”.
Agradecí la atención y salí más tranquila, con mucha esperanza de que mantendrías tu empleo.
- ¡Bueno no deja de ser un aliciente¡ ¿Verdad?- pregunté a los otros.
- Creo que no tendrás problemas “petizo”, es una situación general, hay muchísimos bancarios detenidos, nadie ha hablado aún de destituciones, además tendrán que abrir antes, un proceso sumario.
El que hablaba así era mi compadre Tito “el Gallego”.
Un silencio que pareció interminable nos rodeo a todos, mi esposa dijo:
- ¡Papá no solo son bancarios, es enorme la cantidad de funcionarios públicos y privados, políticos y hasta militares que están detenidos en los cuarteles del País. Tu eres de los primeros en ser liberado desde el 5 de junio, que comenzó todo “esto”.

Serian las diez de la noche, muchos ya se habían retirado, mi suegra, que no era persona de rodeos para decir lo que pensaba, se dirigió a todos:
- ¡Bueno, bueno, (golpeando las manos) es hora de... irse! Esta gente precisa descansar muchachos, además “ faz muito tempo que não estão sozinhos.”
Cuando decía alguna picardía acostumbraba a usar el “portuñol” de frontera.
Todos rieron y aprobaron sacudiendo sus cabezas, algunos nos miraban con complicidad, se levantaron y fueron saliendo con besos y abrazos que parecían los mejores de mi vida.

Ahora estábamos solos, en familia, mis hijitos dormían, abracé a mi mujer y después a mi suegra, las lagrimas inundaron mis ojos.
Fuimos a nuestro dormitorio que nunca me habían parecido tan cómodo y cálido. Al parecer no se había agotado todo lo que Blanca tenia para contarme. Aunque rodeada de parientes y gente amiga, la ansiedad y la soledad soportada durante estos días, liberaban desenfrenados deseos de hablar, de una sola vez contarme todo lo sucedido.
- ¡Sabes! hubieron combates en la bajada de “La Pena”, murieron guerrilleros, dicen que a uno de ellos lo ataron, colgándolo de una cuerda para que sus compañeros no le tiraran al helicóptero.
- Recodé la imagen del soldado que me prohibieron mirar en el corredor del Cuartel, sin gorra militar y sin armas, Estévez.
- “Han detenido mucha gente, los combates continúan en Colonia, Canelones, Montevideo y muchos otros departamentos.
La tenia abrazada, estábamos juntos, muy juntos; ella hablaba bajito como para que nadie la escuchara, Yo la contemplaba de cerca, sus ojos de un verde azulado, parecían cansados pero felices. La dejaba hablar para que se desahogara, que sacara afuera todo lo que sufocaba sus sentimientos.
- ¿Pensabas que no saldría por mucho tiempo?
- “No..., tenia fe mucha fe en que la Virgen nos ayudaría y pronto estarías con nosotros. Hace pocos días a Danielita le dio una crisis nerviosa, menos mal que mama estaba para ayudarme, ya nada mas me importaba, si me ofendían, ¡los ofendía! Vivía solo para mis hijos, pidiendo y rezando para que volvieras.
La apreté contra mi con todas mis fuerzas y la bese.
- El hogar estaba desequilibrado, los niños te extrañaban muchísimo y teníamos que vivir del favor de mi familia y de nuestros amigos.
- ¿No quieres dormir?
- ¿Te parece que tengo ganas de dormir con los días que pase sola, sin ti? Lo que más quiero es estar contigo, conversar, saber lo que te ha pasado, qué te han hecho. ¡Dios mío!, eran noches y más noches sin dormir pensando en como estarías con ese frío y donde estarías.
Lo peor eran los comentarios, al principio quería saberlos, después comprendí que la gente decía cualquier cosa, lo único que ganaba era ponerme más nerviosa.
Hubo una fiesta en la Escuela y también un incidente, los padres del compañerito que debía bailar con la “nena” no lo permitieron porque no querían que bailara con la hija de un “sedicioso”. Danielita quedo sola, sin compañero. Había un negrito que también había quedado solo pero por otro motivo: el de ser negro.
Los padres de su compañerita, no quisieron la compañía de un negro para la hija. La maestra Tita me preguntó si tenia algún inconveniente en que Daniela fuera la pareja del niño de color. ¡Que esperanza! – respondi. Primero, que no éramos racistas y como si no fuera suficiente de ser una familia de perseguidos, para ponernos a perseguir a otros. ¡Mi hija se sentirá feliz!, le dije.
Fue una hermosa fiesta, Daniela con sus trenzas rubias casi blancas y sus ojos azules, su compañerito, con su color negro intenso, impecablemente vestido con su vincha y pañuelo blanco al cuello, los dos con las mejores sonrisas en sus rostros inocentes, lejos de la maldad de los adultos.
¿Te acuerdas de aquella familia que siempre conversaba con nosotros cuando íbamos al centro?
- ¿Cuál... los que viven frente al banco, Weyler, que me trajo hoy cuando llegué?
- Si..., pues, me evitaban todo lo posible.
- ¡No los entiendo¡..., hoy fueron los primeros en correr a saludarme y vinieron a buscarte, como no quisiste ir llevaron a Daniella!
- ¡No quise presisamente por ese motivo! Esos son de los que dicen ser de izquierda, viven para juntar dinero y, cuando la cosa aprieta su idealismo desaparece como por encanto.
- Mi mujer siempre tuvo un espiritu muy critico, solo que ahora critica con dureza - pensé.

Gonzalito el nene mas chico despertó tosiendo; mi esposa se levanto a atenderlo, mientras lo cambiaba y daba remedios preguntó:
- ¿Qué harás si te despiden del Banco?
- Bueno... (tratando de reordenar mis pensamientos, ya que me había sorprendido su pregunta), tu sabes que yo no he vivido todos estos años solo del Banco, pinto carteles, hago pergaminos, trabajo en radio, cuando es necesario cultivo la tierra, aprendí mucho con don Silva; tú eres Maestra, dibujas excelentemente bien, ¿te acuerdas cuando hacíamos los cuadros para dormitorios infantiles?, ¡bueno!, no hay por que estar tan preocupados.
Puede que llegue a ser difícil al principio, pero después todo se normalizara. Lo prioritario seria salir de aquí, pues no tendríamos mucho campo y además la persecución seria más cruel, tendríamos que ir a una ciudad más grande donde podemos evitar ser discriminados, aunque pienso que aqui no ocurrirá.

Seria la una y treinta de la madrugada, cuando me levante a tomar agua, el sueño parecía haberse esfumado. Miré hacia la quinta, llovía suavemente y el vidrio de la ventana estaba empañado por el frío exterior, la limpié con el puño.
Recordé la imagen de Don Silva, persona querida, muy querida, por todos, en la casa. En la quinta estaban todos los espacios plantados. Seguramente “El viejo” recuperó todo lo deshecho por los soldados - pensé.
Volví al cuarto, mi mujer ya estaba acostada, le pregunte:
- ¿Y Don Silva, que fue de él?
- Pregunta todos los días por ti: “¿Y el “muchacho?” ¿Sabe alguna cosa del “muchacho?” El continuo plantando, sabés,sirvió de mucho para llenar la olla, gracias a él estuvo siempre segura la comida, tuvieramos o no dinero. ¡Claro!..., que, también colaboraron tus amigos, pero..., Don Silva. El nunca pidió nada, creo que va a trabajar a otros lados o lleva un poco de verdura para vender, como tu le habías autorizado, y obtener de ahí su sustento. Jamás dejo de venir.
Los niños lo adoran como si fuera su abuelo, les enseña a trabajar la tierra y a manejar las herramientas. Estos días de lluvia y frió no los dejo salir al patio, han estado engripados, sufren por no poder trabajar con “el viejo”, como tu lo llamas.
Ella se “acurruco” en mis brazos y permanecimos así largos minutos, nos abrazamos mas fuerte, ¡muy fuerte!, como para no separarnos más. Comenzamos a besarnos, acariciarnos y nos amamos.

¡Hombres uniformados corrían de un lado a otro¡ Quería identificar sus rostros, pero ellos no tenían rostros. ¡Gritos de dolor, de desesperación!
En medio de imágenes indefinidas rodeadas de nebulosas, hombres y mujeres arrollados en los rincones en posición fetal, despeinados y mojados, con los ojos desorbitados. Entre ellos grandes y enormes caballos parados en sus patas..., atacando. ¡De repente...!, el hombre de gris, con el rostro cadavérico que parecía reír..., reía mucho, descontroladamente......Un pequeño perro me lamía la cara.....
¡Desperté!...desperté gritando sobresaltado, sudando nervioso, me senté de golpe en la cama mirando a la oscuridad infinita.
- ¡Amor...., amor, por favor cálmate, es solo una pesadilla....cálmate, estas en casa! Ya todo ha pasado.
- ¡Pensé que después de estos 22 días quedaría libre..., libre de ellos..... ¡Dios...parece que la pesadilla no acabó !


“El fuego había tomado cuenta del bosque, los animales salvajes salieron a la orilla del rió para buscar refugio, asustados.
Un pequeño picaflor recogía el agua del río, en su pico y la lanzaba a las enormes llamas.
Un Pelicano, con su gran pico, le grito: ¿ Piensas, que con esa gotita de agua, lograras apagar el incendio?
El Picaflor lo miro y respondió: ¡Yo hago mi parte!. Tal vez seria posible, si cada uno hiciera la suya....”


LILLE.
La historia narrada en estos 22 días es real, así como algunos hechos históricos que los rodean. El protagonista no sufrio las torturas aplicadas a otros detenidos, pero, fue torturado como testigo de la mayoria de ellas.
El relato solo trata de ser un testimonio, una gota de agua de los sucesos que, durante diez años hundieron a América Latina en un mar de violencia absurda e inútil, en manos de la estúpida y torpe ambición de poder y riqueza que mueve a algunos individuos, que nacieron para traicionar a su propia gente y solo así consiguen creerse hombres.
El trabajador, un hombre simple de una sociedad de clase media, que lucho durante estos diez años contra la persecución de los jerarcas y ejecutivos de la principal institución bancaria de su país, paradojalmente, fue el único que. habiéndose presentado para ser amparado por la Ley de Amnistía, no fue reconocido como perseguido.
Tal vez en ese acto se forjo la más vil de las venganzas de los poderosos que contaron con la complicidad y cobardía de los dirigentes del Sindicato Bancario, institucion que, supuestamente, defienden su clase.
También en ese acto sucumbió la Ley que, creada para “pacificar” al País, solo sirvió para ocultar a los verdaderos culpables de la corrupción, el desfalco de la Nación, la desaparición de adultos y niños, el contrabando en gran escala, los asesinatos determinados por el “Gobierno de Fato”.
Mientras quede un injusticiado, un trabajador sin reconocer sus derechos a la Ley, ni el Gobierno y sus ocultos Generales, ni los Sindicatos y sus dirigentes que han compactuado..., ni el País, tendrán su conciencia tranquila.

DEDICATORIA:
-A MI MUJER: Blanca Ruth Costa, compañera incondicional, amiga comprensiva, amante creativa e inteligente, sin la cual muchas veces hubiera sucumbido al tremendo dolor de la tortura física y mental.
-A MIS HIJOS: Daniella y Rubén, que tan pequeños tuvieron que echar mano al coraje, el orgullo y la dignidad para enfrentar la persecución infame, junto a su madre y por quererme tanto.
-A LOS HIJOS: Alicia, Gonzalo, Gabriella, Natalie, y a Victoria, fruto de una etapa de esa persecución que no debo omitir.
-A: mi querida madre doña Julia Mello y mi padre, a Doña Mimosa mi tía-suegra con cariño y respeto, mis cuñados queridos, especialmente Ito e Chichita.
-A ELLOS: Tito López, Tortuga, Ciruela, Gordo Mario, Aracy, los Silveira, Walconda y a los que fueron capases de superar sus limitaciones politicas para dejar sobrevivir a la dignidad, la justicia y el amor a la gente.
-Al compañero Liber Seregni, mi reconocimiento.
-A la memoria de Doña Filomena Mulhekthalher, mi abuela.
-A don Silva Palomeque, a donde su alma se encuentre, nuestro reconocimiento, algun dia volveremos a estar juntos para continuar nuestra amistad.

*Al pequeño can desconocido que me calentava los pies en la fria cavalleriza del quartel de Rivera.
· A juan Jo’se Di Genova , mi compañero, y a su familia.
· LA VICTORIA TIENE UN PERFUME QUE SOLO LO SIENTEN LOS QUE LUCHAN DIGNAMENTE, HORA APOS HORA, DIA TRAZ DIA, SIEMPRE. Lille.

____________________O__Lille/finalizado